One Shots +18 con tus personajes favoritos de My Hero Academia.
Apto para hormonales, sin censura.
"Como una buena consumidora de videos +18, puedo decir que sin una historia, el p*rno se vuelve aburrido." -Mi amiga yess.
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—¿Izuku..? —_____ estaba entrando a casa después de su trabajo en la agencia de héroes de Togata.
Ya que estudió Gerencia.
No lo veía por ningún lado, todo estaba solo, pero sus zapatos estaban en la entrada, se quitó los propios con cuidado y dejó su bolso en el perchero de la entrada.
—Izu-
Volteó a ver a la cocina y ahí estaba él, preparando la cena, sólamente llevaba pantalones y su delantal, tenía auriculares puestos. Entendió por qué no la escuchó.
_____ volteó a ver el reloj y era más temprano de lo que solía llegar, se quitó su blazer dejándolo sobre la isla de la cocina, desabotonó un poco su blusa para dejar ver sus atributos, en lo personal, le gustaba ser observada de esta manera por él, aunque se rehusaba tantas veces.
Se acercó a él y lo abrazó por la espalda, envolviendo sus brazos en la cintura de su lindo esposo y dándole un beso en el hombro.
Izuku sonrió y se quitó los auriculares con una mano, guardandolos junto con su celular que estaba dentro del bolsillo del delantal.
—Mi Izu se ve tan lindo cocinando. —Sonrió para alejarse un poco de él y pararse a su lado.— ¿Quieres que te ayude con algo?
La más bajita, aunque no por mucho, arremangó las mangas largas de su blusa para poner sus manos en su cintura mientras observaba el sartén que el peliverde meneaba de un lado al otro.
—Esto es lo último, _____, pero podrías...
No es que no quisiera su ayuda, es que ella era pésima para la cocina.
—Ponerte cómoda y sentarte, yo lo serviré para tí.
—¿Puedo servir un poco de vino entonces? Quisiera hablar contigo. —Mencionó con tranquilidad.
Esas eran unas conjugaciones de palabras que asustarían o pondrían nerviosos a cualquiera de nosotros. Pero ellos eran una relación tan estable, sana y sin problemas de comunicación y comprensión mutua, con química genuina.
—Creo que iría bien. —Mencionó él.
Ella sacó dos copas de cristal y la botella de vino de la alacena, los acercó a la mesa y colocó cada copa donde se sentaría cada uno para comenzar a servirlas.
—¿Quieres una camiseta? —Mencionó ella desde el comedor.
—¿Quieres que use-
—No. —Mencionó tan rápido como pudo.
Ella realmente amaba ver a su esposo siendo así, aunque si él no se sentía cómodo, lo aceptaba de inmediato por igual. Si dependiera de ella, serían Adán y Eva en el paraíso.
Amaba con locura cada centímetro de él, cada detalle, cada cabello, pestaña o peca.
Él soltó una risa sonora y apagó el fuego para comenzar a servir ambos platos en la isla de la cocina. Después se quitó el delantal y lo puso en su lugar para ir y acercar los platos a la mesa.
