𝟎𝟎𝟏. 𝐄𝐧𝐣𝐢 𝐓𝐨𝐝𝐨𝐫𝐨𝐤𝐢🔥

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—Sí, señor, en un momento se lo haré saber

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—Sí, señor, en un momento se lo haré saber.

Hikaru _____ de 26 años, era más que la secretaria personal de uno de los empresarios más grandes de Japón y no sólamente por su altura, más bien por la influencia que tenía y sus grandes imperios bajo su nombre.

Había estudiado 4 años en una carrera y otros 3 años en posgrado para terminar siendo una secretaria, aunque no se quejaba, tenía buen sueldo y hacía cosas importantes que dependían de la empresa, sin contar el café de las mañanas y llevar la ropa del empresario a la tintorería.

—Señor Todoroki. —Llamó antes de tocar la puerta ligeramente.

Escuchó un "pase" muy firme, que la hacía sentir escalofríos.

Abrió la puerta con cuidado de no hacer el más mínimo ruido, pues su jefe era fácil de irritar y no quería irse a casa más tarde de la hora de salida, aunque le pagaran horas extras.
Pues ya venía saliendo de una semana agotadora, como cualquier humano, cometió algunos errores.

Se aproximó hasta estar frente a él en el escritorio. Suspiró no tan pesadamente para prepararse y habló.

—Señor, la señorita Rei canceló la cita de esta noche. —Dijo con suavidad uniendo sus manos frente a ella.

—Mmm. —El mayor ni siquiera volteó a verla.

Por lo que creyó que eso sería todo, se dió la media vuelta dispuesta a irse con una sonrisa ladina, quizás de victoria.

O no.

—¿Qué dijiste? —Preguntó.

Antes estaba disociado.

_____ volteó a verlo, se acercó de nuevo, esta vez tenía un poco de nervios de lo que podría pasar si lo repetía.

—La señorita Rei canceló la cita que tenían en 15 minutos. —Mencionó, Enji volteó a verla con una ceja enarcada.— Era a las siete, señor...

Se maldijo a sí misma.

¡Ni siquiera lo recordaba!

Maldita sea, maldita sea, maldita sea.

Tragó su propia saliva esperando una respuesta de él. Como no había, decidió hablar una vez más, quizás cavando aún más su propia tumba.

—Para discutir sobre su matrim-

Hasta que por fin habló.

—Acércate. —Ordenó él.

Así es como supo que esa noche moriría, por lo menos le aligeró la carga y sólo la lanzaría al hoyo que ella misma cavó.

El único sonido en la gran oficina era proveniente de sus zapatillas negras de aguja de diez centímetros. Se acercó hasta él, rodeando el escritorio y se puso de pie a su lado.

Bowl (One Shots MHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora