4 - La caza del perro infernal -

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Habían pasado varios días desde el encuentro inicial, y Leonard seguía bajo la estricta vigilancia de Eliot. Aunque el ángel no lo admitía abiertamente, había tenido que aceptar la presencia constante de Leonard, quien ahora debía adaptarse a una nueva rutina impuesta por su guardián. La vigilancia de Eliot era tan rigurosa que Leonard apenas podía aventurarse fuera de la casa. Su adicción a la carne humana lo atormentaba día y noche, pero Eliot no era fácil de engañar.

Las noches se resumían en Leonard encerrado, con solo unas pocas horas para salir bajo la atenta mirada de Eliot. A menudo, ayudaba al ángel en la búsqueda de algo o alguien, una tarea que Leonard encontraba cada vez más aburrida y frustrante.

Una noche, mientras caminaban por un barrio desolado de la ciudad, Leonard miró a Eliot con creciente impaciencia.
-¿Me puedes decir qué estamos buscando? -preguntó, su voz cargada de frustración.

Eliot se detuvo en seco, girándose hacia Leonard con una mirada de desaprobación que parecía cortante.
-¿Sabes qué es un perro infernal? -inquirió Eliot, su tono tenso y cargado de desdén.

Leonard frunció el ceño, claramente desconcertado.
-Lo suponía -murmuró Eliot-. Un perro infernal es una criatura de la oscuridad, nacida en los desiertos del infierno. Su propósito en este mundo es devorar carne especial... -Hizo una pausa, lanzando una mirada burlona hacia Leonard-. ¿Te resulta familiar?

Leonard sintió el peso de la burla en las palabras de Eliot y lo miró con desdén.
-¿Y por qué estamos buscándolo? -preguntó con un tono más agudo, incapaz de ocultar su irritación.

Eliot no respondió de inmediato, sumido en sus pensamientos. La búsqueda continuó en silencio, con Leonard sintiendo que el tiempo se alargaba interminablemente. Finalmente, llegaron a un callejón abandonado, donde el aire estaba impregnado con un olor putrefacto y nauseabundo. Leonard sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

De repente, sus ojos se posaron en una figura oscura en la penumbra.
-¿Qué demonios es eso? -exclamó, su voz temblando de horror.

Frente a ellos, un lobo de aspecto aterrador, tan oscuro que parecía hecho de carbón, devoraba con frenesí lo que parecía ser un joven desafortunado. Los ojos del lobo eran rojos y brillantes, irradiando una maldad indescriptible. La criatura se movía con una rapidez y ferocidad que hacía que el corazón de Leonard se acelerara.

La visión era repulsiva y fascinante a la vez. Leonard sintió cómo la adrenalina le recorría las venas, el terror y la repulsión se mezclaban en una mezcla embriagadora. La presencia de esa bestia infernal en el callejón confirmaba el peligro al que estaban expuestos, y el horror de la situación se instaló en lo más profundo de su ser.

Leonard observaba con la respiración entrecortada, sintiendo que todo su mundo se tambaleaba. La criatura estaba justo frente a él, y la realidad de su misión, el peligro inminente y la crueldad de lo que perseguían se hicieron muy claras.

El Angel Y El Caníbal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora