Narrado por Ximena
Durante la velada, la tensión en la cena era palpable, casi como una cuerda estirada al límite, a punto de romperse. Si no hubiera sido por la presencia inocente de los niños y la deliciosa comida que adornaba la mesa, aquella reunión se habría convertido en un auténtico campo de batalla, con miradas afiladas como dagas volando de un lado a otro. Ambas familias fingían una cordialidad que solo existía por el bien de los niños, manteniendo una fachada de armonía que resultaba tan frágil como el cristal.
Alejandría, sin embargo, encontró un inesperado consuelo en María. La pequeña, con su dulce inocencia y su asombroso parecido con ella, le despertaba una conexión especial. Al menos con los niños, Alejandría podía mostrarse genuina, libre de las tensiones y rencores que marcaban su relación con los adultos. Para ella, siempre sería "la metida", la intrusa que había robado el amor del adorado primo.
Dmetry, por otro lado, se veía visiblemente frustrado y sofocado desde el momento en que aparecí. Su desdén hacia mí era evidente, pero sus acciones contaban una historia diferente. Odiaba que las cosas no salieran como él planeaba y yo parecía tener el don de desbaratar sus estrategias. Pensaba que podría controlarme, incluso hasta el punto de cambiar sus vestidos a su conveniencia.
Mientras observaba cómo él presionaba su lengua contra su mejilla o endurecía la mandíbula al escucharme conversar con los invitados, yo no podía evitar preguntarme cuál era el verdadero Dmetry. ¿La recordaba realmente o simplemente no podía soportar la humillación que le provocaba? ¿Era este solo otro de sus actos egoístas? Cada conversación con él estaba cargada de desprecio, pero sus gestos posesivos contaban una historia diferente. Dmetry se había convertido en un enigma, un rompecabezas que no estaba segura de querer resolver.
Casi era medianoche y los niños estaban exhaustos, con ojos pesados y bostezos constantes. María, mi hija, se había vuelto sorprendentemente independiente desde que sus amigas de la escuela llegaron a su fiesta. Parecía que la noche apenas comenzaba para ellas, ya que planeaban una pijamada llena de risas y confidencias.
Me sorprendía cómo Dmetry había conseguido la aprobación de los padres de estas niñas para viajar tan lejos de su país. Este era, sin duda, el primer capricho de muchos que consentirá a nuestra hija. El gran poder que Dmetry ejercía no era un juego; lo supe desde el momento en que me apartó de mi familia. Los invitados empezaban a marcharse, buscando refugio en un hotel cercano, ya que casi todos eran extranjeros, excepto mi familia. Lo que más me sorprendió fue que la familia de Dmitry no se hospedara en la casa.
Mis pies dolían después de atreverme a bailar en la pista. Sentía una mezcla de satisfacción y un sinsabor, acentuados por los celos de mi esposo. Lo veía sentado, con la mandíbula apretada y una mirada diabólica que atravesaba el salón. El ruido de la fiesta se había diluido con las despedidas y los "buenas noches" de los invitados. Me quedé sentada en el umbral, con Isaya apoyando su cabeza en mis piernas, dormido mientras le acariciaba el cabello.
Dmitry despedía a los invitados con una sonrisa disimulada, mientras que Ghedda, a su lado, solo sonreía con indiferencia. Minutos después, ambos se marcharon, dejándome sola en aquel gran salón. Mi familia también se había ido, todos se habían marchado, dejándonos a las niñas, mis hijos, Dmitry, Gheda y la multitud de empleados que siempre estaban presentes.
Gheda salió del despacho con mala cara, me miró y fingió una sonrisa antes de dirigirse al exterior, haciendo un desfile con su vestido de diseñador. ¿Qué le habrá dicho Dmetry para que se marchara de esa manera?
Mi mente era un campo de batalla, llena de dudas e incertidumbres. ¿Debería llevar a Isaya al dormitorio y quedarme con él? ¿Debería abrazar a las niñas y ver si necesitanalgo? O quizás, simplemente, irme y dejar que el silencio resolviera las cosas por sí mismo. Sin embargo, sabía que no podía dejar a los niños solos. Pero en ese momento, la indecisión me mantenía atrapada. Este no era mi casa, y aun así, tenía una razón poderosa para permanecer allí: sus hijos.
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YO SIEMPRE CONSIGO LO QUE QUIERO PARTE II "JAQUE MATE MISTER D"
RomanceXimena, tras enfrentarse a un destino injusto, decide tomar las riendas de su vida y comenzar de nuevo, esta vez sola con sus hijos. A medida que reconstruye su vida, descubre que los lazos que la unen a Dmetry pueden ser más fuertes que incluso la...