13. TANOMU

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𝐓𝐀𝐍𝐎𝐌𝐔
(頼む)

"𝙿𝚘𝚛 𝚏𝚊𝚟𝚘𝚛"

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Con delicadeza tomó la pequeña mano de Momo y la posó sobre su vientre. - ¿Qué te gustaría que fuera? - Preguntó con media sonrisa.

Momo la miró expectante sin entender lo que decía. Pese a llevar un buen tiempo juntas, la barrera del idioma seguía teniendo un peso significativo sobre ella.

Suspiró sintiéndose algo decepcionada. Aunque sabía perfectamente que Momo y ella no podían comunicarse muy bien, se había dado con que Momo era realmente de pocas palabras. Al principio pensó que Kento le había prohibido hablar con ella, pero después de varios meses ahí, se había dado cuenta que no era de mucho hablar.

Momo simplemente se limitó a recostarse sobre su pecho mientras se dejaba acicalar por la mujer de su padre. No podía entender bien que decía pero su tono de voz le calmaba.

- Me gustaría que fuera niña. - Relato. - Las niñas son muy bonitas. - Dijo acariciando el cabello de la niña. - Les pueden poner vestidos, hacerles peinados, su ropa es más bonita... Una niña estaría bien, aunque si es niño no me quejó. - Rió.

No hubo respuesta.

Momo veía a un punto ciego en la habitación mientras sentía las caricias de la mayor sobre su brazo.

- Momo ¿Por qué casi no hablas? - Preguntó. - ¿No te gusta? ¿Te sientes mal? Deberías hablar más conmigo aunque no pueda entenderte del todo, así como yo lo hago contigo. - Beso su frente. - Pero no te preocupes, así está bien. Así te quiero.

Por primera primera vez, Momo pareció mirar a los ojos de la chica. - ¿Te quiero? - Repitió extrañada pareciendo entender el significado de esa palabra.

Ella rió un poco avergonzada, pero terminó asintiendo. - Te quiero. - Repitió.

Momo no supo cómo reaccionar ante aquellas simples palabras pero miró con más determinación el rostro de la mayor y se sintió mal cuando vió el hematoma que descansaba alrededor de su ojo y el ligero corte en su pómulo. Su padre la había golpeado hace unos días, no estaba segura por qué, su padre solo le había dicho que era culpa de ella. A Momo no me gustaba verla de ese modo, era más linda cuando no tenía esas heridas en su rostro y sonreía.

A Momo le caía bien esa mujer, pero debía ser más más obediente. Las reglas en ese lugar siempre habían sido obedecer a su papá, era la única regla que realmente siempre debían seguir, no por algo todos ahí lo llamaban "amo"

- ¿Auch? - Preguntó señalando su rostro con una mueca de desagrado.

La pelinegra llevó la palma de su mano a su rostro pareciendo haber olvidado por unos segundos que esos golpes que yacían sobre ella. Sonrió nerviosamente. - No... - Mintió. - Está bien.

Cómo siempre, sin previo aviso la puerta de la habitación fue abierta dejando a ver a Kento entrar.

- Es hora de la cena. - Sentenció.

La mujer le sonrió tratando de no verse muy forzada. - No tengo mucha hambre, Kento. Te lo agradezco de verdad. - Sonrió.

- No me importa si no tienes hambre. Debes comer por el bebé. - Ordenó de manera brusca. - Le diré a alguien que traiga de cenar y más te vale comer bien ¿Subes o te quedas aquí? - Preguntó mirando a su hija.

C H A Î N E SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora