El comienzo de todo

5 1 0
                                    

6 de agosto de 1918
No hay una razón concisa para escribir esto, solo siento la necesitad. Tal vez es porque día a día vamos envejeciendo y cada arruga me acerca más al temor de olvidarte.Si tan solo pudiera explicarte que aunque el papel sea lo que reguardará nuestra "historia" más tiempo de lo que mi cuerpo podrá, nadie leerá tantas veces las paginas como yo lo he hecho.
Sigo diciendo "nuestra historia" aunque arde en cada año, cada minuto, me sigo sintiendo tuyo y tu mío.

2 de febrero de 1848
Ernst Hausle, un señor de unos aproximadamente 55 años. No era para nada un secreto su amargura y su innegable poder por sobre la gente. Y por sobre mí, claro.
Hice un ademán de sentarme antes que la mano de mi padre detuviera mi acción. Los invitados nos miraban fijamente y una sonrisa forzada salió de mí.
-El acuerdo está hecho. Miré fijamente al emisor.
-No dejaré ir a mi sobrina tan fácil, menos por un matrimonio de conveniencia. Usted conoce a mi hijo más joven, mi único hijo.
-¿qué pretende?
-Lo que yo pretendo es que él viva aquí por un tiempo, vigile a mi hijo y todo su seguimiento sea comunicado directamente a mí. Solo así el acuerdo será pactado y solo de esa manera sabré qué tanto importa para ustedes todo esto. Si está interesado, mi hijo le dirá cuál será su cuarto, sino, no veo la razón para seguir esta conversación.
Tu familia y tú se levantaron de su asiento, por lo que yo creí que me libraría de la situación, que me libraría de ti.
-Hijo puedes seguir a Philip.- Quisiste lamentarte pero solo fijaste tus ojos en mí, esperando por mi palabra.
Me seguiste por el pasillo largo, no te veía pero notaba tu fascinación por cada cosa que tuviera que ver con el arte (estatuas, retratos, pinturas), eso es lo primero y no lo único que me llamo en ti.
Llegamos a destino, te enseñé el lugar pero solo asentías con la cabeza hasta que te sentaste en el suave colchón y sacaste una libreta de tu bolsillo.
-Nombre completo. Dijiste, y aunque no había pronunciado una palabra ya habías empezado a escribir las pocas cosas que sabias de mí.
Todavía recuerdo como tu carcajeo invadió la habitación en cuanto mencioné mi segundo nombre (Manfred),
-Arrogante y petulante, desconozco el buen juicio de mi padre para escogerte.-hablé. totalmente ofendido por las muecas que hacías al evitar seguir riendo.
Ibas a salvar mi vida, joven Hausle, lo hiciste.



You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 17 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

¿Qué Vas A Hacerme?Where stories live. Discover now