Un grito desgarrador le obligó a abrir los ojos en mitad de la noche. Se sentó con la respiración acelerada y el corazón desbocado, mientras sus ojos recorrían el interior de la habitación. La oscuridad devoraba cada rincón del dormitorio, los peluches daban la impresión de cobrar vida propia y las pesadillas de la pequeña Dolly apenas le habían dejado dormir en las últimas semanas.
—Solo era un sueño —suspiró aliviada, asumiendo que se trataba de otro de sus escalofriantes delirios nocturnos.
En ese instante, un intenso dolor sacudió la parte superior de su cabeza y un fino hilo de sangre brotó de su nariz, mientras las imágenes de la pesadilla pasaban por su mente con tanta nitidez que sintió escalofríos. Utilizó un pañuelo de tela que había sobre la mesita de noche, al tiempo que intentaba olvidar aquellas imágenes escalofriantes en las que alguien vestido de negro y con una extraña máscara, le perseguía por un largo pasillo, hasta acorralarle frente a una puerta roja, que estaba trancada. La persona enmascarada llevaba en la mano una especie de tubería, para después sostenerla con ambas manos, mientras las elevaba con gesto amenazador.Un segundo chillido le alertó, era más fuerte y angustioso que el anterior. Su sangre se heló, estaba segura de estar despierta. Se dio un pellizco en el brazo para comprobarlo.
—¡Ay!
Con manos temblorosas, apartó las sábanas blanquecinas y se aproximó al borde de la cama, hasta que los dedos de sus pies descalzos rozaron las baldosas del suelo y el frío le provocó un escalofrío, o tal vez fue el miedo por aquel extraño grito.
Dudó unos instantes antes de levantarse, pues a su tío no le gustaba en absoluto que ella merodease por la casa en la noche. Era una de las decenas de reglas que les había impuesto a ella y a su hermana mayor, tras haberse visto obligado a cuidar de ellas, ya que sus padres habían fallecido en un accidente de tráfico unos meses atrás. Fue poco después que habían comenzado sus pesadillas.Dolly no quiso despertar a su hermana, que dormía en el cuarto de al lado, pero la curiosidad le impulsó a acercarse hasta la puerta, con pasos cortos y ligeros, evitando cualquier ruido. Deslizó su mano hasta el picaporte, y lo giró con lentitud hasta dejar una rendija por la que se asomó para comprobar que su tío no anduviera en el piso de arriba.
Ese hombre no le gustaba, no era como sus padres, aunque su hermana pareció adaptarse rápido a aquella situación y no tardó en hacer buenas migas con su tutor legal, pero Dolly no se sentía capaz.El silencio surcaba el pasillo a su antojo, tentando a la curiosidad de Dolly. Ella dudó un momento, pero decidió aventurarse a cruzar el corredor y asomarse a las escaleras. Si alguien había gritado, solo podía hallarse en la planta baja de la casa. Uno de los escalones crujió bajo su pie y ella se quedó inmóvil, a oscuras, apenas logrando ver a su alrededor con la tenue luz que se colaba por la ventana.
Tras asegurarse de que su hermana no salía de su cuarto, y de que su tío Jacques tampoco aparecía, continuó el descenso, aún más despacio.
Llegó hasta la cocina, fue entonces que le pareció escuchar un sonido extraño, algún tipo de electricidad, que provenía de la puerta del sótano. Sabía que la primera norma de aquella casa era que estaba completamente prohibido bajar allí, pero la curiosidad, y la tentación por desobedecer a su tío, estuvieron por encima.
Al girar el picaporte, la niña apenas once años descubrió que estaba cerrado con llave. Cuando se disponía a girarse para deshacer sus pasos y volver a la cama, le pareció ver una silueta con el rabillo del ojo. Dejó de respirar por un momento, asumiendo que podría ser su tío, y que le volvería a golpear si le encontraba intentando desobedecer. Su cuerpo comenzó a temblar y se arrepintió de haber cedido ante su curiosidad.
Salió corriendo y llegó como un rayo al piso superior, deteniéndose frente al cuarto de su hermana mayor, donde entró sin llamar y cerró de un portazo.
—¡Kamila! —Se lanzó sobre la cama de su hermana en busca de protección— ¡Otra pesadilla!
Dio un tirón de las sábanas, pero Kamila no estaba allí. Dolly se detuvo un momento, antes de encender la luz de la mesita.
—¿Kami? —repitió de nuevo en voz alta, confundida, a pesar de que solo estaba ella en aquel cuarto.
Se estremeció al tiempo que apretaba la almohada contra su pecho.
—¿Dónde estás? —susurró aterrada, justo antes de esconderse bajo las sábanas, con la intención de esperar allí al regreso de Kamila.
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Los errores de la perfección
Mistério / Suspense¿Qué sucede cuando la muerte no es el peor destino que puedes encontrar? Sumérgete en este thriller sangriento, repleto de intriga, mentiras y terror. Una tragedia familiar, una casa repleta de secretos y mentiras. Esa es la realidad de la joven Dol...