El despertador resonó en todo el apartamento mientras él se resistía al atronador sonido. No era nada nuevo que su cuerpo pesara después de un día de fiesta, sin embargo, la noche anterior el alcohol en su sistema le permitió dormir finalmente después de dos días con insomnio. Eran las 5 de la mañana en Londres, Inglaterra. Arrastró su cuerpo y sus pies hasta el baño encendiendo la tenue luz del espejo. Se veía terrible. Los círculos negros bajo los ojos y las rojas líneas de sus vasos sanguíneos oculares le daban un aspecto aún más aterrador.- Alexa – gruñó a la IA – Pon Last Night de JxW.
La guitarra acústica comenzó y él siguió el recorrido. Se pegó una ducha de agua tibia que despertara sus músculos y los relajara al mismo tiempo. Lavó su rostro con un jabón facial y, afeitó las vellosidades que comenzaron a salir en sus piernas. Lavó sus dientes y al terminar parecía más una persona que alguna criatura mágica de los cuentos infantiles. Cambió su bata por un pijama limpio descubriendo con hastío que se le había terminado el té ceremonial así que, optó por el café caliente con leche y algunas tostadas con aceite de oliva. Si le hubieran dicho hace un mes que él se preparía algo más que un café solo, golpearía al bromista. Le echó la culpa a haberse mudado de país en un período de seis meses. Abrió las ventanas recibiendo al nublado clima inglés y a la finisima lluvia que caía alrededor de su casa. Sentado en el suelo con su desayuno en la mesia del centro disfrutó de ese corto momento de paz. Sabía que era agosto era el mes más agobiante del verano pero, él necesitaba esa soledad y amena tranquilidad que solo su país de nacimiento podría brindarle.
De padres coreanos, Seungcheol había nacido como el primer hijo de una familia de clase alta. A pesar de que sus padres eran jóvenes, no sobrepasando los 25 años de edad, le brindaron una cómoda educación y hogar amoroso dónde podría crecer y elegir lo que a su mente infantil se le apeteciera. Su adolescencia pasó entre libros y cenas familiares que llegó a detestar hasta que la vida y el paso del tiempo le asestó el primer golpe a su familia. Su abuela falleció en la noche de Navidad dejando un hueco doloroso en el corazón de todos los que la conocían. Fue la primera vez que Seungcheol sintió la necesidad de capturar los momentos alegres en las fotografías en blanco y negro. De ello había hecho su carrera y su más grande pasión.
Su teléfono sonó rompiendo el cómodo silencio que había a su alrededor y rodó los ojos al observar la foto de su mejor amigo sonriente. Lo volteó boca abajo sintiendose sin ganas de hablar con alguien. Ya lo llamaría más tarde.
Continuó en su paz creada dentro de su hogar hasta que terminó de desayunar. Recogió lo que había usado y se dirigió a su oficina para trabajar por un rato. No era que él fuera un despreocupado de la vida sino que al mudarse de país tenía que traerse toda la burocracia y los emails que recibía se iban acumulando por varios días. Ajustó algo de música en los altavoces de su oficina llenando el lugar con la voz vibrante de su artista favorito metiendose por un par de horas en el mundo de la edición. Le encantaba jugar con los colores, con los tonos fríos y cálidos, con el contraste y con lo mucho que dejaba ver o no.
Sus retratos o fotografías paisajisticas eran aclamadas por muchos profesionales del medio. Solían señalar que él podía captar aquellos sentimientos como la tristeza, la melancolía, la añoranza y la fé de solo ver uno de sus retratos. A él le gustaba que lo calificaran como artista pero, a veces, era solo una foto. Una foto bonita tomada en el momento correcto y el lugar correcto con los colores correctos. Era la razón por la que está nueva exposición debía ser diferente en todos los sentidos. La última exposición de fotografía que Choi Seungcheol había realizado en Londres había tomado lugar en la primavera tres años antes. Como todas las que había realizado en su carrera, el éxito le explotó en la cara sin él esperarlo del todo. Todas sus fotografías se habían vendido excepto una que era la que tenía en su cuarto.
Era un paisaje de la costa Amalfitana al atardecer. Por primera vez, no quiso bañarla con blanco y negro sino que la dejó exactamente como la había tomado sin ningún retoque. Había sido su segunda vez en Italia con su cámara mientras estaba de vacaciones. El ambiente exquisito y la belleza del paisaje lograron que en el segundo específico capturase la mejor foto de toda su carrera. Quizás por ello la había expuesto como regalo mas no estaba a la venta para nadie. ¡Vaya que le habían llovido propuestas! Y las había declinado con la justificación de que el dinero no podría devolverle la sensación de esa foto.
Cerró la computadora cuando el reloj de pared tocó las cuatro y media de la tarde. Estiró su cuello y espalda reclinandose en el asiento por unos minutos. La mañana y la tarde se le habían ido tan rápido como habían llegado aunque el clima loco les había regalado un poco de sol en la tarde. Recibió los rayos calientes con alegría genuina disfrutando un poco de la vista del lago detrás de su casa. Aprovechó entonces de contactar a su amigo ahora que finalmente su trabajo estaba hecho al 25%.
-- ¡Vaya! - saludó el hombre tras el auricular - ¡Pensé que nunca me devolverías la llamada!
-- Tenía mucho trabajo atrasado por hacer, Gyu – se disculpó chasqueando la lengua – Demasiados correos que responder.
-- Te he dicho mil veces que puedes pedirme ayuda si lo necesitas – bufó sacándole una sonrisa - ¿Recuerdas que esta noche es la fiesta de compromiso de mi hermana? Te juro por Dios que si se te olvidó voy a patearte el trasero.
-- Ya está el traje listo para ponermelo, Kim – Seungcheol rodó los ojos entrando a la casa – Llamaba para preguntarte a que hora me recogerás.
-- A las 8 en punto si mi amable secretario me lo permite – se burló Mingyu – Te cuelgo que tengo una última reunión.
Siendo que le quedaban más de dos horas para alistarse, aprovechó de ejercitarse un poco. Una de las primeras cosas que había mandado a instalar era un mini gymnasio con lo que él usaba y necesitaba en la habitación vacía del segundo piso. La casa de Seugcheol constaba de dos pisos bien distribuidos y un patio trasero rodeado de verde con las particulares vistas de un lago o río en el que sus vecinos se tiraban de vez en cuando. En el primer piso o planta principal estaban la sala amplia, la cocina que era más grande que la suya en Seúl y un espacio contiguo a él dónde comían sus familiares de vez en cuando. También la puerta que daba al patio y su lugar favorito de toda la casa.
El segundo piso tenía dos baños, tres habitaciones y un estudio pequeño dónde estaba su oficina. Por el momento, el usaba dos de esas habitaciones una para dormir y otra para su gym particular. La tercera sería la habitación de invitados en un futuro pero, por el momento, estaba vacía.
Hizo sus treinta minutos de ejercicio diarios enfocandose en su abdomen y brazos y, luego de una ducha que le supo a gloria, se preparó para la fiesta. El hermano mayor de Mingyu, Sehyeon, se casaba en poco tiempo. Él y su prometida había decidido tirar una fiesta de compromiso en casa de sus padres. Al principio se sugirió una cena hasta que Mingyu propuso una fiesta en toda la extensión de la palabra. Pantalones de vestir azul marino y una camisa blanca suelta con los dos botones superiores abiertos con su anillo favorito en el meñique y unos tenis deportivos eran perfectos para una noche casual de fiesta.
Puntual como siempre, Mingyu los llevó a ambos hasta el sitio de la fiesta poniendo a su cuidado su auto. Sabía que debía beber poco alcohol pues él sería quién los llevaría de regreso a su casa. Poco sabían ambos que esa fiesta sería la que giraría sus vidas en 180º.
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Querencia IV: Us Again (Jeongcheol)
Romansa"La sensación más hermosa de mi juventud fue cuando mis ojos ilusionados encontraron sorprendidos la mirada oscura más hermosa que hubiese visto. Si sientes mariposas en el estómago, los nervios a flor de piel que no logras ocultar y aunque te esfue...