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5to año.
La temporada de exámenes había llegado a Hogwarts. Harry se encontraba en su habitación, sentado en su escritorio rodeado de libros y pergaminos, estudiando para sus TIMOS.
Yo, por otro lado, lo acompañaba en silencio recostada sobre su cama. Lo observaba desde lejos, no podía evitar mirarlo, me sentía hipnotizada por la concentración en su rostro.
Su ceño estaba ligeramente fruncido, como si estuviera tratando de resolver un misterio. Sus ojos, de un azul profundo, se entrecerraban un poco cuando leía, y su mirada se dirigía al libro con una intensidad que me hacía sentir orgullosa.
Su cabello caía sobre su frente en mechones desordenados, ni siquiera se preocupó por peinarlo esa mañana. Su uniforme, normalmente impecable, estaba un poco desacomodado, con la corbata desatada y el cuello de su camisa abierto, dejando a la vista una pequeña parte de su piel.
De vez en cuando se pasaba la mano por su cabello debido al estrés, y se mordía el labio inferior tratando de concentrarse. No sé cuánto tiempo lo estuve mirando, pero de un momento a otro su voz me sacó de mis pensamientos.
- TN, no puedo concentrarme cuando haces eso.
- ¿Hacer qué? -sonreí.
- Eso -dijo apuntándome con su pluma.
- Deja de mirarme como si estuvieras enamorada o algo así.
- Pero lo estoy... -lo miré con dulzura.
Harry suspiró y se derritió en su asiento.
- Oh Dios, si fallo este examen será tu culpa.
Ignoré sus palabras y continúe haciendo lo mismo, eso solo hizo que se sonrojara y apartó la mirada.
- Amor, por favor -soltó una risa nerviosa.
Después de un rato, Harry se frotó los ojos y dejó salir un bostezo, se veía cansado.
Me levanté de la cama y me acerqué a él.
- ¿Necesitas un descanso? -interrogué cerca de su oído.
Comencé a masajear sus hombros y Harry se relajó en su silla.
- Si, gracias -sonrió- Estoy un poco cansado.
Me acerqué a él y deposité un suave beso en su mejilla.
- Te traeré un té o algo para que despiertes.
Harry asintió y se recostó sobre el escritorio, con la cabeza hundida en sus brazos.
No tardé mucho y regresé a la habitación con una taza humeante.
- Aquí tienes -dije mientras le ponía la taza en las manos.
Harry abrió los ojos y sonrió.
- Gracias -respondió mientras tomaba un sorbo del té.
- ¿Te sientes mejor? -pregunté poniendo una mano en su rodilla.
- Si, gracias a ti -respondió colocando su mano sobre la mía.
Harry bebió lo que restaba del té y continuó estudiando, pero esta vez yo me quedé a su lado, observándolo con una sonrisa en mi rostro. Me sentía feliz de poder cuidar de él y de saber que eso a Harry lo hacía sentir bien. No hay nada más en el mundo que ame más que a mi novio.
