La vida imposible

1.9K 155 107
                                    

El sonido del timbre retumba en todo el apartamento. Sobresalta a Juanjo, como si no hubiera estado esperando (y temiendo) ese momento durante toda la mañana y parte del día anterior.

Es domingo. Ayer fue la reunión introductoria de la obra de teatro en el salón de actos del conservatorio. Pensaba que se había librado de Martin hasta el lunes, día en el que darán comienzo los ensayos para el musical.

Pero se había equivocado.

—Bueno amiguitos, pues esto es todo por hoy —dice Abril una vez todas las parejas han pasado por el ejercicio designado. Juanjo se levanta de un salto, impaciente por abandonar aquella sala en la que tan expuesto se ha sentido hace tan solo unos minutos. Pero las nuevas palabras de Abril le hacen recular. —Como deberes me gustaría pediros que quedarais con vuestra pareja antes del próximo ensayo... Sé que hay poco tiempo, sobre todo a los que os toca venir el lunes. Pero sería de mucha ayuda de cara a los primeros ejercicios de improvisación.

Mientras recita estas palabras, Abril abre su mochila, de la que saca un pequeño fajo de papeles que va entregando a cada una de las parejas.

—Ahí tenéis todas las instrucciones de lo que necesito que hagáis juntos. Cada pareja tiene ejercicios diferentes, así que no las perdáis, por favor. Ahora sí, ¡nos vemos la semana que viene!

A Juanjo no le había quedado otra que aceptar, con la cabeza gacha y el corazón en la garganta, cuando Martin le propuso quedar ese mismo domingo por la tarde. De nuevo, en su piso, ya que Álvaro lleva desaparecido todo el fin de semana, presumiblemente de escapada romántica con ese nuevo ligue misterioso, y tienen el piso vacío para ellos solos.

Juanjo se debate entre abrirle la puerta a Martin o saltar directamente por la ventana.

Al final se decanta por la opción más sencilla, siendo consciente de que no ha luchado tanto por conseguir esa formación con Mamen y Manu para tirarlo todo por la borda. De hecho, incluso llega a convencerse de que esa es su gran oportunidad. Será bueno para él estar cerca de Martin, trabajando con él sin posibilidades de huir. Le servirá para darse cuenta de todos los defectos que tiene el vasco y podrá terminar de una vez por todas con esta tontería.

Con esa idea rondándole la mente, abre la puerta del piso y siente como todas las excusas se le caen al suelo cuando su mirada conecta con la del chico que está al otro lado del umbral.

Martin siempre está guapo. Da igual lo que se ponga o cómo se lo ponga, siempre parece caminar entre la fina línea del joven desaliñado y sugestivo, de la sinvergonzonería y del atractivo inocente. Ese día lleva una sudadera cualquiera y esos pantalones oscuros demasiado anchos que a Juanjo le sacan de quicio de lo bien que le quedan. Y es que, aún encima, debe acabar de repasarse el mullet, porque tiene el pelo alrededor de las orejas tan corto que Juanjo solo es capaz de pensar en lo suave que debe sentirse al tacto.

Sintiendo como las mejillas se le encienden y maldiciéndose a sí mismo y al vasco por dentro (aunque por motivos completamente diferentes), hace un gesto a Martin para que pase.

—Gracias —sonríe el chico, dirigiéndose hacia el salón y dejándose caer sobre uno de los sillones. —¿Qué tal el finde?

—Si nos vimos ayer —responde escuetamente Juanjo, poco dado a las conversaciones triviales. Mucho menos si tenían que ser con Martin Urrutia.

—Tienes razón. ¿Qué tal el domingo?

Juanjo suspira. Decide seguirle el juego. Cuanto antes den por terminada esa sesión de trabajo, mejor. Empieza a no parecerle tan buena idea su intención de cambiar el chip con respecto a Martin esa misma tarde.

Cuando no sé quién soy - Juantin OT2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora