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La misma noche parecía haber sido una locura, los relatos que Naeun le contaba acerca de la belleza del ángel no eran mentira, mucho menos cuando lo tenía ahí, frente a él; siendo sus propios ojos cautivados por esta misma.
Dormía.
Estaba durmiendo en una de las habitaciones de aquel castillo, una que Minho había encontrado, la cual, parecía haberse conservado realmente bien al pasar de los años. La encontró perfecta para la ocasión, grande siendo espaciosa, al igual que la cama y el resto de los muebles habitados ahí. Lo acompañaba un ventanal enorme cubierto por las largas y rotas cortinas, un vino oscuro las teñía, parecían dar a la calle.
Aún su mente recordaba cómo fue capaz de confiar en él. Pudo haber sido cualquiera, pudo haberlo lastimado, capturado, exhibirlo y entregarlo a las autoridades para que luego experimentaran con él o quizá algo peor. Pero no, aquel ser divino había confiado en Minho, vaya sorpresa.
Dormía con gran calma, había cepillado su largo cabello, le dio la chaqueta que llevaba encima para cubrir su torso del frío, vendó los moretones de sus muñecas, garganta y tobillos, la luz de su piel no se iba...pero su espalda...
♡
---Me llamo Choi Minho, en realidad, vine a explorar este lugar y ... no sé cómo, pero termine encontrándote aquí abajo, yo...--- permaneció en silencio, pensándosela antes de seguir--- solo quiero ayudarte.
No recibió respuesta.
Minho era inteligente, no por nada estaba en la mejor universidad de aquella pequeña ciudad, no fue difícil para él el percatarse que su boca no estaba atada a nada a comparación de sus ojos, pudo haberle gritado que se alejara o hasta pudo haberle pedido ayuda, pero, no emitió ni un solo sonido... una venda cubría su cuello y parecía estarle molestando podía notarse por lo enrojecido que se veía alrededor...
---No te hare daño. --- dijo acercándose lentamente al ser divino.
Cuando estuvo frente a él intento quitarle la venda de los ojos, siendo repelido por el contrario al moverse necio para evitarlo.
---De acuerdo. --- miró a su alrededor, sus manos fueron directo a sus caderas y la posición de su cuerpo se recargó en un solo lado. – ¿entiendes lo que estoy diciendo? ¿me entiendes?
Poco tiempo después, el ángel asintió.
---¿Puedo acercarme a ti? --- le cuestionó nuevamente esperando la reacción de su cabeza, tardó, pero asintió.
---¿Me harás daño en cuanto te deje libre? --- debía preguntarlo, Minho ni siquiera sabía a lo que se estaba enfrentando, tenía que ser cuidadoso.
Él lo negó.
---Bien. --- Con mucho cuidado Minho se acercó al ser divino, con delicadeza le quitó el vendaje de los ojos, no se apartó, en realidad, se encontró a si mismo aspirando el aroma que este desprendía, no olía mal, su olor a sándalo y vainilla inundó sus fosas nasales. Luego sus orbes se toparon con las suyas, un esplendoroso color azul salía de sus pupilas.
Maldita sea, Minho había quedado maravillado con la belleza de aquel ser. Ahora entendía porque ...no, por más hermoso que fuera este ser, no debía ser tratado con vil crueldad.
Fue rompiendo aquel contacto visual para poder quitarle el resto del vendaje que lo mantenía en ese estado. El ser angelical no pudo permanecer erguido por lo que inmediatamente cayó al suelo perdiendo el conocimiento, cuando Minho intentó cargarlo su mirada se posó en aquellas enormes cicatrices en su espalda, eran dos rectas y grandes cicatrices, si aquel ser divino, era realmente lo que los mitos decían, entonces, sus alas......el lugar en donde debían estar sus alas...
Se las habían arrebatado.
♡
La luz del amanecer comenzaba a hacerse presente, pronto amanecería y debía volver a casa o estaría en serios problemas, pero tenía uno más durmiendo en aquella cama, para su sorpresa el chico despertó mucho antes de lo esperado. Como si hubiera sentido su gran desesperación por no saber que hacer.
--- Que alegría que estés despierto ¿sabes? Debo volver a casa, pero ¿crees poder mantenerte aquí y a salvo en lo que yo regreso?
Aquel chico de ojos azules y cabello blanco asintió, lo veía desconcertado, pero entendía a que se refería.
---Volveré al anochecer, traeré algo de agua, comida, ropa...--- hablaba mientras metía algunas cosas a su mochila y se preparaba para irse. --- No, vayas a irte. --- le dijo antes de partir y salir de la mansión.
Aquel ser divino solo se levantó de la cama, removiendo un poco las cortinas para poder observarlo desde la ventana, luego, una de sus manos se dirigió a su garganta y sus ojos se volvieron tristes, ya le habían arrebatado sus alas y no solo eso, le habían quitado la capacidad de hablar, y, junto con ellas
su libertad.
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