Ver como Taemin perdía su sonrisa debería ser el mayor acto de pecado que Minho estaba cometiendo.
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El pequeño rubio se veía cada vez más pálido, gris, enfermo. Parecía molestarle algo, pero nunca decía nada.
Hacía días que Minho no le prestaba atención y si lo hacía era para gritarle, pegarle o abusar de él.
Y cada vez que eso pasaba, Taemin solo lo miraba sin despegar aquellas orbes de sus propios ojos, ojos que antes lo veían con amor. La mirada de Taemin no era más que de angustia y temor adornando sus hermosas pupilas y, aun así, Minho no sentía nada.
Desgraciado.
Taemin se encerraba en su habitación cada vez que debían volver de clase, cada vez que Naeun visitaba su hogar o cada vez que Minho "quería hablar con él".
Se saltaba comidas y a veces no dormía del miedo.
Se había vuelto la rutina del día a día y que sentía nunca acabar.
Taemin lloraba por las noches, a veces solo, a veces teniendo que escuchar cosas que no debía solo porque su habitación se encontraba a lado de la de Minho....
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--Taemin ¿Te encuentras bien?
Negó con la cabeza, mientras sus cabellos volaban con el frio aire que hacia esa mañana, en el techo de la escuela.
Tenía una pequeña cortada en el labio, algo roja y moreteada.
Los ojos de Kai se entrecerraron y sus labios soltaron un suspiro desgastado.
¿En verdad Minho le había vuelto a pegar?
Lo abrazó, lo abrazó tan fuerte que el menor casi se queda sin aire, su mano se acomodó en la nuca del rubio y lo pego aún más a él, cerca de su cuello.
Ese día, Taemin lloró.
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Esa noche, hubo una reunión con familiares y amigos más cercanos.
El lugar, rodeado de arte barroco, esculturas y detalles en dorado todo eso era lo que más destacaba del lugar, el salón asignado; decorado con una mesa extensa, larga, donde el mantel blanco era apañado por 3 platos redondos, uno más pequeño que al anterior. Un pañuelo que cobijaba los cubiertos bañados en oro. Copas grandes y pequeñas, una para el agua, otra para el vino. Tres veladoras, la más grande estaba en medio, mientras que las otras dos más pequeñas casi a las orillas. Decoradas cada una por multitud de velas pequeñas y flores de diversos tamaños y especies.
El intenso olor floral y miel inundaba todo el lugar, las fosas nasales de Taemin picaron; haciéndolo sentirse mareado en el proceso.
Para desgracia suya, fue obligado a sentarse justo enfrente de Minho y su acompañante, Naeun. Sus manos jugueteaban por debajo del mantel. Se sentía nervioso, había demasiada gente desconocida en el salón y no tenía a Minho a su lado para brindarle esa tranquilidad de la que tanto se habría acostumbrado.