Cap 8 | La llegada 🧳

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13 de mayo

Si le preguntaran a Diego cómo describiría los días anteriores en una sola palabra, sin duda respondería “mágico” y es que se la había pasado muy bien al lado de esa bella familia que ahora le daba la bienvenida oficialmente.

El día de la madre había sido un éxito y le había servido de mucho para conocer aún más a Guadalupe, “Lupe” como le decían de cariño, y pues quien vendría siendo su suegra si las cosas entre él y Henry seguían prosperando.

Lo cual para Diego era bastante posible tomando en cuenta las miradas llenas de amor que nunca faltaban, así como los besos que Henry aprovechaba a robarle cada que podía y ni hablar de la cantidad de veces que Diego lo había atrapado viendo y sonriéndole cálidamente.

Sí todo definitivamente iba muy bien.

– Ah Henry~ Ahí. Sigue así – Diego se removió gustoso ante el tacto del otro, quien le daba un masaje reconfortante en sus adoloridos pies.

– Por favor no lo digas así – Pidió Henry cerrando los ojos y apretando los labios, batallando grandemente por controlarse a sí mismo.

Diego se preocupó por la reacción del mexicano – ¿Dije algo malo?

– No no, es que cómo lo dijiste, casi haces que se me pare, carajo – admitió entre risas y sonrojos sin parar de masajear.

Diego igualmente rió ante la confesión – Lo siento, no era mi intención.

Henry siguió con su labor sin dejar de sonreír bobamente, le encantaba hacer algo que hiciera el embarazo de Diego más relajado. El omega tenía una pancita ya bastante grande y pesada y cada que pasaba se le veía más cansado y agitado y Henry se había prometido a sí mismo ayudarlo en todo lo que pudiera.

– Estoy nervioso por la prueba de esta tarde – Comentó pensativo después de unos minutos en silencio – ¿Sí crees que salga positivo, Diego?

– Que sí Henry, tranquilo. Estoy seguro que ella solo lo digo para molestarte. Pero no hay razón para que la prueba salga negativa. Rubí es una casi copia tuya.

Henry lo volteó a ver con una cálida sonrisa en sus finos labios – ¿De verdad?

– Sí, yo sé que Rubí es tu hija. Tienen los mismos ojos y ambos sonríen con la mirada, no tienes que preocuparte – Lo tranquilizó Diego sin apartar la mirada de Henry.

– ¿Recuerdas que iba a hacer una prueba aparte? ¿Adivina hasta donde irán las muestras?

A Diego le brillaron los ojitos ante la pregunta – ¿¡A chile!?

– Siii – Afirmó Henry jugando con el hallux de Diego – ¿No has pensado, no sé, comunicarte con tus padres?

Diego sonrió amargamente, desviando la mirada. Para él, hablar con sus padres significaba un tema muy delicado del que prefería no hablar – Soy una vergüenza para ellos Hen, aunque quisiera saber como están, no tengo cara para hablarles de nuevo.

Henry prestó atención a lo que el otro decía. No solía hablar de la relación con sus padres, y el hecho que le estuviera contando algo íntimo le resultó interesante y enigmático – No creo que seas una vergüenza, Diego.

Papá Soltero Busca Niñera [Henry×Diego]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora