❦❧Capítulo xi; Socorro

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❦❧Capítulo xi;
"Socorro".

" Solo miraba las nubes.

Soñando que de alguna manera,encontraría a alguien:para ser alguien. "

Love Kills, Robert Gerongco; Samuel Gerongco & Nikki Flores.

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Estaba nerviosa, era mi primera vez saliendo con un chico por quinta vez, la mayoría de las veces no pasé del segundo o tercer encuentro porque simplemente no congeniamos y eso me hizo pensar que jamás encontraría a alguien para compartir la vida, a ese complemento que tanto alardean las obras literarias y audiovisuales, esa cosa que nunca me atrevería a negar pues mis padres me lo restriegan día a día, ajá, me refiero al amor.

—¿Quieres que te lleve al lugar, mi niña? —La voz de mi papá me sacó de mis reflexiones.

—No, puedo ir sola —contesté, agradeció el gesto pero que tu padre te acompañe a tu cita es raro, más si ya tienes diecinueve años—. Pero no te preocupes, voy a mantenerme en contacto todo el rato.

—Hmph —pujó cruzando los brazos no muy convencido, cerró los ojos y agregó lánguido—, puedes si fuera tú ya anduviera corriendo porque el tiempo no pasa en vano.

Regresé la vista al reloj de pared viendo que estaba a treinta minutos de la cita y ese es el tiempo que tarda el camión en llegar sin tráfico.

"¡Me lleva la pitufichingada!", maldije en mis adentros parándome de un saltó para correr a la puerta.

—Nos vemos, pa' —dije tomando mi mochila.

—Cuídate mucho y si resulta un patán recuerda que para eso te mandé a kick boxing —habla a lo lejos.

Ja, para cuatro meses que fui porque me llevó a escondidas de mamá quien al descubrirlo casi le da el soponcio, obvio que luego de recuperarse me sacó de allí y ante los alegatos de su marido lo único que nos concedió fue ir a clases de defensa personales en la Secretaría de la Mujer.

Cosa que arruinó el sueño frustrado de mi papá de ser el manager de un "campeón de pelea", aunque dudo que hubiera llegado tan lejos.

La carrera a la parada de autobuses valió la pena ya que justo me topé con el transporte que no tardé que abordar, pagué mi boleto y me dirigí a uno de los asientos individuales; eso es lo que me gusta de vivir cerca de una primera parada, que existe una mayor posibilidad de conseguir lugar y no engentarse.

Al poco tiempo llegué al sitio de la cita; elegimos, como era costumbre, un punto medio. En esta ocasión optamos por un parque para hacer un picnic. Alegué que lo único que podía aportar era mi hambre, logrando que de sus labios brotara una carcajada limpia y me dijera de forma encantadora: eso es justamente lo que necesito, a ti.

El sonrojo se me convirtió un hábito en nuestros encuentros, y no solo en nuestras citas sino en nuestras pequeñas -pero muy frecuentes- reuniones en la universidad o en distintos lados como si el "destino" se empeñara en juntarnos.

—Bienvenida Verónica —me saluda sonriente sentado en el pasto sobre un lindo mantel.

—Buenas tardes —dije incómoda, sin saber que si debía disculparme por llegar tarde aunque si lo analizó bien es él quien llegó demasiado temprano.

Fábula de un amor infaustoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora