Entre Lágrimas Y Risas

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Por otro lado Migue salió corriendo del edificio, con los ojos llorosos y confundido. Se dirigió a su auto, abrió la puerta y se sentó. Arrancó el motor y partió, sin saber qué hacer o adónde ir.

Mientras conducía, las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas. Se sentía como si su corazón se hubiera roto en mil pedazos. No podía entender. ¿Por qué me beso esa noche? ¿Será que siente lo que yo siento?

Migue se detuvo en un semáforo y se miró en el espejo retrovisor. Su rostro estaba bañado en lágrimas y su mirada era de pura tristeza.

El semáforo cambió a verde y Migue continuó conduciendo, sumido en sus pensamientos y su dolor. No sabía qué le deparaba el futuro, pero sabía que necesitaba alejarse de Charles y sanar su corazón roto.

Finalmente, llegó a su edificio y se dirigió hacia el ascensor, aún con lágrimas en los ojos. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, se encontró con una sorpresa inesperada: Lando, estaba parado dentro del ascensor, sonriendo como si no pasara nada.

Lando se preocupó al ver a Migue en ese estado y decidió subir con él a su departamento para hablar más tranquilamente.

"Vamos, Migue, subamos a tu departamento y hablamos de qué pasa", dijo Lando, poniendo una mano en el hombro de su amigo.

Migue asintió sin decir nada y salió del ascensor en su piso. Lando lo siguió y entró en el departamento con él.

Una vez dentro, Lando cerró la puerta y se dirigió a Migue. "¿Qué pasó, amigo? ¿Qué te hizo llegar a este estado?", preguntó con preocupación.

Migue se sentó en el sofá y se cubrió la cara con las manos. Lando se quedó a su lado y esperó pacientemente a que su amigo hablara.

Migue se levantó del sofá y abrazó a Lando, quien se sorprendió un poco al principio, pero luego correspondió el abrazo. Los dos amigos se abrazaron fuerte, sin decir nada, solo disfrutando del momento de conexión y apoyo.

Migue se sintió agradecido por tener a Lando a su lado, alguien que lo entendía y lo apoyaba sin juzgarlo. Lando, por su parte, se sintió feliz de poder estar allí para su amigo, ofreciéndole consuelo y apoyo en un momento difícil.

El abrazo duró un rato, hasta que finalmente se separaron, sonriendo y sintiéndose un poco mejor.

Migue lo miró con los ojos llenos de gratitud. "Gracias por estar conmigo, Lando", dijo con voz emocionada. "Significa mucho para mí que estés aquí en este momento".

Lando sonrió y puso una mano en el hombro. "No necesitas agradecerme, amigo. Estoy aquí para ti, siempre".

Migue bajó la cabeza, sintiendo un poco de vergüenza. "Lo siento, Lando. Me he comportado como un tonto últimamente. Perdóname por haberte preocupado".

Lando se rio y le dio un golpe en la espalda. "No hay nada que perdonar. Somos amigos para eso, para apoyarnos en los buenos y malos momentos".

Migue sonrió y asintió con la cabeza. "Tienes razón, Lando. Gracias por hacerme ver las cosas de otra manera".

Lando se rió y se levantó del sofá. "Vamos, amigo. Hagamos algo divertido hoy. Olvidémonos de todo y disfrutemos del día".

Migue se levantó, sintiendo un renovado sentido de alegría. "¡Genial! ¿Qué quieres hacer?"

Lando pensó por un momento. "Podríamos jugar videojuegos, ver una película, o incluso salir a caminar. ¿Qué te parece?"

"Me parece bien cualquier cosa". Dijo Migue.

Y así, los dos amigos pasaron el resto del día haciendo actividades divertidas y disfrutando de la compañía. Jugando videojuegos, riendo y bromeando, y simplemente disfrutando del momento. Fue un día perfecto para olvidar los problemas y fortalecer su amistad.

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