Versículo segundo

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Incluso los baños debían mantenerse completamente impecables en aquel convento, Claire se había retrasado un poco a la hora de lavarse las manos y se quedó mirándose en el espejo pensando seriamente en lo que acababa de pasar. Tenía que buscar alguna forma de advertir a aquella chica, pero estaban vigiladas las 24 horas del día y que cualquier monja le viera hablar con ella podría costarle la vida si resultaban descubrir su marca.

No pudo verla al completo, así que no podía descifrar de qué tipo era, pero viendo las dos líneas paralelas pensó que se trataría de una bendición ígnea o gélida. Se conocía los símbolos de las bendiciones de memoria, pues ella tenía esa extraña X en el brazo y nunca tuvo la oportunidad de probar cuál era, así que empezó a investigar en varios libros en la biblioteca hasta que terminó aprendiéndose todas las comunes, pero la suya no estaba entre esas páginas, así que supuso que tendría una de las llamadas bendiciones exóticas, que solo tienen una o dos personas en todo Morgana.

Pero las bendiciones eran una de las muchas cosas que se consideraban pecado mayor en los conventos, a pocas chicas se las veía en los pueblos con bendiciones pues significaba que habían logrado salir del convento del que provenían sin que las Monjas se percataran de su condición, y una vez salían eran bien recibidas en esos lugares por ser consideradas diosas del engaño.

- Solo me falta aguantar una semana y podré salir de aquí, sea Sobra o no... - Murmuró para sí misma mirando la marca de la X en su muñeca. Le encantaría la idea de probar sus poderes, pero no tenía ni idea de cómo funcionaban y no podía arriesgarse en el convento. Su marca le salió a los 15 años, algo bastante poco común pues suele aparecer entre los 6 y los 9 a los pocos que tienen la suerte de ser bendecidos. Quizás por eso nunca la habían pillado, aunque por a escena de antes habían empezado a crecer algunas dudas en su mente...

Y entonces se sobresaltó al escuchar un gran barullo justo fuera del baño, mucho mayor que el que se oía habitualmente en el comedor, así que terminó de echarse agua en la cara, bajarse la manga para tapar el símbolo y salió corriendo para asomarse a ver qué estaba sucediendo.

- ¡Dios os ha abandonado, Dios os ha abandonado a todas! - En el centro de la sala había un grupo de monjas sujetando con fuerza a la misma chica de pelo azul que había ayudado previamente a Claire, quien se retorcía y trataba de librarse del agarre con una mirada de terror absoluto y llena de odio. - ¡No tenéis derecho a privarme de la libertad de vivir, Dios no lo permitiría, seréis castigadas incursoras y testigos de esta violenta acción!

- ¿Qué ha pasado? - Pregunta Claire al hacerse un hueco entre todas las personas que habían observando el panorama de pie y encontrarse con sus amigas.

- De pronto las Monjas nos han dicho que nos levantemos y nos pongamos en fila, tan pronto lo hemos hecho la han agarrado y han sacado la guillotina - Pronuncia Paula con algo de miedo y preocupación en su expresión que le hace notar a Claire, esta trata de sonreír para aliviarla pero no lo consigue pues ella también está empezando a preocuparse de su propia vida.

Una enorme máquina con ruedas se situaba a escasos metros de donde las Monjas intentaban reducir a la chica del pelo azul, era bastante grande pero cabía a la perfección en el comedor e incluso en cualquiera de las habitaciones, constaba de una estructura vertical de madera, un soporte para el cuello de la pecadora, una cesta para su cabeza y una gran cuchilla afilada en la cima de todo. Poco a poco consiguieron traerla a dicha máquina y encerrar su cuello en el soporte, ella seguía gritando y suplicando piedad mientras las Monjas se acercaban a la palanca.

- ¿Creéis que ha sido por el símbolo? - Preguntó Sophie con un nudo en el estómago, ella también había alcanzado a ver la apertura en su cuello. - Me gustaría pensar que no, pero no es la primera vez que ejecutan a alguien con una bendición frente a todo el mundo.

𝕷𝖆 𝖘𝖊𝖈𝖙𝖆 𝖊𝖌𝖔í𝖘𝖙𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora