Versículo quinto

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Sorin había quedado a escasos centímetros de caer del borde de la iglesia, pudo mantener el equilibrio de milagro y sostenerse en la cumbrera del edificio, mirando fijamente al demonio que lentamente se acercaba hacia él, con una enorme sonrisa llena de malicia y unos ojos que irradiaban tanto fuego como el que salía de su espada.

- Y pensar que iban a nombrarte Cazador, ¿pero qué clase de guerrero decide atacar por la espalda en lugar de luchar de frente? - Mencionó Eins, relamiendo sus labios con maldad y arrastrando la espada con él, llenando el pequeño pasillo de la cumbrera de un aura de sed de sangre por cada paso que daba. Sorin mantenía su posición defensiva, sudando e inexpresivo incluso bajo tal tensión, aterrado pero decidido a no rendirse. - Puedo oler tu miedo, chico...

De repente, la espada del demonio se elevó en los aires, el mismo viento provocó un fuerte chasquido con el metal y el fuego que salía de la punta de la espada danzó por unos segundos en el aire, luego colocó esta misma en posición de ataque y arremetió con rapidez, con los ojos muy abiertos, las pupilas dilatadas y una mirada completamente errática, Sorin cerró los ojos manteniendo su espada delante suya pero consciente del fuerte golpe que estaba por recibir, aunque dicho golpe nunca llegó.

Segundos antes de que Eins lograra alcanzar a su objetivo, la sombra de una chica se alzó en los aires bajo la luz de la luna y se abalanzó sobre ellos con una fuerza descomunal y una rapidez envidiable, de no ser por el golpe del metal chocando no hubieran sabido que contrarrestó el golpe; Ira no se lo pensó dos veces e intentó atacar a la chica con un corte horizontal, pero ella arremetió con uno en vertical en el momento justo y logró confundir al demonio durante unos instantes, suficientes para que ella alargara el tubo de metal y embistiera en su contra una vez más.

Volvió a sonar un chasquido cuando Eins logró bloquear el golpe, ahora habían intercambiado posiciones pero eso no iba a detener a ninguno de los dos, se habían envuelto en una frenética batalla y no cesaría ahí. El demonio no esperó ni un segundo para intentar volver a atacar en diagonal, a lo que la chica respondió evadiéndolo de un salto hacia atrás que le permitió crear distancia y luego volviendo a embestir con rapidez para que tuviera que bloquear su golpe una vez más y así, poco a poco, abrumarlo hasta conseguir una brecha de debilidad.

Al intercambiar posiciones de nuevo, la chica saltó otra vez para mantenerse en el aire y ejecutar dos movimientos rápidos que por poco logran alcanzar el rostro del demonio, este trata de contraatacar pero ella logra caer al suelo y deslizarse entre sus piernas para luego proporcionar un tajo vertical que le obligó a dar un giro completo sobre sí mismo y retroceder por el golpe, aun así trató de golpearla pero el tubo logró bloquearlo con facilidad, respondiendo con una fuerte toma de contacto entre la espada y el tubo durante unos segundos que terminó desestabilizando a ambos.

El rostro cansado y sudado de Paula se iluminaba en mitad de la iglesia, sus ojos mostraban cierta determinación pero a la vez se sentía tan mareada que creía estar a punto de desmayarse en cualquier momento. Y no era solo eso, sino que cualquier golpe podría resultar letal para ella si su cabeza siquiera rozaba la espada o incluso las piedras de la iglesia. No podía ceder, y por suerte Eins, en la otra esquina, se mantenía inmóvil también con la respiración acelerada de la tan repentina y frenética actuación.

- Luchas mejor de lo que cabría esperar, tendrías mucho potencial - Musitaba Eins, quien empezaba a recuperar sus fuerzas y preparar la espada, incendiándola listo para otorgar un último golpe a Paula. - Pero los humanos sois tan idiotas que preferís morir antes que huir. Has tenido tu oportunidad, y la has desaprovechado, así que...

Sin tiempo para hablar, un haz de luz azul brillante y cegador pasa justo por delante de los ojos del demonio, dejándolo confuso momentáneamente y haciéndole retroceder para evitar lo que fuera eso, algo que Paula aprovechó y sin perder el tiempo, quitándose el sudor de la frente, agarró de vuelta el tubo con fuerza y corrió en contra de Eins para luego impulsarse con el suelo del tejado e intentar golpearle; el estallido de chispas que iluminó el cielo al hacer chocar las llamas con el metal por poco alcanza a Claire, la responsable del haz de luz momentos atrás, quien aprovecha la situación para cargar energía en su brazo y usarla para lanzar una gran cantidad de llamas que Ira logra esquivar y disipar a duras penas con la espada.

𝕷𝖆 𝖘𝖊𝖈𝖙𝖆 𝖊𝖌𝖔í𝖘𝖙𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora