-12-

508 50 0
                                    

Narrador Omnisciente

Entre calmar a sus hombres y lograr sacar un si de los labios de Anne, Benjicot ha podido determinar que han sido los seis días más difíciles de su existencia. Por un lado sus hombres no están del todo satisfechos con su decisión de desposar a la chica Bracken, y por el otro la chica Bracken no terminaba de aceptar desposarlo... el sabía bien que ella mentía cuando le decía que no, lo veía en sus ojos, y ella sabía que le mentía, que si el la llevaba frente a un Septon ella diría las palabras aunque pasara todo el camino negándose a desposarlo porque realmente no quería negarse. Sin embargo el muchacho quería escuchar salir de su boca un si para llevar aquello acabo. Deseaba escuchar ese si, tanto como la deseaba a ella y fue en el sexto día desde su llegada que el volvió a preguntarle entre besos si ella se casaría con él y de la dulce boca de su cierva salió un si, apenas audible, pero un sí... no se lo podía creer, la beso con más cariño del que nunca antes había puesto en sus besos y esa misma noche ordenó planear una boda para el amanecer; ni loco se arriesgaba a que ella cambiara de opinión o tratase de matarse de nuevo. Eso sí que no lo soportaría.

La boda se celebró de manera tradicional, a media mañana y en el lago más cercano, decorado con flores y listones. Aunque los hombres Blackwood no parecían muy complacidos con su nueva Lady mostraban aún así respeto y se encontraban felices celebrando el matrimonio de su Lord... quien no dudó en preguntar a los maestres cuando sería prudente poner un heredero en Anne, no quería correr riesgos con la herida de su abdomen; la pobre chica se sonrojo como nunca antes lo había hecho, Benjicot había osado preguntar aquello frente a todos a mitad del banquete. Claro que los hombres lo celebraron con gusto, todos deseaban que su Lord tuviera pronto tanto herederos como le fuera posible, sin embargo era prudente esperar al menos 3 lunas. Una vez conociendo la información Benjicot tomó a Anne y se la llevó sin siquiera terminar su comida, deseaba consumar el matrimonio lo antes posible, no es como si no lo hubieran hecho antes, en realidad, esa misma mañana.

Ese día, fue la primera vez que Benjicot le hijo el amor a Anne, porque realmente así lo sintieron... él estaba embriagado de cariño y emoción por al fin tenerla oficialmente para el hasta el último de sus alientos o quizá había tomado demasiado vino pensó Anne, un Benjicot así de dulce no era frecuente de encontrar. El muchacho beso cada parte de ella como nunca antes había besado, sus estocadas eran profundas y pasionales mientras su manos acariciaban cara centímetro de su piel y su boca susurraba cuán encantado estaba por ella... cuanto le gustaba y cuanto la deseaba, lo bien que se sentía estar dentro de ella. Le sacó tantos orgasmos como le fue posible y aunque no se derramara dentro de ella por precaución si que lo hizo en su entrada, manchando su intimidad con su semilla.

Algunas lunas después Benjicot volvía de un entrenamiento, el sudor recorría su rostro y estaba cubierto de polvo, se encontró con la espalda de su esposa sentada en un sillón del salón, se acercó sigiloso y la encontró bordándo con un hilo negro, una sonrisa se extendió en su rostro.

— Aún tienes manos, mi cierva - murmuró, ella se sobresaltó un poco y frunció su ceño, el dejo un beso en su mejilla - puedo córtatelas si lo deseas, seré cuidadoso.

— Cierra la boca - murmuró ella con molestia. El río.

— No se si recuerdo bien... peor creí escuchar de esa dulce e insolente boca alguna vez - ella entrecerró sus ojos mirándolo mientras el se movía tomando asiento a su lado - que te cortarías las manos antes de bordar cuervos.

— Eres el más idiota Lord de todo poniente - le respondió con un destello molesto - ¿lo sabías? - ella volvió a su bordado refunfuñando y el la tomó con sus brazos besando su boca, deslizó una mano hasta el vientre de ella y se separó solo lo suficiente de sus labios para susurrar.

— No le hace daño tener una madre tan amargada - le dijo el chico con broma.

— Le hace más daño su padre insufrible - cualquiera que los escuchara pensaría que se odiaban pero lo cierto es que los ojos de ella no mentían, reflejaban el cariño que le tenía y así mismo él no podía estar lejos de ella... ese juego de las insolencia era una costumbre que les había quedado, duraba poco y solían terminar en besos que se convertían en caricias que acababan por hacer desaparecer la ropa.

— ¿Bordaras sementales para sus sábanas también? - preguntó el muchacho más tranquilo acariciando el vientre de ella - ¿o tendré la dicha de que solo sean cuervos?

— Es un Blackwood - respondió ella con un brillo en los ojos - para mi desgracia - murmuró con diversión y los labios de Benjicot volvieron a juntarse con los suyos.

— Para la mía también es un Bracken, debilitamos su sangre - finge un drama - quizá no aprenda nunca a usar las espadas correctamente.

— No digas esas cosas - ella le da un empujón - que tal te escucha - su ceño se frunció.

— Sabe que bromeó -  respondió el muchacho acariciando de nuevo el vientre - en cualquier caso, cierva, mi sangre es mucho más espesa que la tuya... - ella volvió a empujarlo con una sonrisa.

— Eres un Idiota - le soltó rodando los ojos y el no hizo más que comerle la cara a besos.

Entre Cuervos (+21) - Benjicot Blackwood Donde viven las historias. Descúbrelo ahora