Alguien me llamó su hermana mayor, algo de lo que tendría que acostumbrarme. Era tan incómodo oírlo que no me atreví a corregirlo. ¿Qué pensaría esa madre si supiera lo que realmente éramos? La mujer ya había accedido a tomarnos una foto. ¿Era necesario quitar el comodín de si ella nos miraría o no con desprecio? No quiero oír que digan que no soy digna de A-Neung. Nunca he sido indigna en nada en mi vida, entonces toda la familia de A-Neung dijo que yo era indigna de ella, tanto su abuela, Fah y Chet. Soy buena para cualquiera, pero no para A-Neung y eso dolía demasiado. Solamente mi abuela causaba escozor en mi piel y emociones, pero cuando se trata de la chica traviesa, siento que me derrumbo. Los labios de Chet no me produjeron nada más allá que desagrado. No se sintió bien, agradable o erótico, simplemente era desagradable. Cuando beso a esa chica, mi pecho se llena de emoción, una que jamás había experimentado. He besado a otras mujeres y no se siente igual, mucho menos lo que me produce al separarnos y ver los ojos de la más pequeña al mirar los míos. A-Neung me miraba tras un beso y yo lo era todo para ella en esa mirada rodeada por pequeñas arrugas alrededor de sus ojos y la sonrisa llena de gozo. No sólo era M.L, yo era algo mucho más importante que cualquier título inútil para esa chica. Yo lo era todo para ella, incluso el aire que respiraba. ¿Cuánta devoción puede darte otro ser humano? ¿Podrían alcanzar el de A-Neung? Una felicidad tan pura y caso etérea, que era un crimen intentar tocarla con las manos. Nunca supe lo dulce, hermoso o desgarrador que podía llegar a ser el amor hasta que conocí a A-Neung. Corrí y traté de alcanzarla, ella había entrado a su coche y intenté detenerla colocándome frente al coche, pero ella retrocedió y se movió increíblemente bien para esquivarme.
—¡No quiero oírte! ¡Déjame sola! —Gritó y se alejó.
—¡Neung! ¡Maldita sea! ¡Neung! ¡Por favor! —Grité esperando que ella retrocediera y me diera una oportunidad de explicar. Lo único que me quedaba era ir a la casa de su abuela y decirle la verdad. Caminé para entrar al palacio y buscar las llaves del coche, hasta que Chet me detuvo. —Quítate. —Dije de modo amenazante. Estaba desesperada y asustada, quería llegar a A-Neung y verla segura.
—¿Qué hacía aquí A-Neung?
—¡¿Incluso te atreves a preguntarlo?! —Grité, algo raro en mí, especialmente porque empujé a Chet con ambas manos, esnifando. —¡Ahora ella pensará cosas que no son!
—Bien, así finalmente entenderá que…
—¡¿Qué clase de padre eres?! —Volví a empujarlo. —¡Ella estaba llorando! ¡A-Neung está llorando en un coche! ¡¿Lo haz pensado?! ¡¿Pensaste en lo que podría pasarle?! —Grité y él se timbró, ahora entendiendo la gravedad de la situación. —Debí dejar que Tuo Lek te encerrara, no lo hice porque eres el padre de esa chica. ¡Tenemos que encontrar a A-Neung!
—C-claro…—Titubeó él, pero antes, sujeté su camisa.
—No te perdonaré si vuelves a hacerlo, ya se me ha agotado la paciencia. —Advertí ante de soltarlo y entrar al palacio por mis cosas, luego vi en la mesita de café el móvil de A-Neung. Más que darme cuenta de la razón de que ella estuviera aquí, maldije que ahora fuera imposible comunicarme. El recuerdo de su accidente estaba grabado en hierro caliente en mi cabeza. La idea de A-Neung herida me estaba volviendo loca mientras conducía a casa de su abuela. —¡¿Está A-Neung?! —Pregunté desesperada a la abuela de A-Neung, sin estar de humor para formalidades. —¡Dígame si está ella en casa!
—A-Neung debería estar en la universidad.
—Maldición.
—¿Qué ocurre?
—Chet ocurre. Hizo algo que disgustó a A-Neung y ahora ella está inestable.
—Dios mío. ¿Qué hago? Mi nieta…
—Yo la buscaré, llámeme si aparece.
No sé por cuanto tiempo conduje, mi corazón latía desenfrenado y no pude evitar llorar. Si a ella le pasa algo yo moriría, no puedo vivir sin ella. A-Neung es mi todo y yo soy el suyo. ¿Cierto? Solamente pude implorar que no le pasara nada. Recuerdo que le hice prometer que no volvería a huir de este modo, pero… ¿Realmente cuenta ahora? A-Neung vio algo que nadie debería ver. ¿Por qué soportar que su padre besara a su amante? Aquello era simplemente horrible, por lo que no podía juzgar y no podría regañar a A-Neung. Entonces lo vi, era el coche de A-Neung, por lo que bajé del auto y corrí para encontrar a A-Neung golpeando el volante con rabia y su rostro lleno de lágrimas.
—Neung, te encontré. —Dije y ella me miró, para luego salir del coche y tratar de fugarse de nuevo, por lo que la sujeté de la muñeca. —Neung…
—¡Suéltame! ¡No quiero hablar contigo!
—Neung, no seas infantil, déjame explicar. —Al parecer fue una mala elección de palabras, porque ahora ella estaba más molesta cuando consiguió soltarse de mi agarre. Caminó dándome la espalda, abrazándose y seguía llorando. —¡Neung! ¡Neung! ¡Para de una vez!
—¡Déjame en paz!
—¡Ya para! No puedo perseguirte por toda la calle, es peligroso. Vamos a casa. La de tu abuela o el palacio. Dónde tú quieras.
—¡No iré a ninguna parte contigo! ¡No entiendes que quiero estar sola!
—Neung, por favor… Por favor. No quiero que estés en peligro. Vamos a casa.
—Iré a casa yo sola.
—No estás en condiciones, déjame llevarte. Luego mandaré a que recojan tu coche.
—No quiero ir a ningún lugar contigo. ¡No quiero tenerte cerca!
—Déjame que te explique. Fue tu padre quien…
—Lo sé. —Dijo ella tajante. —Sé que es mi padre, siempre sé que es él.
—Si lo sabes, ¿por qué estás tan furiosa conmigo?
—¿Por qué nunca lo haces parar? ¿Por qué dejas que diga y haga lo que él quiera? —Preguntó ella. Al final, ya era de noche y nos iluminaban las luces de las calles. De verdad no deseaba tener esta conversación en la calle.
—¿Podemos ir al palacio y hablar allí? —Pregunté incómoda y ella me miró con una furia que nunca había visto en sus ojos. Me inquietó. —No tengo derecho a contradecirlo, él es tu padre.
—¡No es mi padre! ¡No después de lo que hizo!
—Neung…—Intenté tocarla para calmarla, pero ella me pegó la mano.
—¡No! ¡Estoy cansada! ¡Yo quiero que Ar-Neung esté de mi lado!
—Lo estoy.
—¿Lo estás? —Preguntó A-Neung, aunque pareció burlarse. —Mi padre trata de hacerme ver hombres, aunque tengo novia; hace que mi amante vaya a un hospital, pero no es castigado; te besa frente a mí. ¿Acaso no harás nada? ¿Qué esperas que pase?
—Yo… —Titubeé. —Yo espero que crean que soy digna de ti.
—Yo no espero aprobación de ellos. Ya saben lo que somos y no hay vuelta atrás… Al menos no para mí.
—¿Qué quieres decir?
—Qué no soy yo quien está avergonzada.
—¡No lo estoy!
—¿No? Entonces, ¿Por qué no corriges a otros cuando nos llaman hermanas.
—No quiero que pases un mal momento.
—No soy quien pasa un mal momento, Ar-Neung. No me interesa que me vean mal, sólo no quiero que agaches la cabeza… No importa si nos critican por ser mujeres o que seas mayor, simplemente quiero que te importe lo que yo piense. ¿Cuánto tengo que esperar hasta que te canses de mí? Cuando todo será muy incómodo para ti y me dejes otra vez, queriendo morirme.
Nunca antes había visto a A-Neung tan adulta como ahora. Ella que es infantil, juguetona y cariñosa, estaba pensando más esto que nadie. Ella caminó más allá de mí y me congelé en mi sitio, pues no podía negar nada de lo que dijo. Tengo tanto miedo de ser indigna, que busco la aprobación de todos, eso incluía a Chet, mientras esa chica que se alejaba con el corazón roto, nunca necesitó la aprobación de nadie para amarme, sólo lo hacía. Tengo que admitir que no importa cuanto la busque, la sociedad nunca iba a dármelo, no importa cuantas veces agachara la cabeza, nadie me diría que está bien que yo la ame, ya sea por que somos mujeres o por los 16 años que nos separan. Era más fácil simplemente pensar que ella se cansaría de mí, que yo estaría demasiado mayor en algún momento como para que ella siguiera deseándome y amándome de ese modo tan propio de ella. Un mundo sin A-Neung, no era algo que pudiera soportar, mucho menos su rechazo. Fui a la casa de la abuela de A-Neung, pues necesitaba asegurarme de que llegó a salvo.
—¿Cómo llegó ella?—Pregunté a la abuela de A-Neung.
—En un taxi.
—¿Puedo ir a verla?
—Ella está en su habitación.
Subí las escaleras y, antes de tocar la puerta que pertenecía a A-Neung, escuché su llanto, por lo que me senté en el suelo, de espaldas a la puerta. Solamente la escuché llorar y todo era mi culpa. Si le hubiera puesto limites a Chet, si dejara de compararnos con las parejas más jóvenes y dijera con valentía que somos amantes, ella no estaría sufriendo de este modo. Le entregué el móvil de A-Neung a su abuela y regresé al palacio, no quise comer y eso preocuparía a la tía Nim, pero no me sentía capaz de comer nada. Al final, la soledad fue tan asfixiante que visité a mi hermanita y a Mon. La tarta rosa me sirvió una copa de vino y un trozo de pastel, curiosamente rosado.
—Gracias. —Dije y la señorita rosada me sonrió tranquilizadoramente.
—Sabía que tendría que haber puesto a ese hombre tras las rejas. Podíamos dejarlo pudrirse la mayor parte de su vida.
—Khun Sam, eso es ilegal.
—Soy rica, Mon. —Dijo tajante y Mon rodó los ojos, pues su mujer seguía creyendo que el dinero lo podía todo. Eso y que no entendía de que Mon no le permitiría hacer algo que era ilegal y evidentemente estaba mal.
—¿Cómo te encuentras por todo esto, Khun Neung? —Preguntó Mon sentándose junto a Sam, metiendo los pies en la piscina como las demás. Era bastante relajante este ritual en su hogar. Yo venía por consejos en las noches de los días de semana, pues en el día trabajaban, y conversábamos con una copa vino en la mano y el corazón en la otra.
—A-Neung tiene razón, soy una cobarde.
—Es difícil ver a M. L. Sippakorn cómo una cobarde.
—¡Khun Sam! —Regañó Mon y sonreí.
—Tuo Lek tiene razón, yo misma no esperaba convertirme en una cobarde. Siempre me vi cómo alguien perfecto, que nadie era digno, pero desde que conocí a A-Neung, mientras más la amo, más me duele por dentro y más insegura soy. A pesar de que es joven y pequeña, de apariencia ingenua, es todo lo contrario. A-Neung es la chica más valiente que he conocido. —Hice una pausa bebiendo un poco del vino. —Ambas somos mujeres, la sociedad no lo va a tolerar; soy mucho mayor, el mundo no lo va a aceptar; además que, por la diferencia de edad, un día A-Neung me verá poco atractiva o muy aburrida y me dejará. Siempre tengo estos destructivos pensamientos. Sólo conseguí hacerla más insegura a ella también.
—¿Qué es lo que vas a hacer? —Preguntó Sam.
—Primero hablaré con A-Neung, luego de eso, hablaré con Chet. Soltarme con el mundo será más difícil, pero, al menos, puedo hacer que Chet nos deje en paz, de una vez por todas.
—Yo podría…
—Absolutamente no, Khun Sam/Tuo lek. —Dijimos Mon y yo al unísono.
Sam hizo una mueca de disgusto. Ella sólo quería gastar dinero sobornando a un juez e imponerse a Chet… Aunque sea ilegal. Una cosa era visitar a Sam en su casa y otra es que cualquiera de nosotras, que ostentaba el título de M.L estuviéramos cerca de una celda. Además, no solamente era culpa de Chet, también era mía por no hacer algo al respecto. Yo misma tendría que solucionarlo. Esperé al viernes para que ella se calmara y que yo pudiera traerla al palacio, así que fui a buscarla a la universidad. Ella me miró con sorpresa y disgusto. Respiré profundo, preparándome para algo que jamás había hecho. Someterme a A-Neung, de rodillas si fuera necesario.
—Vengo a llevarte al palacio. —Anuncié y ella me ignoró, por lo que me ubiqué frente a ella. —Vas a pasar el fin de semana en el palacio, como siempre.
—No, gracias. —Dijo con malhumor. Ella iba a ser difícil.
—Neung, he hecho que se llevaran tu coche, vas a venir conmigo… Por favor. — Pedí y ella pareció dubitativa. Era de esperarse, pues me amaba, sólo estaba dolida. Me acerqué a ella y sujeté su mentón y la besé, ella se tensó por la sorpresa y luego se dejó llevar. —Por favor, cariño mío. —Dije con toda la dulzura que podía reunir y ella miró a nuestro alrededor alterada, segura de que nos habían visto. —¿Por favor? Ven conmigo al palacio y hablemos.
—Bien. —Dijo finalmente y quise bailar internamente, pero no podía bajar la guardia, sé que ella no lo hizo. Caminó hasta mi coche y le abrí la puerta del copiloto, siendo caballerosa, antes de ir al asiento del conductor.
—Gracias, Neung. Te prometo que no te arrepentirás. —Le aseguré, pero, por su mirada, ella no parecía estar muy convencida.Continuará...
Si les gustó, no olviden la estrellita y su comentario. 😉 ;) 💝 <3 Un abrazo.
ESTÁS LEYENDO
Blank the series fanfic - Un dulce amargo.
FanfictionLuego de casi perder a A-Neung y Khun Neung ahora tratando de llevar la relación con una chica más joven, todo parece miel sobre hojuelas, pero eso no quita que Chet siga buscando novios a la joven o que la mayor deje sus complejos. Una relación abi...