Saltando obstáculos

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  Martes, miércoles y jueves completos, fueron los días que estuve sin hablarle a Ar-Neung, mientras lloro en mi cama y miró nuestras fotos. A pesar del incidente con la madre, ese había sido el mejor día, incluso estaba pensando a dónde le gustaría ir a Ar-Neung, estaba segura de que podría soportar cualquier cosa que ella quisiera hacer,  después de todo, ella complació mi capricho. Ella no era demasiado difícil, estaba segura de que querría comer en algún lugar, tal vez un paseo o simplemente hacer algo en casa. Haría cualquier cosa que la hiciera feliz. A veces no puedo evitar recordar la noche de la cena, cuando Ar-Neung invitó a Folk, a papá y a esa linda doctora. No entendí nada de negocios y estaba aburrida, es verdad, pero… ¿Realmente hacía falta que Ar-Neung me restregara eso? Cuando dije que cambiaré si era necesario, lo dije en serio, luego ella lloró y quise consolarla. Hay chicos de mi edad con los que no puedo hablar, simplemente no los comprendo o no me interesa de lo que hablan. ¿Ella y yo tenemos que hablar de negocios para estar juntas? No quiero perder a Ar-Neung, pero estaba enojada, triste y confundida. No la dejaría por culpa de cosas triviales, aunque la edad es muy lejana, sé que ella siempre será una mujer hermosa. ¿No podemos amarnos sin pensar en el futuro? Estaba demasiado cansada de que me restregaran en la cara la diferencia de edad, me hacía insegura. Si ella cree que la dejaré porque me parecerá aburrida en el futuro, ¿por qué yo no podría creer que ella me dejará si soy demasiado infantil? Ahora estábamos ambas en la sala del palacio, para mi sorpresa, no sentí movimiento en la casa. Ni siquiera de la tía Nim.

—¿Y los empleados?

—Les dije que hoy me las arreglaría sola. Estamos solas. —Dijo y, para mi asombro, Ar-Neung parecía incomoda. —Necesitaba que estuviéramos a solas.

—Estoy enojada contigo. —Le recordé y ella asintió mirado al suelo. De verdad es raro cuando ella se comporta así. Me regañé internamente por pensar que su vulnerabilidad era linda. ¡Se supone que estoy disgustada! —Bien. ¿Qué querías decirme? Tengo que ir a casa de la abuela.

—Te dije que pasarías la noche en el palacio. Tu abuela ya lo sabe y está bien con eso.

—Tal vez ella sí, pero yo no.
—Neung, es muy tarde. ¿Cómo pretendes irte?

—En taxi. —Respondí tajante y ella se enojó.

—Neung, así tenga que atarte a un mueble, no te irás de aquí. —Dijo de malhumor y volví a reprenderme. Desde que jugábamos a “eso”, me excitaba cada vez que se ponía mandona.  Creo que ahora soy una pervertida, fantaseo demasiado. Este no era el momento, así que forcé mi rostro a no mostrar nada que no sea disgusto.

—Dije que vendría, no dije que me quedaría.

—Neung, por favor, sé razonable, es muy tarde. So todavía estás enojada conmigo después de esto, puedes dormir en tu habitación, no tienes que compartir la cama conmigo. ¿De acuerdo?

—Está bien. —Respondí con los brazos cruzados sobre el pecho. Estar en la misma casa con Ar-Neung y no dormir con ella iba a ser una tortura. Esperaba que ella se sintiera tan mal como yo.

—Lo siento por no haberle puesto los límites más claros a tu padre, no imaginaba que podría haber hecho eso. Sabes que yo no quise besarlo. ¿Verdad?

—¿No te dije que ya lo sabía? Debiste hacer algo después… yo aún podría.

—No repetiré que es tu padre o te sermonearé, esta vez Chet si se pasó.

—¡También se pasó al dejarte inconsciente! —Grité de la ira al recordarlo. Ar-Neeung sonrió. —¿Por qué sonríes si estoy molesta?

—Todavía te preocupas por mí. —Respondió Ar-Neung. —Es gracioso, Tuo Lek quería llevar preso a Chet, aunque eso significara hacer algo ilegal como sobornar a un juez.

—¿Khun Sam realmente iba a hacerlo? Que envidia.

—¿Envidia por qué?

—Por lo que Khun Sam es capaz, no quiero ni pensar en que haría si la situación se invirtiera. —Dije sin pensar y eso pareció deprimir a Ar-Neung. —Lo siento, no debí decirlo.

—Está bien, tienes razón. Tuo Lek es más firme que yo. Debí incluso conseguir algún tipo de orden de alejamiento, pero es tu padre y es imposible librarme de él del todo.

—Yo podía librarnos de él.

—Realmente no le tienes estima a Chet. ¿Verdad?

—¿Cómo tener estima de un padre que me fuerza a estar lejos de quien amo y que encima la besa? No hay forma.

—Es cierto. Soy M.L y debí ponerlo su lugar.

—¿Y por qué no lo hiciste? —Pregunte y, allí estaba, el elefante en la chatarrería. Me sentía demasiado ansiosa por conocer su respuesta.

—Porque tengo miedo. —Confesó finalmente Ar-Neung, sus ojos ahora en un punto indeterminado de la habitación, renuente a mirarme directamente. —Toda mi vida he sido querida y admirada, todos son indignos de mí. Piengfah, tu abuela y Chet, toda tu familia me dijo que no era digna, por primera vez lo escuchaba. Yo no era digna de ti, no importaba que fuera M.L, soy mucho mayor y una mujer, así que nadie va a aceptar que te amo, lo verán como algo malo o aberrante. Entonces, tal vez, si agacho la cabeza y soy complaciente con todos, nadie verá lo malo en que estemos juntas. Si tu familia me acepta, si consigo que todos estén contentos, entonces seré digna a los ojos de los demás. No dolerá creer que no lo soy y nadie tendría que interferir.

  Entonces la crudeza de las palabras de Ar-Neung me golpearon. ¿Entonces es así? ¿Humillarse a mi familia para que nos dejen estar juntas? Ar-Neung tenía que ser el adulto responsable, estar pendiente de que me vaya bien en la escuela, que esté a la hora indicada en casa, que preste atención a mis padres, aunque quiera que todo mi tiempo libre sea para ella, todo para que ellos estén contentos y nos dejen pasar momentos juntas. No era justo, definitivamente no lo era. Era cómo si Ar-Neung apenas sujetara mi dedo para mantenerse junto a mi, mientras una ráfaga de criticas amenazaban con arrastrarla lejos. Mis padres, mi abuela y todos los que no nos conocían, absolutamente todos destruían el orgullo de Ar-Neung, mi edición limitada. Me enojé con el mundo, ya que, al parecer, no era su intención dejarme ser feliz. Miré a Ar-Neung cuando comenzó a hablar de nuevo. Tan indefensa y hermosa, deseaba tanto traer de regreso su orgullo magullado. La quería fuerte y arrogante, juguetona y mandona, deseaba que sonriera sólo para mí. Dios, no podría amarla más.

—A veces me pregunto, si llegará un momento de que esta mujer que en pocos años cumplirá 40, no será una carga para ti o llegue a aburrirte.

—Todavía no llega un momento cómo ese. Yo siempre te quise y eso no va a cambiar. Ar-Neung es perfecta para mí.

—No ha cambiado... Ahora. —Dijo con una sonrisa melancólica.

—Si eso es así. ¿Tú te cansarás de mi yo infantil?

—¿Qué? —Jadeó y yo retorcí mis manos inquieta.

—Si crees que serás aburrida para mí, yo pienso que seré molesta para ti. Soy infantil y berrinchuda muchas veces, además de celosa, y por eso me regañas mucho. ¿Qué tal si llego a ser un fastidio?

—Neung, me gustas justo como eres.

—Y a mí me gusta Ar-Neung tal y como es.

—¿Sigues enojada conmigo?

—No tanto. —Sonreí cuando finalmente nos miramos a los ojos.

—Traviesa. —Dijo con su tono de voz más dulce y sujetó mis manos, para luego juntar nuestras frentes. Todo se sentía en su lugar de nuevo. La edad siempre iba a ser un problema, pero…

—¿Qué pasa con papá? —Le recordé.

—Hablaré luego con Chet para que deje de molestar. Yo ahora, también, soy rica. ¿Recuerdas? Una perfecta M.L en un palacio.

—¿Vas a sobornar a un juez?

—No, pero puedo poner más seguridad en la casa y para que quiera meterse aquí tendrá que pensarlo un par veces.

—Suena bien.

   Ar-Neung me besó, por lo que la abracé con mis brazos sobre sus hombros, una posición que ya era costumbre. Sus besos siempre eran intensos, como si me devorara y lo disfruté gratamente, hasta que nos separamos y ella me empujó en dirección a las escaleras, subimos y creí que nos dirigiríamos a su habitación, en cambio, acabamos en la biblioteca, antes de poder preguntar, sentí una delicada tela sobre mis ojos, ahora los tenia vendados y también me ataron las manos tras la espalda. Aquello eran dos corbatas, su tela lustrosa era evidente. 

—¿Ar-Neung? —La llamé. Todo fue tan repentino que no supe cómo reaccionar. Pude sentir a Ar-Neung tras de mí.

—Haz sido una chica muy mala. ¿No es así? Qué te han traído con la directora. ¿Cómo debería castigarte para que vuelvas a ser una buena y recta alumna? —Preguntó con picardía tras mi oreja y me ericé.

—Yo…—Titubeé y luego gemí al sentir que abría los botones de mi camisa, bajándome el sujetador. Sus manos tomaron mis senos y apretaron con rudeza.

—¿Dijiste algo?

—Yo… ¿Lo siento?

—¿Acaso es suficiente con sentirlo? —Preguntó y me sujetó hasta que me depositó sobre el escritorio de la biblioteca, su boca chupó mi cuello, bajó por la clavícula y mamó mi pecho, tirando del pezón con los dientes. ¡Dios, amo su boca! —Esta bien que hagas ruido, hoy no hay nadie más que nosotras en el palacio, así que solamente yo te escucharé.

—Lo siento, me he portado mal. —Dije al concentrarme finalmente en el juego. Ar-Neung estaba cumpliendo mi fantasía. Después de todo, yo ya traía puesto mi uniforme de la universidad.

—Haré que realmente lo sientas. —Advirtió bajándome al humedecer mis dos pechos con su lengua. Me colocó con el pecho en el escritorio, todavía con las manos atadas y me sentí avergonzada al sentir que levantaba mi falda y me quitaba las bragas, dejándome expuesta. —Muy bien…—Escuché decir a Ar-Neung que me acariciaba una nalga y luego sentí una nalgada. Me crispé y jadeé, ella la acarició en el golpe y luego sentí otro golpe, esta vez con una regla de madera pequeña y chillé al escozor. Ella acariciaba tras cada golpe, pero nunca era demasiado fuerte, sólo lo suficiente para que fuera apenas molesto. Evidentemente ella me cuidaba y era muy cuidadosa con lo que hacía. Tras el octavo golpe ya no pude más y ella se dio cuenta, por lo que me acarició con ternura. —Resististe bien. Te daré una recompensa. Separa las piernas.

—Si. —Dije con un temblor en la voz.

—Si, ¿qué?

—Si, señora directora.

—Excelente, ahora ábrelas para mí. —Ordenó usando la regla para enfatizar, dando golpecitos suaves en mis muslos internos. La obedecí y ella acarició mi intimidad desde atrás antes de penetrarme con dos dedos. Gemí mientras era envestida, deseando que me quitara las restricciones y poder abrazarla. Era demasiado intenso, sus manos siempre sabían cómo derretirme. Tiró de mí para que estuviera de pie, mi espalda contra si suave pecho, su mano cruzó mi estómago y siguió en mi intimidad, su otra mano acariciaba mi pecho y tiraba de mi pezón. Ya no pude más y sentí que me derramaba en ella, por lo que caí arrodillada. Finamente Ar-Neung me quitó las restricciones y jadeé al verla con el cabello a un lado, algunos botones desabrochados y sus gafas. ¡Ella es tan hermosa! ¡¿Realmente creen que podría dejar a alguien tan sexy?! ¡Nunca! ¡Ella es mi edición limitada! ¡MÍA!
—Ahora pondremos esa lengüita a trabajar. —Dijo y se sentó, dándome cuenta de que ella traía una falda corta. ¡¿Desde cuando tenía esa falda?! ¡¿Cuándo se la puso?! Estaba tan furiosa que no reparé en su atuendo. —Ven aquí, pero a gatas. —Ordenó y obedecí, quedando aún de rodillas frente a ella. Besó mi frente y señaló entre sus piernas. —Muy bien, hazme venir con la boca.

  Me ruboricé, pero obedecí emocionada. Yo añoraba siempre complacerla. No me importa ser criticada, me gusta complacer a mi amor. Ar-Neung es mi todo, ella me protege, me complace y me ama, tanto como la amo a ella. Sujeté sus muslos de piernas largas y comencé mi labor, deseando hacerlo lo mejor y conseguir que llegara, pues aún soy algo torpe. Ella sujetaba mi cabeza para hundirla entre sus piernas y mordía su labio inferior, cada vez más hermosa a mis ojos. La sentí convulsionar y suspirar, para luego que ella levantara mi barbilla y me sonriera con ternura.

—Excelente trabajo. Ven aquí. —Tiró de mí para que me sentara de lado en sus piernas y me abrazó con fuerza, besando mis mejillas y cabello, me acurruqué y suspiré. Ella volvía a ser la Ar-Neung que me enamoraba con su dulzura. —Neung. ¿Te ha gustado?

—Mucho. —Dije dando un besito en su mejilla, ella soltó una pequeña risita en su voz oscura y me sentí derretida nuevamente. —Te amo.

—Yo también te amo. ¿Nos vamos ya a descansar a mi cama?

—Sí. —Asentí efusiva antes de que nos besáramos un poco más. 

  Sé que iba a haber más dificultades en el futuro, pero no me arrepentiría de enamorarme de Ar-Neung. Ella es perfecta para mí, mi única y valiosa M.L.

Continuará...

Perdonen que me tarde tanto, estoy animicamente cansada, en mi casa hacemos malabares para pasar la semana, en Venezuela estan pasando muchas cosas y "ellos" no especificaré, han puesto más complicado la cosa de las apps, suerte que me bajé una VPN al móvil. Si han seguido la noticia de Venezuela me entenderan.

Sí les gustó el cap, no olviden comentarlo, suscribirse y darme una estrellita. Me entretiene mucho leerlos también. Espero que les guste cómo llevo a A-Neung y a Khun Neung, trato de mantener sus personalidades lo mejor que puedo para el desarrollo de la trama. Un abrazo.

Blank the series fanfic - Un dulce amargo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora