Cuando la corona de su madre fue puesta en su cabeza, vio como sus tres hermanos pequeños lo observaban fijamente con los ojos asustados de niños que perdieron todo en la guerra. Y entonces Jace lo supo, no sólo era el Rey, era la cabeza de la casa...
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El chocolate era su dulce favorito favorito, siempre lo había sido, desde que tenía memoria. Si realizaba sus tareas a la perfección durante el día su padre le permitía comer bombones de chocolate después de la cena, y ese era su momento favorito en todo el día. Sentada al lado de su padre y su madre, disfrutando de su dulce favorito, luego un beso en la mejilla e irse a la cama después de un día maravilloso.
Su vida era feliz.
Brianna Tyrell había sido amada por todos en Highgarden desde que llegó al mundo. Su padre había dicho que era como una rosa dorada por sus cabellos, iguales a los de sus madre, y aunque no era un hombre ni el heredero que Lord Matthos Tyrell esperaba, la amaba con devoción. Y aunque fueron años de intentos fallidos y embarazos que no llegaron a término antes de que llegara al fin un heredero, sus padres siempre compartieron un amor sólido.
Eran una familia unida.
Pero eso había terminado.
– Por favor, compórtate – dijo su madre acomodándose en su asiento dentro del carruaje.
– Ya lo sé – murmuró Brianna de mala gana mientras intentaba mirar algo por la ventana de aquel carruaje.
No lograba ver casi nada. Solo notaba como esperaban en las puertas de Desembarco del Rey para ingresar a la ciudad, y seguramente tendrían que esperar bastante tiempo ahí ya que la fila era larga y la guardia de la ciudad estaba histérica con las visitas que llegaban en masa a jurar lealtad a su nuevo Rey.
Brianna suspiró pesadamente.
– ¿De verdad van a registrar a casa persona que ingrese a la ciudad? Es absurdo, como si alguien fuera a llevar algo que lo acusara de traición al Rey – dijo bastante irritada.
Llevan viajando meses desde las tierras del Dominio solo porque el nuevo Rey había exigido la presencia de todos los Señores y Señoras de los Siete Reinos. No habían llegado para la coronación, el viaje era muy largo para alcanzar a llegar a eso con tiempo, pero finalmente estaban ahí, y su madre tendría que arreglar todo.
– Están histéricos – dijo su madre por lo bajo – Y tienen razones para estarlos, esta guerra fue... – no terminó la frase pero se estremeció pensando en lo que había significado aquella guerra: fuego, destrucción y muerte.
– Los demás pretendientes están muertos, el Rey Jacaerys es el único que queda, no hay amenaza en el Reino – dijo la chica mirando a su madre.
– Bueno, eso se dice – su madre se mantuvo pensativa un momento – Pero si los rumores son ciertos... nuestro Rey es bueno... ya sabes...
Brianna asintió sabiendo a lo que se refería.
– Pero eso da igual, es el mayor de todos los Targaryen que quedaron, y bueno, los más pequeños son sus hermanos y...
– ¿Eso importó cuando Aegon usurpó el trono a su hermana? – la interrumpió su madre.
