Capítulo 3

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Jacaerys estaba hecho una furia, si pudiera ahora mismo los enviaría a la Citadel a servir a los Maestres de por vida, a vivir al servicio de otros, sin los privilegios que la corte les entregaba. Quería ver si con ese castigo les seguirían quedando ganas de comportarse como bestias y no como príncipes Targaryen.

No lo entendía, por más que lo intentaba pensar no lograba entender por qué se comportaban así.

De parte de Viserys quizás tenía más sentido, era el más pequeño de todos, aún con apenas 6 onomásticos. Comprendía que a esa edad era fácil comportarse sin entender las consecuencias de las situaciones. Aegon también era entendible, era un niño que seguía la corriente de todo lo que su hermano mayor le decía. Buscaba hacer bromas sólo para que Joffrey pensara que era genial, pero en realidad era un niño asustadizo. Las noches en las que se despertaba gritando llamando a su madre, o las mañanas en las que amanecía con su cama mojada se lo confirmaban.

Pero Joffrey era algo completamente diferente.

Joffrey parecía no medir lo que hacía, parecía no tener empatía con nadie a su alrededor, ni medir las consecuencias de sus actos. En lugar de eso parecía un niño cruel, enojado con el mundo, que más allá de jugar bromas buscaba hacer daño. Y Jace no entendía eso.

Él nunca fue así. Había sido un niño risueño, que lo buscaba para que le leyera, que le pedía Luke que le prestara sus juguetes y que siempre estaba escondiéndose detrás de las faldas de su madre. No entendía por qué ahora se comportaba como un completo idiota y tenía miedo en lo que se pudiera convertir cuando creciera si continuaba así.

– Dije que nadie se mueva – su voz sonó seca cuando observó como Joffrey intentaba escabullirse detrás de la Septa que aún tenía su mano en su nariz, intentando frenar el sangrado.

La chica que estaba delante de él hizo una mueca con la boca al escucharlo. Entrecerró los ojos para mirarla mejor, intentando reconocerla bajo toda esa lluvia chocolatosa que le había caído encima, pero no lo logró. Por más que evocara algún recuerdo de ella, no lo conseguía, así que simplemente se dijo que debía ser alguna dama que no se hubiera presentado con él aún.

La miró de arriba a abajo, analizándola, quizás incluso con un toque despectivo. Era rubia, pero un rubio distinto al de sus hermanos menores, tenía el pelo más bien dorado, brillante y largo, adornado con un peinado sencillo. Era un poco más baja que él, y eso que él mismo no era una persona muy alta, así que seguramente debía medir muy poco. Llevaba un vestido celeste con algunos toques dorados, y mangas largas y holgadas. Pero no lograba ver su rostro con claridad, la suciedad del chocolate no lo permitía.

– ¿Qué carajo están mirando ustedes? – gritó a los demás que observaban expectantes la escena.

Había quedado ridiculizado frente a todos. Las personas empezaron a murmurar y rápidamente se alejaron del lugar a excepción de Addam Velaryon, que se mantuvo a su lado, como su protector, y una mujer que se mantuvo al margen de la situación, pero que observaba nerviosa todos. Notó que la chica rubia hizo un intento por retroceder, queriendo retirarse de ahí.

– Le dije que no se mueva – ordenó de mala manera.

Ella asintió un poco asustada. Viserys que aún seguía escondido tras su falda, se abrazó a ella y observó a Jace con sus brillantes ojos azules llorosos por el castigo que había sufrido con anterioridad.

– ¿Quién eres tú? – preguntó el Rey, malhumorado, quitando algo de chocolate de su rostro, mientras aún sostenía las flores en sus manos.

Brianna intentó sonreír y extendió el brazo para sujetar al príncipe Aegon que se intentaba escabullir y escapar al notar que su hermano mayor solo estaba prestando atención a la chica.

Heaven | Jacaerys Velaryon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora