Su mano subió por la espalda de la chica, mientras la besaba de manera lenta, profunda y llena de necesidad. Ella soltó un gemido cuando él atrapó su labio inferior entre sus dientes, haciendo que él riera un poco por eso. En la última hora había descubierto lo mucho que amaba ese sonido, y todas cosas que escucharlo provocaba en su cuerpo. Era simplemente delicioso, como música para sus oídos.
La deseaba tanto. Con desesperación.
Bajó sus labios hacia el cuello de la chica, dejando un suave camino de besos hasta sus pechos. La posición era cómoda, y le permitía un total acceso a estos para hacer lo que quisiera con ellos. Ambos desnudos sentados sobre la cómoda cama de su habitación, ella sobre él enredando sus piernas a su alrededor mientras lo abrazaba y lo besaba. Las caricias en su pecho, en su espalda, en sus brazos, en cada lugar de su cuerpo.
Dioses, la amaba.
Si Jace tuviera que describir como era el paraíso, seguramente tendría que ver con este momento.
Apretó un poco la piel desnuda de su cadera cuando ella hizo un movimiento que hizo que sus sexos se rozaran levemente. Ella volvió a gemir y Jace pensó en cuanto necesitaba hacerle el amor de nuevo. La necesitaba completamente para él, para siempre. Pasó sus dedos por sus rizos haciendo que ella soltara una risa.
– Eres insaciable Jacaerys Velaryon – susurró ella divertida sobre sus labios.
Su erección, nuevamente lista, le estaba rogando que por favor lo liberara de esa tortura. Que tomara nuevamente a la chica, que la hiciera suya y que así estuvieran por el resto de sus vidas.
Y podrían haberlo estado.
La atrajo hacia su cuerpo con una fuerza que delataba la desesperación que sentía. Ella lo miraba fijamente, sus ojos llenos de una mezcla dolorosa de deseo y anhelo.
De amor.
De un amor que parecía tan cerca y, sin embargo, inalcanzable.
– Baela – susurró su nombre antes de besarla nuevamente.
Despertó con un sobresalto, empapado en sudor, como siempre que esos sueños lo atormentaban. Extendió la mano, buscando el vacío a su lado en la cama, pero solo encontró la fría soledad. Baela no estaba allí, y él ya no se encontraba en la habitación de Dragonstone. No era solo Jace Velaryon; era un hombre despojado de su pasado y de su amor.
Todo había cambiado, y aunque los sueños evocaban esos días felices, esos recuerdos, ya nunca volvería ahí. La realidad era una herida latente y abierta, que nunca sanaría.
Suspiró pesadamente y se obligó a levantarse de su cama, notaba que el sol aún no salía completamente, sólo algunos rayos ingresaban a la habitación por la ventana, pero no quiso mirar para saber que tan temprano era. Lo sabía. Sabía que muy probablemente nadie estuviera despierto aún en la Fortaleza Roja, quizás algunos Guardias y criadas, pero los demás debían estar durmiendo plácidamente.
Hace tiempo que él no lograba eso. Sus días eran largos y sus noches cortas, atormentadas por sueños que en realidad eran recuerdos. Recuerdos de aquellos que había amado y ya no estaban. Recuerdos de todo lo que la maldita guerra le había quitado.
Observó el jarró de agua sobre la mesa del lavabo y la vertió para después pasar sus manos húmedas sobre su rostro. Cada vez que se decía que lo había superado, que podía seguir adelante y que estaba bien, los recuerdos volvían una y otra vez, y a veces Jace sólo quería cerrar los ojos porque ahí era donde encontraba un trozo de todos lo que había perdido.
Ahí se reencontraba con el tacto suave de su madre acariciando su mejilla, se encontraba con las bromas fuera de lugar de Daemon, con la sonrisa de su abuela Rhaenys, con las canciones de marineros que cantaba Laenor Velaryon, con las bromas de Luke, y con los consejos y el orgullo en la mirada de Harwin Strong.
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Heaven | Jacaerys Velaryon
फैनफिक्शनCuando la corona de su madre fue puesta en su cabeza, vio como sus tres hermanos pequeños lo observaban fijamente con los ojos asustados de niños que perdieron todo en la guerra. Y entonces Jace lo supo, no sólo era el Rey, era la cabeza de la casa...