Capítulo 4

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– Brianna – su madre cerró la puerta con fuerza cuando estuvieron solas en la habitación. Su rostro estaba afligido y sus manos se movían nerviosas. – Solo te pedí una cosa. Una sola cosa.

Brianna evitó sentarse en la cama para no ensuciar las sabanas con todo el chocolate y los líquidos de dudosa procedencia que tenía sobre su cuerpo. Habían logrado algo que nunca pensó posible, se sentía asqueada por su dulce favorito y sentía que en cualquier momento iba a vomitar.

– ¿Qué he hecho mal? Esa septa estaba golpeando a ese niño – dijo de mala gana.

– Pero no es motivo para que le hablaras así al Rey – la frenó en seco, enojada. – Te ordenó que le pidieras una disculpa a la mujer, y no lo hiciste. ¡Y no solo eso! – su madre parecía a punto de sufrir un colapso nervioso – ¡Le dijiste a los príncipes que no lo obedecieran! ¿Quieres matarme? ¿Eso es lo que quieres? ¿Ver a tu pobre madre morir?

Brianna reprimió una sonrisa.

– Bueno, técnicamente no lo ordenó – dijo casi en un susurro.

Su madre la miró confundida.

– No dijo "es una orden" – Brianna se encogió de hombros – Si no dijo las palabras solo puedo tomar lo que dijo como una sugerencia...

– Dioses ayúdenme – dijo la mujer mirando hacia el cielo de la habitación de forma dramática.

A Brianna le causaba gracia cuando su madre se preguntaba de donde había sacado ella su dramatismo y su facilidad para meterse en problemas. No notaba que eran iguales en muchos sentidos.

– Solo quítate la ropa para que te puedas dar un baño.

La chica asintió y observó como Lía, su joven doncella entraba a la habitación con agua para la bañera. Su madre hizo una mueca con la boca pero se acercó a ella para ayudarla a quitar algo de la suciedad que tenía en su cabello.

– ¿Cómo hicieron explotar algo? – se preguntó la mujer.

– ¿De dónde sacaron tanto chocolate líquido? – la chica soltó una risa irónica – Me deben una, además ahora nunca podré volver a comer chocolate en mi vida. Me han generado un trauma. ¡Oh y sin mencionar mis rosas! El Rey ha arruinado mis flores.

– Brianna – su madre susurró ayudándola a quitarse el vestido, dejándola solo en un camisón de lino que llevaba debajo – Creo que eso es lo de menos relevancia ahora. Son días difíciles, cualquiera puede terminar colgado o con su cabeza en una pica.

La chica asintió con la cabeza. Sabía las preocupaciones de su madre: jurar lealtad sin llamar mucho la atención, sin ser cuestionada, encontrar un esposo para ella y volver a Highgarden con Lyonel, su hijo menor.

La entendía. Eran tiempos difíciles y todos estaban asustados, todos se señalaban unos a otros como traidores o como cobardes, o por el contrario, se intentaban alzar como supuestos héroes sin haber hecho mucho en realidad. Todos querían sacar provecho de algo. Persuadir al joven Rey de castigar a quienes pelearon contra su madre, e incluso a quienes no apoyaron a nadie, mencionando acudieron al llamado de Rhaenyra. Habían mucho en juego.

Su madre había escuchado como los Frey le exigían al Rey que les entregara Harrenhall el retribución a su apoyo al brindar el cruce a los norteños. Y ahora temía que alguien quisiera ambicionar Highgarden para si mismo, acusándolos de cobardes, de poco fieles.

Brianna sentía lástima por su madre, y a veces enojo hacia su padre por irse tan pronto y dejarlas solas. A la deriva.

Lyonel a penas tenía 6 onomásticos, y aunque Brianna sabía que su madre era muy capaz de llevar su casa y a su gente, era una mujer. El mundo generalmente no aceptaba a las mujeres con poder, no las quería dirigiendo, no las quería gobernando. La reciente guerra daba crédito a eso.

Heaven | Jacaerys Velaryon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora