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—Bien, mientras lo que ella llega les iré preparando una habitación para que puedan pasar la noche ¿bien? —dijo Cyno

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—Bien, mientras lo que ella llega les iré preparando una habitación para que puedan pasar la noche ¿bien? —dijo Cyno.

—Te ayudamos —dijo Aether—. Es lo mínimo que podemos hacer por la hospitalidad.

—Bien, vengan conmigo.

Los tres se dirigieron hacia unas escaleras color beige de cemento medianamente altas que se encontraban pegadas a una pared del fondo del pasadizo.

—Acompáñenme, la azotea queda arriba.

Paimon y Aether se quedaron viendo hacia arriba de las escaleras, luego compartieron miradas con dudas, pero al final siguieron a Cyno hacia la parte de arriba.

—¿Las cosas están acá?

—¿Ah? No, lo llamo azotea porque queda arriba, pero es el cuarto de mi hijo.

Nuevamente Paimon y Aether se miraron uno al otro, esta vez con una mirada en duda.

—¿Seguro que podemos ir? —preguntó Paimon—. No queremos mover algo por casualidad o algo así.

Cyno miró hacia sus invitados.

—No se preocupen, no creo que haya algo a parte de las pertenencias de mi hijo.

Con eso ambos se tranquilizaron, y así todos ingresaron a la pequeña abertura que había en el suelo de madera de la parte de arriba.

Al subir el cuarto los recibió un hermoso lugar con estética antigua, el cuarto era una belleza, probablemente la parte más bonita de toda la casa, ambos invitados quedaron completamente asombrados ante tal cuarto.

—Wow...—dijo Aether, veía mientras todos los juguetes que se encontraban tirados por la habitación, algunos de madera, otros de... plata...—. ¿Tu hijo juega con juguetes de plata?

Cyno se encontraba buscando en el gran armario tallado de madera y ligeros toques de plata de adorno.

—¿Ah? Sí, decidí conseguirle unos cuantos para que tenga más en cuenta el apreciar los objetos materiales.

Paimon y Aether se miraron confusos.

—¿Cómo se supone que algo valioso le haga entender a un niño pequeño?

Cyno agarró un par de sábanas y cobijas, luego cerró el armario.

—Mi hijo ya no es tan pequeño, es bueno que aprenda a valorar desde temprana edad.

Sin duda ambos invitados coincidieron en algo, ninguno quería hacer más preguntas sobre el método de enseñanza que empleaba Cyno.

—Bajemos —mencionó Cyno con un tono de voz neutro.

Con eso los tres se dirigieron a una de las habitaciones que quedaba en el pasillo del segundo piso de la casa.

—Hay un cuarto de invitados en este pasillo, allí pasarán su estadía aquí.

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