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Fueron tres días en dónde no había salido de su casa. Su celular estaba apagado, no quería que nadie le hablara, había intentado otros métodos de comunicación con el azabache, pero lo único que le resultaban eran las cartas, cartas que no volvieron a ser respondidas.

Había escuchado que algunos militares habían vuelvo, pero solo fueron llevados al hospital a morir. Pero no había señal del azabache, tampoco del echidna, peor aún, Rouge tampoco sabía nada.

Así que la conclusión fue la misma.

Habían muerto.

Durante ese plazo de días esperaba con un muy fino rayo de esperanza que las cartas fueran respondidas, pero no lo fueron.
La casa seguía en completa oscuridad, algunas cosas en la cocina fueron habitadas por pequeñas arañas y polvo.

Estuvo todos los días sin comer, llorando en silencio. Su vista ahora estaba en la puerta cerrada de la habitación, las lágrimas resbalaban por sus mejillas mientras sus ojos miraba un punto fijo en la puerta.

En su mano apretaba la primer carta que había recibido del azabache.
La hoja estaba arrugada por la fuerza con la que presionaba el papel. En su corazón había un vacío inmenso que no se podía llenar con nada, y un nudo en su garganta se formaba cada vez que susurraba aquellas palabras.

Sonic:vuelve conmigo...cumple tu promesa...vuelve conmigo Shadow...por favor...

Acercó sus piernas a su cuerpo y continuó llorando. La carta se mojó en sus manos por las lágrimas.

Un rayo de luz tenue entró por la ligera abertura de la cortina en su habitación. La luz calentó una parte de sus dedos y levantó la mirada justamente hacia lo cálido.

«Shadow:si algo me pasa –. Sonrió levemente–. No quiero que vuelvas a la oscuridad. Quiero que mantengas las ventas abiertas dejando que la luz entre, no quiero que llores, quiero que seas fuerte. Pase lo que pase, yo siempre estaré contigo, ¿Lo prometes? ».

Sonic:...lo prometo... –. Susurró dejando salir las últimas lágrimas que había guardado.

Las palabras siguieron resonando en su cabeza como un eco interminable.
Secó sus lágrimas y miró la puerta, tal vez el azabache ya no estaba, pero si Shadow no iba a cumplir su promesa, él si.

Tomó el valor de levantarse del suelo y dio un suspiro entrecortado. Abrió la hoja con la carta del azabache y la miró dando una débil sonrisa.

Sonic:lo prometo –. Murmuró y besó la carta metiéndola debajo de la almohada.

Se acercó a la ventana de la habitación y la abrió dejando entrar la luz del sol. Al inicio le molestó a sus ojos, pero luego sintió la calidez en su rostro.

Bajó las escaleras y fue a la sala abriendo las cortinas, la sala se iluminó y luego se dirigió a la cocina. Parecía que su cuerpo se negaba a avanzar y abrir la ventana por dónde el azabache sabía entrar. Pero su corazón le dio la fuerza y el cariño que necesitaba, se acercó a la cortina y la abrió.

Le quitó el seguro a la ventana y la levantó dejando entrar en aire fresco de afuera.

Sonic:es hora de volver a comenzar –. Se dijo a sí mismo en un susurró. Miró la casa del azabache y sonrió ligeramente–. Por tí, Shadow.

[•🏠•]

Con el pasar del tiempo el cobalto comenzó su vida otra vez. Guardó las cartas que había enviado el azabache en el cajón de su mesa de luz y mejoró su casa.

Comenzó a trabajar nuevamente y pudo hacer una videollamada con sus hermanos. Tails estaba bien igual que Cream y Sky.

Rouge:es bueno como has mejorado, yo también los extraño –. Dijo al lado del cobalto mientras veían a los niños del parque jugar en los juegos.

Sonic:tal vez ya no estén con nosotros, pero seguiremos por ellos.

Rouge:claro que sí –. Sonrió con calidez–. ¿Cómo te fue con tus hermanos?

Sonic:bueno, fue difícil hablar con Sonia otra vez, pero ahora estamos bien.

Rouge:eso es bueno.

Sonic:lo se.

Rouge:ya debo irme cariño, Amy me dijo que necesita un vestido de novia, al parecer, se va a casar.

Sonic:vaya, eso es bueno.

Rouge:lo se, adiós corazón, cuídate.

Sonic:adiós Rouge.

La albina subió a su auto y se fue. El cobalto se levantó de su lugar y fue de camino a su casa. La vida se volvió tranquila pero nada volvió a ser lo mismo sin el azabache ahí en su casa.

Sin embargo, ahora vivía por él.

¡Por la Ventana Imbécil! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora