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Dos Años Después...

La noche anterior había sido sumamente agotadora. Wimel había estado todo el día abierto y la gente no había dejado de llegar. Una ola de calor había azotado la ciudad el año pasado, el calor era insoportable.

Pero esa mañana estaba soleada. Se decía que este año habían posibilidades de nevadas, adoraba la nieve, le traía buenos recuerdos, ya fueran jugando con sus hermanos o con sus padres.

Había hecho un gran progreso con su vida, sin embargo, la ausencia del azabache seguía en esas cuatro paredes. Dos años ya no habiendo posibilidades de volver a encontrarse. Fuera de eso, había encontrado una universidad a la que había querido asistir, sin embargo, necesitaba más dinero del que ya tenía, así que comenzó a hacer doble turno en Wimel para recaudar más.

Tenía la esperanza de que en algún momento encontraría una respuesta del azabache en el buzón, pero sus esperanzas se esfumaron como el humo cuando no obtuvo una respuesta después de dos años. Rouge tampoco sabía nada, así que la conclusión ya había llegado a su fin. Ambos debieron vivir por las personas que más amaban.

¿Algo importante y posiblemente desilusionante? Había aceptado una cita con Jet. Obviamente resultó un desastre reviviendo momento que le gustaría olvidar, pero también sabía que no podía comparar a Jet con Shadow, por favor, todos sabemos quien ganaría.

Sin embargo, no había hablado del azabache con nadie, ni siquiera con Rouge, era como si nunca hubiera existido. Cómo si el tiempo se había llevado cada uno de los recuerdos y momentos juntos. Pero eso sí, había cumplido con su promesa, porque a pesar de todas las cosas que le sucedieron, no volvió a la oscuridad.

Asistió un par de veces a los shows de luces, pero no era lo mismo sin el azabache.

Esa misma mañana, estaba totalmente agotado, como dijimos, había sido una noche larga y pesada. La brisa fresca movía con lentitud las cortinas de tela fina. El sol estaba radiante mostrando su resplandor con majestuosidad.

Era viernes. No iban a abrir Wimel por el hecho de que estaban cansado, aún así, quería hacer su rutina de salir a correr, pero pospuso la hora para las nueve de la mañana.

La alarma sonó y con su mano la apagó poniendo el celular boca abajo.
Se sentó en la cama y estiró su cuerpo dando un muy largo y exagerado bostezo.
Parpadeó un par de veces y se ubicó donde estaba y quién era él.

Bajó de la cama y fue al baño descalzo. Lavó su cara y cepilló sus dientes, una vez hecho todo su aseo volvió a la habitación, se puso cualquier remera que encontró por ahí, la cual era una negra, y luego un pantalón corto de color azul.

Bajó las escaleras con pesadez y volvió a bostezar, fue a la cocina y puso agua a calentar dándole la espalda a la mesa como siempre.
Mientras el agua se calentaba abrió la alacena sacando una taza.

–Buenos días, Sonic.

Sus ojos miraron la pared de la cocina. Cerró la puerta de la alacena y bajó su mirada a la taza. Sus labios comenzaron a curvarse hacia arriba y sonrió ligeramente. Aquella voz alborotó su corazoncito. Aquella voz que había esperado durante dos años, teniendo la esperanza de que la volvería a oir a pesar de creer que había sido el fin.

Deslizó sus manos por la mesada y volteó hacia la mesa mirando al erizo sentado en la silla sonriéndole. Los ojos verdes del cobalto se humedecieron y se recostó en la mesada con sus manos en la cerámica, aún sonriéndole con cariño.

Sonic:buenos días, Shadow...

Continuará...

¡Por la Ventana Imbécil! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora