La mañana comenzó con un brillo especial, y el aire estaba lleno de la promesa de un día perfecto. Me desperté desde muy temprano, sintiendo una mezcla de nerviosismo y entusiasmo. Sabía que hoy era crucial para poder avanzar en la competencia de gimnasia rítmica. Después de una rápida ducha, me vestí con mi ropa de entrenamiento, debajo traía listo mi uniforme para la presentación de ese día y me dirigí con confianza a la arena donde se iba a disputar la clasificación.
Al llegar al área de calentamiento, el ambiente estaba cargado de nervios y concentración. Las demás gimnastas se preparaban para sus rutinas, y el aire estaba impregnado con la intensidad de la competencia. Me dirigí a un pequeño espacio que tenía para practicar antes de la presentación, donde ya me esperaba mi compañera de hace tiempo, mi cinta de gimnasia. Me puse a hacer algunos estiramientos para preparar mi cuerpo para la prueba, repasando mentalmente cada paso de mi rutina con toda la concentración en cada movimiento de mi cuerpo.
Momentos después escucho mi nombre en todo el lugar, lo que significaba que era mi turno para la clasificación, caminé con confianza y seguridad al centro del área de competencia esperando la señal para poder iniciar. Las luces de la pista se enfocaban solo en mí, solo me iluminaban a mí y todo el público manteniendo la respiración, expectantes por el comienzo de la rutina. Después de un silencio la música empezó a sonar, marcando el ritmo para cada paso de la coreografía. Tomé una respiración profunda y empecé con movimientos sueves, detallados y elegantes, haciendo que la cinta se moviera en amplios arcos que creaban figuras en el aire.
La primera parte de la coreografía fue una secuencia fluida y refinada. Salté con la cinta extendida hacia arriba, creando un efecto visual impresionante. Cada movimiento que hacía parecía estar conectado con la música. Con ese salto la primer parte terminó, la segunda parte empezó y al mismo tiempo el ritmo de la música aumentó, y empecé con una energía renovada. Los giros rápidos y los saltos acrobáticos los hacía sin esfuerzo.
En el clímax de la rutina, hice un salto alto y un giro en el aire, mientras la cinta se enredaba en un patrón de espiral. La música llegó a su punto final, y terminé mi rutina con un elegante despliegue de la cinta en el aire, antes de aterrizar suavemente en una postura final de pie. El público estalló en aplausos, después de un gran tiempo en silencio.
Me fui a sentar con mi coach para esperar los resultados, minutos después los jueces anunciaron los resultados que al verlos hicieron que estallará de emoción, había clasificado en primer lugar, avanzando a la última etapa con la mejor puntuación. Cuando regresaba a mi habitación, no podía esperar a contarles a mis amigas por lo que había logrado y que teníamos una gran esperanza de ganar una medalla.
Cuando entré a mi habitación pude ver a Emily y Claire esperándome con una expresión de emoción muy pronunciada en sus rostros. Por un momento pensé que me había visto por televisión en mi clasificación y que ya sabían sobre mis resultados, pero me acordé que ellas habían tenido entrenamiento de esgrima de y de clavados al mismo tiempo de mi presentación, por lo que era muy poco probable que me hubieran visto. Justo en ese momento pude ver qué tenían una carta o lo que parecía ser una carta en sus manos.
-¡Sophie, mira esto!- exclamó Emily, señalando la carta con entusiasmo. -Lucas ha escrito algo increíble.-
Claire estaba igual de emocionada, y las tres nos acomodamos en una sola cama justo alrededor de la carta para que la pudiéramos leer juntas. Mi emoción era tanta que no podía leer la carta, entonces Claire comenzó a leer en voz alta, su voz temblando de emoción y admiración.
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Querida Sophie,
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Un Amor Olímpico
Teen FictionEn las olimpiadas de París 2024 dos atletas de alta gama se conocen . Él es un atleta de salto ecuestre Británico y ella una gimnasta Candiense. Los dos atletas de las mejores naciones en las competiciones deportivas se conocen el día de la inaugura...