Capítulo 18: Planes

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Oliver

No pude ver con demasiado detalle la cara del que, suponía, era el padre de Trish. Solo le había prestado atención cuando había notado que se dirigía al asiento vacío que estaba frente a mi amiga y una vez sentado, solo pude verle la espalda.

Tenía algún parecido con Trish, tenía sus ojos y su nariz, pero eso no era lo que más me había llamado la atención, en realidad, sentía curiosidad por lo mal que se veía. No había que ser muy observador para notar que estaba enfermo y supuse que no era de un simple resfriado, ni siquiera una neumonía... debía ser algo mucho más grave.

Intenté no mirar tan descaradamente en la dirección en la que estaban, pero se me hacía difícil. Me preocupaba Trish y sus reacciones, pero con el paso del tiempo comencé a notar que no había ni un ápice de ira o irritación, lo único que pude notar fue algo de confusión y quizás, lastima. Era algo extraño ver a Trish sintiendo lastima, en especial por alguien como su padre porque ella lo había aborrecido desde el momento en que había tomado conciencia de lo que había hecho.

Pude ver como él le entregó un papel en un momento y que, por el tamaño, podía ser un cheque..., pero ¿por qué?

La conversación no fue muy larga y, de hecho, no creía haber visto a Trish abrir la boca más de tres veces. Una vez que el señor Cullen cruzó la puerta de la cafetería, yo me levanté de la silla en la que estaba y fui a sentarme frente a Trish, quien miraba el cheque con extrañeza.

—¿Qué es eso? —pregunté, esperando la confirmación de mis sospechas.

—Un cheque... de cincuenta mil dólares —susurró.

Mi boca se abrió levemente. Si bien, no era el cheque con la cantidad más exorbitante que había visto, me sorprendía porque no había esperado que eso sucediera.

—¿Por qué? —pregunté.

—Se está muriendo.

Bueno, eso explicaba muchas cosas.

[...]

—No creí que eso le fuera a afectar tanto —le dije a Grecia—. Solo es su padre... ni siquiera había existido en todos estos años.

—Sí, lo sé, pero eso no quita que sea chocante para ella —me dijo—. El hombre se está muriendo de un cáncer de estómago. No solo se va a morir, está agonizando.

—Probablemente lo tengan drogado —se entrometió Carter—. El dolor en la etapa final del cáncer no es soportable, seguramente le deben estar dando algún narcótico parecido a la morfina.

Los tres estábamos metidos en la cocina del departamento de Carter y Grecia. Ellos estaban cocinando y yo había fingido ir al baño, pero en realidad había ido a hablar con ellos para saber si habían notado la extraña forma de actuar de Trish.

Yo sabía que no estaba loco, yo conocía perfectamente a Trish y desde que había hablado con su padre había quedado muy extraña, estaba más callada y con bastante poco ánimo. La Trish normal era tan extrovertida y escandalosa que verla así era bastante preocupante, en especial cuando ya llevaba varios días de la misma forma.

De pronto, la puerta de la cocina se abrió, asustándonos a los tres y Trish apareció con una expresión de desagrado.

—No tienen que hablar de mí a escondidas. No es necesario —nos dijo. No había sonado molesta, solo un poco fastidiada.

—No estamos...

—No es necesario que lo nieguen —interrumpió Trish a Grecia—. Es obvio y no me molesta.

Grecia soltó un suspiro.

—¿No quieres hablar?

Trish pareció complicada con esa pregunta, suponía que se estaba debatiendo entre si hablar o no. Normalmente, Trish tampoco era una de las que más hablaba de sus sentimientos o si lo hacía, era bastante ambigua.

Fingiendo No Amar Al AmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora