Fingiendo No Amar Al Amigo

Capítulo 8: Hacer las Paces

Oliver

—Quizás te lo dijo porque estaba cansada —me dijo Carter—. No fue un buen día para nosotros, tienes que entenderla.

—No puedo entenderla, yo nunca le diría algo como eso, aunque estuviera de malas —le dije.

Yo podía ser muy desagradable y amargado, y mi relación con Trish podía conllevar una clase de trato un tanto bruto, pero sabía que cosas no herían sus sentimientos y que sí, y yo jamás le decía algo que realmente le fuera a doler.

Trish se había pasado de la raya y no entendía su motivo, no creía haber hecho nada que realmente la fuera a molestar... a menos de que no le hubiera gustado que asumiría que iría sola a la boda, ¿pero desde cuando a Trish Cullen le importaba eso? Ella siempre había sido una soltera orgullosa y sabía que su valor no dependía de un hombre.

—Bueno, no sé qué la habrá hecho actuar así, pero será mejor que hables con ella y arreglen las cosas —dijo—. No me gusta verlos discutir.

Estaba ayudando a Carter a escoger el traje que usaría para la boda. En ese momento lo estaba ayudando a atarse la corbata como debía, ya que no estaba acostumbrado a usarlas y no sabía hacer un nudo.

—Ni que fuéramos tus padres.

—Si lo piensas bien, ya que mi padre murió cuando yo era tan pequeño, tú eres lo más cercano que tengo a una figura paterna —me dijo—. Ah, y quizás el señor Hopkins.

—¿Anthony Hopkins? —pregunté extrañado.

—No, Phillip Hopkins, fue mi entrenador de hockey en la secundaria —me explicó—. Todos los niños de mi equipo tenían un papá que los apoyaba en los partidos y había partidos a los que ni siquiera mi mamá podía ir por estar ocupada con el trabajo, así que él siempre tuvo un favoritismo por mí.

Hubo un momento de silencio.

—Está bien, hablaré con Trish, pero deja de manipularme con tus historias tristes y tus daddy issues —le dije.

—Solo te estaba contando —se excusó—, pero me alegra que quieras arreglar las cosas.

Arreglé bien la posición de la corbata y le di unas palmadas en el hombro.

—Ya está... te ves increíble.

Carter se miró en los espejos que había en la pared, dando unas vueltas y analizando cada detalle del traje. Sabía que Grecia quedaría encantada al ver lo guapo que se veía con traje.

[...]

Había estado lleno de trabajo en los últimos días, por lo que no había tenido tiempo de ver a Trish.

No quería llamarla por teléfono porque sabía que no me contestaria, con lo orgullosa que era, estaría esperando a que llegara arrastrándome hasta sus pies y que le pidiera perdón por lo que fuera que hubiera hecho que la hubiera ofendido... Claro, pero yo no debía esperar a que ella me pidiera perdón, ¿cierto?

Toda la mañana esperé que ese día pudiera salir del trabajo algo más temprano para poder ir al departamento de Trish, pero luego de una larga reunión con un cliente por su testamento, mis planes se arruinaron.

Sabía que era viernes y que Trish no debía estar dormida aun, pero temía que pudiera estar fumando y que para cuando llegara con ella estuviera demasiado drogada para poder tener una conversación y recordarla en un futuro. Definitivamente no me quería disculpar más de una vez.

Había terminado las cosas una hora más tarde de lo que tenía pensando, así que inmediatamente corrí a la salida del edificio y luego a la parada de autobuses para ir a ver a mi amiga.