El apartamento se había convertido en una trampa de la que no podía escapar, una cárcel de paredes invisibles que me retenía a su merced. Cada rincón, cada habitación, había sido reclamado por la presencia de Nambi, y en medio de todo, Hana, o lo que quedaba de ella, era una sombra constante. Mi mente estaba al borde del colapso. Necesitaba huir, pero la misma idea de dejar a Hana, sabiendo que Nambi la poseía, me paralizaba. ¿Cómo podía abandonarla? ¿Cómo podía dejar a Hana con ese espíritu que solo buscaba venganza?
El pánico comenzó a apoderarse de mí. Sentía que el aire en el apartamento se volvía cada vez más denso, como si me ahogara en mi propio miedo. Las paredes parecían cerrarse, y cada vez que miraba a Hana, sentía que estaba perdiendo más y más de mí mismo. Necesitaba un respiro, una forma de salir de esta pesadilla, aunque solo fuera por un momento.
Decidí que debía alejarme, aunque solo fuera por unas horas. Necesitaba despejar mi mente, encontrar un lugar donde pudiera pensar con claridad, lejos de la influencia de Nambi. Le dije a Hana que saldría a dar un paseo, pero en su expresión vi una mezcla de sorpresa y algo más oscuro, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo.
—¿Vas a dejarme sola, Jungkook? —preguntó, su voz suave, pero con un tono que me hizo temblar.
No respondí. Sabía que si decía algo, si intentaba explicar mis razones, ella encontraría la manera de retenerme, de manipularme una vez más. Tomé mi chaqueta y salí por la puerta, dejando el apartamento detrás de mí. El aire fresco de la noche me golpeó como una bofetada, y por un momento, me sentí liberado, como si hubiera logrado escapar de una prisión.
Caminé sin rumbo fijo, sin un destino en mente. Solo quería estar lejos, lo más lejos posible. Pero a medida que avanzaba, la voz de Nambi resonaba en mi cabeza, como un eco persistente que no podía ignorar. Sabía que estaba intentando escapar de ella, pero al mismo tiempo, sabía que no podría hacerlo. Nambi no me dejaría en paz tan fácilmente. Estaba atrapado en un ciclo interminable de culpa, miedo y desesperación, y no sabía cómo salir de él.
Finalmente, me detuve en un parque cercano. Era un lugar que solía visitar cuando necesitaba pensar, un rincón tranquilo donde solía venir con Hana antes de que todo se desmoronara. Me senté en un banco, mirando las sombras alargadas que se formaban bajo la luz de las farolas. Pero incluso en la calma del parque, sentía su presencia, como si me estuviera observando desde la distancia.
—No puedes escapar de mí, Jungkook.
La voz, fría y familiar, resonó en mi mente. Cerré los ojos con fuerza, deseando que fuera solo mi imaginación, pero sabía que no lo era. Nambi estaba allí, en algún lugar dentro de mí, y no tenía intención de dejarme ir.
—¿Por qué haces esto? —susurré al aire, sabiendo que no obtendría respuesta. Pero la obtuve, y fue peor de lo que imaginaba.
—Porque te amo, y no permitiré que me reemplaces. No me olvidarás, no mientras tenga control sobre tu vida, sobre tu mente.
Sus palabras me golpearon como un puñal. Sabía que no había escapatoria, que Nambi no se detendría hasta destruirme por completo. Sentía que mi cordura se deslizaba entre mis dedos, y el terror de perderme a mí mismo me envolvía como una neblina espesa.
Pasé horas en el parque, intentando reunir el coraje necesario para regresar a casa. La idea de enfrentar a Hana, sabiendo que Nambi estaba al acecho, era casi insoportable. Pero no podía quedarme allí para siempre. Necesitaba volver, enfrentar mi realidad, por más aterradora que fuera. Sabía que no podía dejar a Hana sola, aunque hacerlo significara enfrentarme una vez más a los fantasmas del pasado.
Finalmente, reuní la fuerza necesaria y comencé a caminar de regreso. Cada paso me parecía más pesado que el anterior, como si algo invisible estuviera tratando de detenerme. Cuando llegué a la puerta del apartamento, mi mano temblaba al intentar girar la llave. Sabía que, una vez que cruzara ese umbral, estaría entrando nuevamente en el dominio de Nambi.
Entré y el silencio me recibió como un golpe. El apartamento estaba oscuro, solo la tenue luz de la luna se filtraba por las cortinas. Caminé con cuidado, buscando señales de Hana, o de Nambi. Mi mente estaba al borde del colapso, la línea entre lo real y lo irreal se desvanecía con cada paso que daba.
Entonces la vi. Hana estaba de pie junto a la ventana, su figura enmarcada por la luz de la luna. Había algo inquietante en su postura, en la manera en que se mantenía inmóvil, como si estuviera esperando algo.
—Sabes que no puedes huir de mí, Jungkook —dijo, sin volverse a mirarme. Su voz era suave, pero cargada con una amenaza latente.
—Hana... —empecé, pero ella me interrumpió.
—No, no soy Hana. Y lo sabes. Hana está aquí, pero soy yo quien está en control ahora.
El miedo se apoderó de mí, un miedo que no había sentido antes. Nambi había logrado lo que se proponía: me tenía atrapado, atrapado en un ciclo de terror y desesperación del que no podía escapar. Intenté dar un paso hacia ella, pero mis pies no se movieron. Era como si una fuerza invisible me retuviera en su lugar.
—No podrás deshacerte de mí —continuó—. Estoy aquí para quedarme. Y cuanto más intentes luchar contra mí, más te destruiré. No hay escapatoria, Jungkook. Tú me perteneces, en esta vida y en la siguiente.
Sentí que el suelo se desmoronaba bajo mis pies. Nambi no solo estaba controlando a Hana, estaba controlando mi vida, mi mente, y no había nada que pudiera hacer para detenerla. El terror se transformó en una desesperación oscura, una desesperación que me decía que no tenía sentido seguir luchando.
Pero entonces, algo dentro de mí, una chispa de resistencia, se encendió. No podía rendirme, no podía dejar que Nambi ganara. Debía encontrar una manera de salvar a Hana, de salvarme a mí mismo, antes de que fuera demasiado tarde.
—No —dije, mi voz apenas un susurro, pero lleno de una determinación que no sabía que aún poseía—. No te dejaré destruirnos. Encontraré una manera de detener esto, de detenerte.
Por un momento, un destello de sorpresa cruzó el rostro de Hana, o tal vez de Nambi. Pero rápidamente se desvaneció, reemplazado por una expresión de fría resolución.
—Puedes intentarlo, Jungkook —respondió—. Pero no podrás escapar. Te seguiré, te atormentaré, hasta que te des cuenta de que no tienes otra opción que rendirte a mí.
Sabía que mis palabras no serían suficientes para detenerla, pero también sabía que no podía quedarme quieto, esperando a que Nambi destruyera lo que quedaba de mi vida. Con un último vistazo a Hana, di media vuelta y salí del apartamento. Necesitaba tiempo, necesitaba pensar. Y sobre todo, necesitaba encontrar una manera de liberar a Hana de la influencia de Nambi, antes de que ambas, Nambi y mi cordura, me llevaran al abismo.
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Over Me | JJK ✓
Teen FictionUn hombre atrapado entre el dolor y la desesperación busca redención mientras lidia con la influencia sobrenatural de su amor perdido.