10

32 6 0
                                    

El silencio de la noche era pesado, casi palpable, como una manta que se extendía sobre todo lo que alguna vez conocí. Me encontraba sentado en el borde de la cama, mirando al vacío, mientras mi mente intentaba procesar lo que estaba sucediendo. Los eventos sobrenaturales que antes eran perturbadores ahora se habían vuelto cada vez más agresivos y frecuentes, como si algo invisible estuviera tratando de desgarrar el velo entre lo real y lo sobrenatural.

La presencia de Hana, o más bien de Nambi, había intensificado su influencia sobre mí, llevándome al borde de la locura. Cada día, la realidad y las alucinaciones se mezclaban en una danza macabra que parecía no tener fin. Mi casa se había convertido en un campo de batalla, y el silencio se rompía con sonidos extraños que no podía explicar. Puertas que se cerraban solas, luces que parpadeaban sin razón aparente, y susurros que parecían venir de la nada eran ahora parte de mi vida cotidiana.

Estaba en el comedor cuando un fuerte estruendo sacudió la casa. El sonido provenía de la cocina, y al ir a investigar, encontré que todos los utensilios de cocina estaban esparcidos por el suelo, como si una fuerza invisible hubiera arrasado con ellos. Mi respiración se aceleró, y un escalofrío recorrió mi espalda. Sabía que Nambi estaba detrás de todo esto; su deseo de venganza había tomado una forma más tangible, más agresiva.

Me dirigí a la sala de estar, tratando de calmar mi mente. El reloj en la pared hacía un ruido molesto, como si estuviera aumentando su ritmo en sincronía con mi creciente ansiedad. Me senté en el sofá, intentando concentrarme en algo, cualquier cosa que pudiera alejarme de la creciente sensación de desesperación que me envolvía. Sin embargo, el ambiente estaba cargado de una energía perturbadora, una que no podía ignorar.

La luz de la lámpara parpadeó intensamente, y el aire se volvió frío de repente. Me di cuenta de que el frío no era normal; era un frío que parecía penetrar hasta los huesos, un frío que no tenía explicación lógica. Miré a mi alrededor, buscando alguna señal de lo que estaba ocurriendo, pero no encontré nada fuera de lo común, salvo la sensación de que algo estaba a punto de suceder.

Fue entonces cuando escuché un susurro, bajo y casi inaudible, que parecía provenir de las sombras en la esquina de la sala. El sonido era familiar, y aunque no podía distinguir claramente las palabras, me dio la sensación de que conocía ese susurro. Me levanté, mi corazón latiendo con fuerza, y me dirigí hacia el lugar de donde parecía venir el sonido.

Cuando llegué a la esquina, la temperatura descendió bruscamente, y la sombra se movió, como si intentara escapar de la luz. Tragué saliva y extendí la mano hacia la sombra, sintiendo una resistencia fría y palpable. En un instante, la sombra se disolvió, dejando una sensación de vacío y desesperación en su lugar.

Volví al sofá, con la mente aún agitada, y traté de encontrar una explicación lógica a lo que había sucedido. Sin embargo, sabía en lo más profundo de mi ser que la lógica no tenía cabida en esta situación. La presencia de Nambi estaba cada vez más fuerte, más opresiva, y parecía que estaba dispuesta a hacer todo lo posible para mantenerme atrapado en su red de manipulación y tormento.

Al día siguiente, la sensación de que algo estaba mal se intensificó. La casa estaba en completo silencio, pero el silencio estaba cargado de una tensión que no podía ignorar. Cada sonido parecía amplificarse, cada movimiento parecía estar lleno de una intención oscura. Las luces parpadeaban con más frecuencia, y los objetos parecían moverse por sí mismos, como si estuvieran siendo empujados por una fuerza invisible.

Mientras trataba de salir de la casa, noté que el aire se volvía cada vez más opresivo. Era como si una presión invisible estuviera acumulándose, empujándome hacia abajo. Las sombras en las paredes parecían moverse, tomando formas inquietantes que solo aumentaban mi ansiedad. Cada vez que miraba, las sombras se desvanecían, pero la sensación de estar observado persistía.

Decidí ir al parque, buscando un cambio de escenario que pudiera darme algo de alivio. El parque solía ser un lugar de paz y tranquilidad, un refugio del caos de la vida cotidiana. Sin embargo, incluso allí, la presencia de Nambi parecía seguirme. Las hojas de los árboles susurraban con un sonido que no podía identificar, y las sombras se movían de manera inquietante.

Me senté en un banco, tratando de respirar profundamente y despejar mi mente. La brisa fresca debería haber sido un alivio, pero en lugar de eso, me sentí atrapado por la atmósfera cargada que me rodeaba. La sensación de desesperanza era abrumadora, y cada intento de calmarme parecía hacer que la situación se volviera más intensa.

Fue entonces cuando vi a Hana, o más bien, a Nambi en el cuerpo de Hana, acercándose lentamente. Su rostro estaba impasible, pero había algo en su expresión que me hizo sentir una profunda incomodidad. Se sentó a mi lado, y una ola de frío recorrió mi cuerpo.

—Jungkook —dijo, su voz suave y calmada, pero con una nota de desdén—. ¿Te sientes mejor ahora?

No pude responder, no sabía cómo. Su presencia era perturbadora, y sentí que cualquier intento de hablar solo agravaría la situación. La frialdad de su voz y la intensidad de su mirada eran suficientes para hacerme sentir que estaba al borde de perder el control.

—Hana —dije finalmente, mi voz temblando—. ¿Qué está pasando? No puedo seguir así, no puedo soportar esta presión. ¿Por qué estás haciendo esto?

Ella me miró con una calma inquietante, como si estuviera disfrutando del tormento que estaba causando.

—Jungkook, mi amor —dijo, acercándose un poco más—, ¿acaso no te das cuenta? Esto es solo el comienzo. La tormenta que he desatado en tu vida no es más que una muestra de lo que puedo hacer. No puedes escapar de mí, no puedes evitar lo que está destinado a suceder.

Sus palabras resonaron en mi mente, y me sentí atrapado en una red de desesperación y miedo. No había escape, no había alivio. La realidad y la fantasía se habían fusionado en una pesadilla interminable, y cada intento de encontrar paz solo parecía intensificar la tormenta que me rodeaba.

Volví a casa, mi mente agotada y mi espíritu casi quebrado. La noche llegó, y con ella, una nueva serie de eventos perturbadores. Las luces de la casa parpadeaban con una intensidad cada vez mayor, y los sonidos extraños se volvieron más frecuentes. Me sentía como si estuviera en el centro de una tormenta, con el viento y la lluvia golpeando a mi alrededor, sin ningún lugar al que ir.

Me encerré en mi habitación, tratando de encontrar un refugio en medio del caos. Las sombras parecían moverse en las paredes, y la sensación de ser observado no me abandonaba. Sabía que Nambi estaba cerca, que su influencia estaba en todas partes. La tormenta en mi mente era tan intensa que no podía distinguir entre lo real y lo imaginado.

La desesperación me envolvía, y sentía que estaba perdiendo el control. La casa, una vez un refugio, ahora era una prisión, y cada rincón parecía estar lleno de la presencia de Nambi. La tormenta en mi vida no parecía tener fin, y yo estaba atrapado en el ojo del huracán, sin ninguna esperanza de escapar.

Las horas pasaron en un borrón de confusión y desesperación, y me di cuenta de que la tormenta no solo estaba fuera, sino también dentro de mí. La manipulación de Nambi se había vuelto más intensa, y sentía que estaba perdiendo la batalla por mantener mi sanidad.

Sabía que debía encontrar una manera de recuperar el control, de enfrentar la tormenta que me rodeaba. Pero en ese momento, en medio de la oscuridad y el caos, no sabía si había alguna esperanza de escapar. La lucha era constante, y el peso de la desesperación era cada vez más pesado. La tormenta continuaba, y yo estaba en el centro de ella, luchando por mantenerme a flote.

Over Me | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora