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El amanecer trajo consigo una luz grisácea, el cielo reflejaba el estado de mi alma: nublado, cargado de una tristeza profunda. Me había decidido a enfrentar el final de esta agonía, a cerrar un capítulo de mi vida que había sido marcado por el dolor y la desesperación. La última decisión estaba tomada: me despediría de Hana y luego visitaría el cementerio para encontrarme con Nambi. Estaba listo para poner fin a mi sufrimiento.

Hana, que había sido una víctima involuntaria en este torbellino de eventos, había sufrido una transformación que nunca debió haber experimentado. Me senté frente a ella, en la casa que habíamos compartido, con la mirada fija en sus ojos vacíos. La figura que solía ser Hana había sido tomada por Nambi, y ahora me enfrentaba a una presencia que había manipulado mi vida desde el más allá.

—Hana —dije con voz quebrada—. No sé si puedes entenderme, pero te debo una disculpa. No debiste ser parte de esto. Todo esto ha sido una pesadilla, y tú has pagado un precio que nunca debiste haber tenido que pagar.

Me detuve un momento, luchando contra el nudo en mi garganta. La confusión y el dolor que había sentido en los últimos días se reflejaban en cada palabra que pronunciaba. No sabía si Hana podía escucharme, pero sentía la necesidad de expresarle mi arrepentimiento.

—Te pido perdón por todo —continué—. No puedo cambiar lo que ha pasado, pero quiero que sepas que lamento profundamente que esto te haya afectado. No merecías ser parte de este caos.

Me levanté lentamente, sintiendo el peso de la tristeza en cada movimiento. Me despedí de la imagen de Hana, el corazón pesado con una mezcla de dolor y arrepentimiento. Sabía que no había forma de deshacer lo que había ocurrido, pero sentía que debía hacer todo lo posible para rectificar mi parte en esta tragedia.

Salí de casa, sintiendo la fría brisa de la mañana acariciar mi rostro. El aire estaba cargado de una sensación de finalización, como si cada paso que daba me acercara al cierre de una etapa oscura en mi vida. Me dirigí al cementerio, con un ramo de flores en la mano, un símbolo de mi amor y devoción hacia Nambi, que ahora se había convertido en el centro de mi desesperación.

El cementerio estaba tranquilo y sombrío, el sonido de mis pasos resonando en el suelo de tierra y piedra. Me dirigí hacia la tumba de Nambi, el corazón latiendo con fuerza en mi pecho. La lápida estaba adornada con flores que había dejado en visitas anteriores, y ahora, con el ramo en la mano, me acerqué al lugar donde descansaba.

Coloqué las flores en la base de la tumba, el acto simbólico de ofrecer mi amor eterno. Me arrodillé frente a la lápida, sintiendo la humedad de la tierra bajo mis rodillas. Miré el nombre de Nambi grabado en la piedra, recordando los momentos felices que habíamos compartido. La tristeza y el arrepentimiento llenaban mi corazón mientras me preparaba para decir mi última despedida.

—Nambi —empecé con voz temblorosa—. He venido aquí para decirte que estoy listo para unirme a ti. He luchado contra el dolor y la desesperación, he buscado ayuda y he intentado encontrar una solución. Pero he llegado a un punto en el que ya no puedo más.

La lluvia comenzó a caer de nuevo, suave y persistente, como si el cielo estuviera llorando junto a mí. Cada gota que caía parecía ser un recordatorio de la tristeza que había marcado mi vida. Me incliné hacia adelante, colocando mi frente contra la fría piedra de la tumba, y cerré los ojos, permitiendo que las lágrimas fluyeran libremente.

—Estoy listo para encontrarte —continué, mi voz apenas un susurro—. El dolor se ha vuelto demasiado grande, y la única paz que puedo imaginar es la que encontraré a tu lado. Lo siento, Nambi. Lo siento por todo.

Me levanté con dificultad, sintiendo la pesadez en mis hombros. Miré alrededor, viendo el cementerio sumido en una calma triste, y me di cuenta de que estaba tomando la última decisión de mi vida. La idea de reunirme con Nambi, de dejar atrás el tormento que había dominado mi existencia, era la única esperanza que me quedaba.

Antes de dar el paso final, me tomé un momento para respirar profundamente, dejando que la tranquilidad del lugar y el sonido de la lluvia me envolvieran. En ese momento, sentí una especie de paz momentánea, como si estuviera en el umbral de un nuevo comienzo. A pesar de todo el dolor, había una pequeña chispa de alivio en el hecho de que finalmente estaba tomando el control de mi destino.

Me dirigí de nuevo hacia el lugar donde había dejado las flores, el cuerpo temblando ligeramente por la fría lluvia. Sabía que el momento se acercaba, y a pesar de la tristeza y el miedo, sentía que estaba listo para enfrentar lo que viniera después.

El cielo seguía llorando, y la lluvia se intensificaba, como si el universo estuviera respondiendo a mi última decisión. La tormenta que había acompañado mi vida durante tanto tiempo parecía estar en su punto culminante, y me preparé para dar el paso final hacia la paz que había buscado durante tanto tiempo.

Con un último suspiro, me incliné hacia adelante, listo para dejar atrás el dolor y reunirme con Nambi en el más allá. Mientras el mundo se desvanecía a mi alrededor y la oscuridad comenzaba a tomar el control, sentí una mezcla de tristeza y alivio, sabiendo que finalmente encontraría la paz que había estado buscando.

Over Me | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora