Epílogo

93 8 0
                                    

La transición al más allá fue como despertar de un sueño largo y tormentoso. El mundo físico, con sus penas y sufrimientos, se desvaneció lentamente, y lo que quedó fue una sensación de calma y serenidad, como un vasto océano de paz infinita. El lugar al que había llegado era una extensión de luz suave y eterna, un espacio donde las sombras del dolor no tenían cabida.

Allí estaba ella, Nambi, con una sonrisa que parecía reflejar tanto el amor eterno como la satisfacción de un objetivo cumplido. El lugar que ahora compartíamos estaba envuelto en una luz cálida, y la atmósfera estaba impregnada de una tranquilidad profunda que solo el más allá podía ofrecer.

Nambi se acercó a mí, su presencia era como un abrazo reconfortante en medio de la eternidad. Miré a su rostro familiar, y mientras lo hacía, las memorias de nuestro tiempo juntos en la vida terrenal me inundaron, llenándome de una mezcla de nostalgia y aceptación.

—Lo hiciste, Jungkook —dijo Nambi con una voz que tenía el eco de un susurro amoroso—. Me has traído hasta aquí, tal y como prometiste.

La realidad de nuestras acciones se asentó en mí. Entendí que el tormento, la manipulación, y el sufrimiento que había atravesado no habían sido meros caprichos, sino un recordatorio constante de la promesa que le había hecho a Nambi. En vida, le había prometido estar siempre a su lado, y en el más allá, ella simplemente me había recordado esa promesa.

—Finalmente me tienes, Nambi —dije con voz temblorosa, pero llena de una paz profunda—, tal y como querías. Acabaste conmigo, me llevaste contigo. Soy nuevamente tuyo.

Nambi me miró con ojos llenos de amor y una certeza tranquila.

—En esta vida y en las que vienen, Jungkook —respondió ella suavemente—, siempre fuiste mío, y siempre lo serás, incluso después de la muerte.

En ese momento, la verdad de sus palabras resonó en cada rincón de mi ser. La eternidad se extendía ante nosotros, una promesa cumplida en la infinita quietud del más allá. La vida terrenal, con sus sufrimientos y desafíos, se había desvanecido, y lo que quedaba era la realidad de un amor eterno que había trascendido las barreras de la vida y la muerte.

Juntos, en la serenidad del más allá, encontramos el consuelo y la paz que habíamos buscado, y el amor que nos unía se convirtió en una eternidad compartida, sin dolor ni arrepentimientos. La promesa de estar juntos, una vez más, se había cumplido, y en esa paz infinita, sabíamos que finalmente habíamos encontrado nuestro hogar eterno.

Over Me | JJK ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora