Capítulo catorce, parte 2: Bajo la Luz de la Luna.
La habitación estaba envuelta en una penumbra casi etérea, donde la única fuente de luz provenía de la luna que se colaba a través de la ventana. El silencio reinaba, interrumpido únicamente por el latido acelerado de mi corazón. Sabía que la pregunta que estaba a punto de formular podría desatar una tormenta, pero necesitaba respuestas. Mi alma clamaba por ellas, aun si temía lo que podría escuchar.
—¿Dónde está mi madre? —pregunté con la voz temblorosa, casi insegura. La historia que me había contado no lograba disipar la inquietud que se arremolinaba en mi pecho.
Levi me miró, sus ojos reflejaban una lucha interna. Sus labios se entreabrieron, dudando, quizás sopesando si debía hablar o no. Finalmente, se decidió.
—Ella... —Su voz era apenas un susurro, cargado de una tristeza profunda—. No lo sé... Realmente, no lo sé.
Un dolor agudo se clavó en mi pecho, y el sarcasmo fue mi único escudo.
—¿No lo sabes? —dije, mi voz afilada como una daga—. ¿Acaso me estás tomando el pelo?
Levi suspiró profundamente, su rostro era una máscara de preocupación y algo más que no pude identificar de inmediato.
—No sé, Mikasa —admitió, con una sinceridad que dolió más que cualquier mentira—. Tu madre no me ha contactado desde aquel día en el que te enteraste de lo que eres... un vampiro semidemonio.
Las palabras cayeron sobre mí como un balde de agua fría. Un escalofrío recorrió mi columna, y mi mente se negaba a procesar lo que acababa de escuchar.
—¿Qué? —Mi voz tembló al hablar—. ¿Por qué? Estoy confundida, Levi, no entiendo nada...
En un gesto que me desarmó, tomó mi mano entre las suyas, entrelazando nuestros dedos con una delicadeza casi dolorosa. Sus labios rozaron el dorso de mi mano, y sentí un estremecimiento que me recorrió desde la piel hasta el alma.
—Lo sé... —su voz era un murmullo cargado de promesas—. Tu madre vendrá pronto, te lo prometo.
Aparté mi mano de la suya, sintiendo que esa promesa era un espejismo en medio del desierto.
—¿Cómo puedes prometer algo que no sabes si sucederá? —Mi voz era apenas un susurro, cargado de incredulidad. El silencio se instaló entre nosotros, y, después de un momento que pareció eterno, decidí preguntar lo que llevaba quemando en mi mente desde hacía tiempo—. ¿Dónde está mi padre?
El cambio en su semblante fue inmediato. Su rostro, ya serio, se tornó aún más sombrío.
—Él murió hace diez años —sus palabras fueron como un golpe certero en mi pecho. Sentí que el aire abandonaba mis pulmones. ¿Eso significaba que nunca podría verlo?
—¿Pero cómo un vampiro puede morir? —pregunté, tratando de aferrarme a cualquier explicación que pudiera darme sentido.
Levi se quitó el anillo que llevaba en su dedo y lo giró entre sus dedos, como si ese simple gesto pudiera revelar algún secreto.
—Exacto, son inmortales, pero no indestructibles —su respuesta fue un recordatorio brutal de que, aunque la inmortalidad era un regalo, no venía sin su precio.
Las palabras resonaron en mi mente, y la imagen de su madre, tirada en el suelo, volvió a asaltarme.— ¿Nunca más podré ver a mi padre? —La pregunta salió de mis labios con una melancolía que ni siquiera intenté ocultar.
Levi negó rápidamente.
—Sí, claro que lo podrás ver —la esperanza creció en mi interior, pero fue breve—. Claro, pero no en persona. Te has visto en los reflejos, ¿no? Tu padre puede manifestarse y hablar contigo a través de un reflejo, como el demonio que llevas dentro.
El peso de sus palabras me hundió aún más en un abismo de confusión y tristeza. Sentía que el mundo se desmoronaba a mi alrededor, y la única certeza que tenía era que necesitaba tiempo. Tiempo para asimilar todo lo que estaba sucediendo, para entender la magnitud de lo que se me había revelado.
—Necesito pensar... —susurré—. Quiero descansar, sólo quiero dormir.
{...}
Me dirigí a la cama, cada paso que daba se sentía como si estuviera caminando en un sueño. Me recosté, esperando encontrar algún consuelo en el suave tacto de las sábanas, pero en lugar de eso, fui recibida por una avalancha de sensaciones. El aroma de Levi estaba en todas partes, invadiendo mis sentidos. Era una mezcla de té negro y menta, un aroma que no podía describir pero que hacía estragos en mi ser.
Cada fibra de mi ser anhelaba su presencia. Quería sus besos, sus caricias, quería todo lo que él pudiera ofrecerme. Y, sin embargo, estaba más confusa que nunca. Mis pensamientos volaban hacia la única vez que habíamos interactuado de cerca, cuando me había llevado a la enfermería después de desmayarme. A pesar de la brevedad de ese encuentro, algo en mí se había encendido, una corriente eléctrica que recorría mi cuerpo cada vez que pensaba en él.
¿Qué sentiría si nuestros labios se encontraran? ¿Cómo sería probar su sangre, sentir ese líquido rojo y vital recorrer mi boca?
La luz de la luna iluminaba la habitación, creando sombras que danzaban en las paredes. Junto a la ventana, Levi descansaba en un sofá, dormido. Dijo que no podía compartir la cama conmigo, que si lo hacía, no podría resistirse a la tentación de acabar desnudos bajo las sábanas, bebiendo la sangre del otro hasta quedar completamente saciados.
El solo pensamiento de esa imagen me hacía estremecer, deseando algo que apenas podía comprender. Estaba llegando a mi límite. Cada vez que cerraba los ojos, la necesidad de probar su sangre se hacía más fuerte, más urgente.
Finalmente, tomé una decisión. Me levanté de la cama, acercándome a él con pasos suaves, intentando no despertar a la bestia dormida. Su cuello estaba expuesto, llamándome, retándome a dar el siguiente paso. Al estar tan cerca, pude sentir la calidez que emanaba de su cuerpo, su respiración tranquila y profunda.
Mis manos temblaban cuando acaricié su rostro, explorando cada línea, cada contorno. Mi mirada se posó en su cuello, y supe que no había marcha atrás. Mi corazón latía con una fuerza que me dejaba sin aliento. La tentación era demasiado fuerte, y mis colmillos comenzaron a afilarse en anticipación.
Besé su cuello suavemente, dejando un rastro de besos húmedos a su alrededor. Sentí cómo se movía bajo mi toque, pero no despertaba. Era como si su cuerpo respondiera a mí, incluso en sus sueños. Me acerqué a sus labios y dejé un pequeño beso en ellos, sintiendo una descarga de electricidad correr por mi cuerpo.
Él comenzaba a despertar. Hundí mi rostro en la curva de su cuello y hombro, aspirando su aroma que me estaba volviendo loca. La necesidad de probar su sangre se había convertido en una urgencia incontrolable.
Mis colmillos rozaron su piel expuesta, y sentí cómo su cuerpo se estremecía bajo mí. Su piel parecía burlarse de mí, invitándome a morderla. No pude resistir más. Lo mordí suavemente, y en el mismo instante, sentí su mano acariciar mi cabello, dándome permiso para seguir.
Sus brazos se enroscaron alrededor de mi cintura, acercándome más a él. Gruñidos de placer escapaban de su garganta, y supe que él estaba disfrutando tanto como yo. La sangre comenzó a fluir, y el sabor era indescriptible. Era como nada que hubiera probado antes, exquisita, adictiva. Quería más, necesitaba más, y sabía que él me lo daría.
Cuando finalmente me sentí satisfecha, solté su cuello con un dolor que casi me hizo llorar. Me alejé de él, mi cuerpo aún temblando por la intensidad de la experiencia. Levi no se quejó, en lugar de eso, me besó los labios, saboreando su propia sangre en los míos. Luego, juntó nuestras frentes, su respiración tan agitada como la mía.
— Es mi turno — susurró en mi oído, y su voz me causó un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. Si sentir su sangre en mi boca había sido increíble, no podía imaginar lo que sería ser mordida por él.
Y en ese momento, supe que estaba dispuesta a averiguarlo.
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He Is Dangerous. (Rivamika) REMAKE y FINALIZACIÓN.
Fanfiction-¿Quién es él? -pregunté, sintiendo un nudo de curiosidad en el pecho. -Mira, mi linda azabache de tez blanca -respondió el chico rubio, inclinándose hacia mí con un susurro-. Solo tengo una cosa por decirte: él es peligroso. Mis ojos se desviaron h...