Capítulo 4: Entrenamiento

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Habían pasado dos cosas luego de una corta lucha contra la capitana de los mosqueteros reales. Pensó que hacer una demostración de fuerza como esa podría producir dos posibles reacciones.

Que intentaran utilizar su fuerza de forma muy consciente y lo empezaran a emplear para otras cosas, en lugar de solo proteger a la princesa, usarlo como un arma, como lo hacen las aldeas con los ninjas, enviarlo a matar a sus enemigos o a pelear sus batallas.

El otro camino era el más lógico: cuando alguien llega con un poder considerable, y no sabes nada de él, lo más lógico sería temerle, así que tal vez lo encerrarían o intentarían matarlo para deshacerse de una variable impredecible y potencialmente demasiado peligrosa.

El enfoque que tomaron estas personas fue algo intermedio.

La princesa se había tomado un momento para hablar con el anciano y los capitanes de sus fuerzas principales, que al parecer son los únicos que saben de su existencia, aparte de las caballeras que lo vieron cuando fue invocado. Luego de una hora, Agnes fue la persona que le informó de las decisiones que habían sido tomadas.

Primero, actuaría como el familiar de la princesa, pero considerando su situación, tendría que pasar por un "período de prueba". Básicamente, no podían confiar en él cerca de la princesa, así que, por un periodo indeterminado, siempre habría un guardia a su lado, una de las mosqueteras encargadas de proteger a la princesa.

Era una mujer de cabello negro y ojos aburridos. A diferencia de Agnes, ella no parecía odiarlo ni desconfiar de él, lo cual era un poco raro considerando lo que todos sabían de él. Sin embargo, ella en realidad era bastante relajada, al menos en su actitud hacia él, aunque no en su trabajo de guardia, ya que estaba constantemente observándolo y vigilando sus movimientos.

Eso no le impidió crear un clon de sombras para que comenzara a marcar lugares dentro de la ciudad que rodeaba el castillo en el que estaban.

Aunque él mismo no había salido del castillo, porque no encontraba ningún motivo real para hacerlo, y no había enviado a ningún clon más allá de unos 50 kilómetros fuera de la capital, había marcado algunos lugares que consideró apropiados en caso de que tuviera que irse de ese lugar. Además, había hecho una comprobación rápida de las cosas que estaban en su dimensión.

Kunais, espadas, guadañas, túnicas, algunas armaduras, pergaminos y sellos de diferentes tipos; básicamente todo lo que tenía antes de llegar a este mundo. También se había tomado un momento para comprobar si podía ir a algunos de los lugares de las naciones elementales, pero, como había pensado, fue imposible. Una vez más, estaba seguro de que estaba en otra dimensión, y por muy poderoso que fuera su kamui, no parecía probable que pudiera encontrar una forma de regresar, aunque tampoco se había molestado en intentarlo seriamente.

Habían pasado dos días desde su prueba contra la capitana.

No había hablado con esa "princesa" en ese tiempo; al parecer, estaban muy ocupados organizando un viaje. Escuchó algunas cosas, pero no les había prestado especial atención, así que en realidad no sabía nada sobre eso, y como la princesa no se lo había contado, simplemente asumió que no era su problema por el cual preocuparse.

Luego de las primeras comprobaciones y de verificar sin lugar a dudas que estaba en otro mundo, había usado parte de su tiempo en aprender algunas cosas básicas, como escribir, pues era completamente diferente a cómo lo hacían en las naciones elementales, aunque era un poco parecido en algunas de sus bases.

Pudo sentir que su guardia no estaba sorprendida de que él no supiera escribir; incluso se había ofrecido a ser su maestra en esto.

―¿Por qué me enseñarías?― Obito había preguntado con curiosidad, mientras recargaba su mejilla en su mano.

Obito Uchiha en Zero no TsukaimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora