Capítulo Tres

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Los labios de Fluke eran más suaves y dulces de lo que se había imaginado en sueños. Habían sido un desafío para su ego de hombre.

Mientras el cuerpo de Ohm se llenaba de la fuerza de la pasión, sentía una profunda respuesta de placer, o en él, no estaba seguro, puesto que una ola de deseo había tensado todos los músculos de su cuerpo masculino y no podía distinguir entre sus sensaciones y las de Fluke.

Los labios de Fluke se abrieron y él lo besó más profundamente. Luego deslizó sus manos hacia su pecho. Y, ¡Dios santo!, ¡era tan hermoso!, pensó. Pequeño, esbelto, pezones erguidos, perfectos.

Los suaves suspiros de placer de Fluke finalmente penetraron el rojo velo de deseo que nubló su cerebro. Ohm se quedó quieto, mientras sentía que la dulce boca de Fluke se aferraba a la suya, que sus pequeñas manos se deslizaban hacia arriba y que se entrelazaban con sus cabellos, atormentándolo.

El dejó escapar un profundo suspiro.
¿Qué diablos estaba haciendo?, pensó.
Era un estúpido.

Ohm se puso derecho y se aparto de él, de una tentación irresistible, desesperado por recuperar el control.
No se atrevió a mirar sus ojos azules sorprendidos, y se dio la vuelta para ocultar la evidencia de su dolorido sexo erecto.

—El vino... —dijo él con la voz cargada de deseo aún.

Había sido un desastre. Unos segundos más y le habría hecho el amor allí mismo, en el sofá. ¡Y eñ pequeño Fluke se merecía algo mejor!
Las manos de Ohm temblaron mientras sirvió el vino.

Por primera vez en su vida se despreció. ¡Hacía tanto tiempo que no estaba con alguien que se estaba convirtiendo en un animal!

El alcohol no era buena idea en su estado. Pero si se apartaba de Fluke en aquel momento, como le ordenaba su sentido común, Fluke se habría dado cuenta de que lo que le había sucedido a él había sido catastrófico.

Debía actuar como si aquel beso no hubiera significado nada para ninguno de los dos. Ni siquiera se disculparía diciéndole que era mejor olvidarlo.

Fluke estaba en estado de shock. Su cuerpo estaba ardiendo.

¿Por qué lo había besado? ¿Por qué había dejado de besarlo?

¿No se había dado cuenta que él no deseaba que dejara de besarlo?

Aquel beso había sido mágico. ¡Y él lo había estado deseando desde el momento en que lo había visto! ¿No lo sabía él?

Por supuesto que sí. Solo que se había propuesto festejar fraternalmente su cumpleaños. ¿Por pena hacia el pobre chico de la limpieza?

¿Y él qué había hecho? ¡Prácticamente se lo había comido vivo!

Y, para empeorarlo, él le había tocado el pecho...

Y él, en aquel estado de delirio, ¡habría hecho cualquier cosa que le hubiera pedido Ohm! ¡Pero él, en cambio, se había apartado, en estado de shock, y él se había sentido humillado y ridículo!

Una lágrima de humillación se deslizó por su mejilla y cayó en un pétalo de la camelia. Fluke se borró la lágrima con el dorso de la mano.

Ohm se había dado la vuelta. Tenía dos copas en la mano. Estaba muy frío, pensó él.

No podría soportar la idea de que Ohm lo tomase por un desvergonzado, que realmente estaba dispuesto a desnudarlo.

Miró a Ohm y notó que sus facciones estaban relajadas. Una sonrisa amable se dibujó en su boca sensual. Se acercó a Fluke y le dio una copa de vino. El se sentó en una esquina del sofá con su copa en la mano. Estiró las piernas y las cruzó a la altura de los tobillos, lo más lejos posible de Fluke, sin mirarlo, como si quisiera evitar el más mínimo contacto.

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