Capítulo Doce

324 61 3
                                    





Fluke se duchó y se vistió. Se puso un pantalón corto de lino color crudo y una camisa a juego. Luego se arreglo y salió a desayunar al patio, donde le habían dicho que se desayunaba durante el buen tiempo.

Marcus y Elvira estaban sentados a la mesa con mantel blanco, bajo la sombra de una higuera.

Su padre se puso de pie y le sonrió.

Fluke le devolvió la sonrisa.

Aquel era el comienzo de algo nuevo. Fluke se sentía más fuerte. Sentía que tenía en sus manos su propio destino.

—Buenos días, mi querido... Hoy tenemos otro día hermoso... —lo saludó Elvira.

Fluke asintió y se sentó en una silla libre. Aquel recibimiento daba calor a su corazón. Era estupendo sentirse aceptado. Compensaba las calculadoras manipulaciones de Ohm.
En la mesa había jarras de zumo natural frío, pan reciente y servilletas de lino, tarros de conservas y un plato de tomate cortado fino con aceite y finas hierbas.

Fluke se sirvió café. No tenía hambre.
Elvira dejó su servilleta y se puso de pie. Estaba muy elegante. Llevaba un traje gris claro y el cabello recogido en un moño.

—Me temo que tendréis que disculparme, pero tengo una reunión de una organización caritativa en Jerez. ¿Habéis visto a mi hijo alguno de vosotros?

¿Sospecharía algo Elvira?

Fluke agitó la cabeza. Observó que Marcus hacía lo mismo, y se preguntó si Ohm se habría marchado a emborracharse para olvidarse de la oportunidad que había perdido.

—¿Qué te gustaría hacer hoy? —le preguntó Marcus, relajadamente—. Lo que quieras, cariño. ¿Quieres que vayamos a la costa? ¿Que recorramos Jerez? ¿Cádiz? Incluso podemos tomar un avión a Inglaterra... No veo la hora de volver a casa. Piénsalo. Podemos volver a España cuando quieras.

—La idea de volver a casa me gusta... —respondió Fluke. Por un lado, satisfaría a Marcus, y por otro, sería un modo de alejarse de Ohm y de acabar con aquella situación.

—Termina tu desayuno, cariño, mientras yo hago una llamada por teléfono. Es posible que tengamos que esperar uno o dos días para marcharnos, pero reservaré dos billetes en el primer avión en el que consiga plazas.

Marcus se puso de pie en el momento en que apareció Ohm. Llevaba una camisa blanca impecable, y unos pantalones oscuros que lo hacían tan atractivo como siempre.

Fluke sintió un nudo en el estómago.

Ohm se acercó a Marcus.

—Marcus, me gustaría que me dieras tu permiso para pedirte la mano de tu hijo —dijo.

¡Era tan humillante!, pensó Fluke.

—Comprendo... —Marcus miró alternativamente a Fluke y a Ohm—. ¡Así que esas teníamos! ¡Adelante, muchacho! ¡No me necesitas para esto! Estaré trabajando en mi oficina, si me necesitas...

Marcus se marchó.

—¿Cómo has podido...? —Fluke habló temblando—. ¡A quién se le ocurre hacer un anuncio formal como ese! —protestó Fluke cuando su padre ya no podía oírlos.

Ohm se puso las manos en los bolsillos.

—Lo tengo de mi parte, ¿no crees?

—¿Y que? ¡Yo te he rechazado!

—¿Por qué? —él avanzó hacia Fluke.

Fluke se echó hacia atrás y alzó las manos para darle un bofetón.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 11 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Inocente confesión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora