Un fantasma en una tierra extraña

Capítulo 31: 8 de septiembre

UNA ISLA SIN NOMBRE EN EL MARE INTERNUM

Habían logrado hacer el tiempo que pudieron con la mínima luz del día que les quedaba, pero mucho antes de que pudieran regresar a tierra firme, el sol había comenzado a hundirse en el horizonte y se vieron obligados a detenerse. Por mucho que Kratos hubiera querido que continuaran, Pegasus necesitaba descansar y se dio cuenta de que Medusa todavía sufría dolor, por mucho que ella intentara ignorarlo.

Además, ahora que estaban lejos de la Isla Sin Forma, podían volver a comunicarse con Chaldea. Algo sobre el hogar desplazado de las Hermanas Gorgonas había interferido con el dispositivo de comunicación en su muñeca, pero una vez que volaron más allá de lo que fuera que interpretaran como sus fronteras, el dispositivo había cobrado vida. Se había visto obligado a dar una explicación breve y concisa, una que en gran medida se reducía a "más tarde", ya que los vientos que azotaban a su alrededor hacían que hablar y ser escuchado fuera en gran medida un ejercicio inútil.

"¿Medea?", sonrió Cu. —Eso es EXACTAMENTE lo que necesitas. Ese estúpido Arquero Rojo probablemente también podría funcionar, si estuviera cerca... Y si pudiera reproducir su daga. Pero a juzgar por cómo pudo sacar la espada del tío Fergus en cualquier momento, y cómo hizo lo mismo con tu lanza, Kratos, es una posibilidad, incluso sin tener en cuenta todas las otras armas que podría crear. —Cu miró fijamente a algo en la distancia—. Me alegro de que ese bastardo no esté cerca. Odio a ese tipo. —Kratos

gruñó, sin tener mucho más que decir, ahora que los de Chaldea estaban completamente informados de lo que había ocurrido en la Isla Sin Forma. Sus manos estaban ocupadas tallando puntas en varios palos, preparando brochetas. Medusa estaba fuera asegurando todos los peces que pudiera para su comida; incluso herida, era casi seguro que era mejor pescadora que Kratos.

—No se equivoca —dijo Romani. —Y a juzgar por tu ubicación, llegaste en un buen tiempo, incluso teniendo que desviarte hacia el sur del Mediterráneo cuando estabas casi en tierra firme. Si te apresuras, es posible que ni siquiera necesitemos ese día adicional, aunque no sé en qué condiciones te dejaría luchar.

—¿Cómo va eso, por cierto? —Medusa caminó hacia la luz del fuego, con agua goteando de su cuerpo, llevando una lanza (Draupnir, en realidad) en la que estaban empalados una cantidad considerable de peces. Con un asentimiento, le entregó la lanza a Kratos, quien comenzó a limpiar y destripar los peces, antes de apuñalarlos en los pinchos y colocarlos sobre el fuego para cocinarlos.

—¡Maravillosamente! —gorjeó Da Vinci. "Nero e Iskandar se llevan como un guante. No sé si se consideran rivales o si solo quieren follarse hasta el cansancio, pero esta noche volverán a verse y, según todos los informes, todo irá igual que la noche anterior: mucha comida, vino y fanfarronería".

—No son mutuamente excluyentes, ¿sabes? —Avenger se sonrojó cuando todos los ojos se volvieron hacia ella—. ¿Qué? Es ABURRIDO aquí mientras la serpiente está en el campo y Squeaks no está aquí para enseñarme a leer. Así que he estado viendo cosas en la biblioteca de Chaldea. Parece que muchos de los problemas de estos programas se resolverían si dos personas simplemente follaran de una vez. —Miró fijamente a Da Vinci—. Y no te metas con tus tonterías de 'Enganchado a la fonética', Da Vinci. Quiero que una persona de la vida real esté aquí para enseñarme, no un robot. —Eso

es solo porque no puedes interrumpir uno de mis programas de enseñanza, o pincharlo en el costado cuando comienzas a distraerte —respondió Da Vinci, con aire de suficiencia.

—Probablemente te unirás a nosotros una vez que lleguemos a Mediolanum —retumbó Kratos, interrumpiendo la discusión entre las dos mujeres antes de que pudiera comenzar; para ser un genio, Da Vinci estaba demasiado dispuesta a dejarse arrastrar al nivel (exasperante) de Avenger a veces—. Medusa tiene heridas que necesitan algo de tiempo para sanar —aunque probablemente estaría cerca de curarse cuando llegaran a Mediolanum—. Pero, además, si nos viéramos obligados a luchar contra Iskandar, tendría un Sirviente del que no conocería la identidad.