Un fantasma en una tierra extraña

Capítulo 33: 10 de septiembre

Todavía podían oír el canto a través de las paredes de la tienda de Nero. "Marte. Marte. Marte".

Fujimaru echó la cabeza hacia atrás dentro de la tienda y suspiró. "Bueno, esto es un buen asunto". Sus ojos se desviaron hacia el dios residente, a quien todos, incluso Cu, le estaban dando un amplio radio. En parte por las chispas de energía roja furiosa que parpadeaban esporádicamente sobre su cuerpo, y en parte por la pura rabia que irradiaba de él.

"NO soy Ares". La voz de Kratos era espesa, sus palabras salían en chorros lentos y gruñidos. "¡Y NO SERÉ llamado por su nombre!"

Hubo un fuerte estallido cuando una chispa de energía notablemente grande estalló desde el hombro de Kratos.

El silencio se prolongó después de eso.

Finalmente, fue Fujimaru quien se acercó al dios enojado. —Kratos... lo entendemos, de verdad. Pero Rómulo acaba de revelarle a todo el estúpido campamento lo que eres. Así que no hay forma de volver a meter al genio en la botella. —Se movió nerviosamente mientras el espartano sentado la miraba (no por mucho, claro). —Entonces, ¿cómo quieres jugar a esto? —Hizo

un gesto hacia donde Quirón estaba entablillando el brazo de Nerón, preparándolo para inmovilizarlo con un yeso—. Porque tenemos a la propia Emperadora aquí, podemos contar esta historia de la forma que queramos. Solo necesitamos que ella lo diga. —Los

ojos de Nerón estaban un poco vidriosos por el analgésico que le habían administrado, pero mantuvieron su enfoque—. De hecho. Hablé de reevaluar tu decisión de ocultar tu divinidad si las circunstancias cambiaban, pero mientras fanfarroneaba, no hubiera deseado obligarte a usar un manto que no es tuyo. —Sus ojos se entrecerraron. —Mucho menos un manto por el que pareces tener desdén que rivalice con el que llevo por mi madre.

—Soltó un suave siseo cuando Quirón comenzó a vendarle el brazo—. Entonces, ¿qué deseas que hagamos? —Las

manos de Kratos se apretaron juntas sobre su regazo, su frente tormentosa—. Dejé atrás el Olimpo hace una vida, y traté de olvidarlos, de dejarlos olvidados. Si ya no puedo hacer eso... —Su voz se estaba volviendo más áspera con cada palabra, un tono enojado se entrometió en su discurso—. ... entonces diles que soy un dios de otra tierra, que viene a ayudar en la batalla para liberar a tu 'Santo Progenitor'.

Nero asintió. —Eso, creo que puedo lograrlo. —Ella miró a Quirón—. Una vez que este médico haya terminado con mi brazo, claro. —NO

seré adorado. —Por el tono de su voz, Kratos no toleraría discusión sobre esto.

Nerón inclinó la cabeza. —Kratos... ¿te das cuenta de que no hay nada que pueda hacer para detenerlos? Podría decretar que hacerlo se consideraría una herejía contra Roma, y ​​sin embargo, algunos lo harían en privado. Incluso más allá de los auxiliares que veneran a sus propias deidades, algunos de nuestros soldados romanos están tan nerviosos de ver al gran Rómulo en persona oponiéndose a nosotros que están desesperados por algo a lo que aferrarse... ¿Y un dios, incluso uno extranjero, que se enfrentó al fundador de Roma y lo igualó como a un igual? Ella negó con la cabeza. —Ya sea solos en sus propias cabezas, o en pequeños grupos en la noche, te llamarán, esperando que por tu mano, Roma pueda encontrar la salvación. Ese gran Rómulo puede ser liberado.

Kratos se erizó por un momento, luego pareció encorvarse sobre sí mismo. —Déjalos hacer lo que quieran, siempre y cuando no tenga que verlo.

Nerón suspiró. —Umu. Haré lo que pueda.

Quirón terminó de inmovilizar el brazo de Nero en un cabestrillo y le dio una palmadita en el hombro. —Ahí tienes, Majestad. Eso debería mantener tu brazo estable hasta que mi estudiante pueda volver a darte un tratamiento.