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- Tienes que sacarme de aquí - dije.

- No ahora, Abril. No puedo - dijo Verónica. - Es más seguro para ti que permanezcas en las instalaciones. Hay guardias afuera. Estás a salvo allí. La policía está persiguiendo a Aldo. Tan pronto como lo tengamos bajo custodia y obtengamos una confesión de él, irá a prisión. -

- ¿Entonces me dejarás aquí? -

- No tenemos otra opción. Samantha está despierta y tengo suficiente presión del jefe de la oficina para encontrar el asesino, cerra este caso y seguir adelante. No puedo dejar que trates de ayudarme solo para meterte en más problemas -

Nunca había escuchado a Verónica más enojada en su vida.

- Además, eres la hermana de Aldo y eso también te convierte en sospechosa -

- Es gracioso cómo cambian mis roles. Pasé de ser una víctima inocente a una asesina lunática con lagunas mentales para convertirme en sospechosa que apoyó a su hermano en los asesinato. Eso es muy bueno. Supongo que el FBI puede aprender a mantener cierta consistencia -

- Estoy haciendo mi trabajo -

- Mira, Verónica... -

Colgó antes de que pudiera pronunciar otra palabra.

Estaba completamente sola ahora, en el sentido literal. Incluso Alexis estaba involucrado en esto ahora, porque fui lo suficientemente tonta como para enviarlo a mi apartamento. Si algo le pasaba a Alexis, no creía que pudiera perdonarme a mí misma.

Ese día, después de la cena, antes de que pudiera irme a la cama, levanté la silla que había en la esquina de la habitación y la puse contra la ventana.

Subí e intenté abrir la cerradura de los barrotes.

No fue fácil. Todas esas cosas que mostraban en los programas de televisión sobre escapes fueron un montón de tonterías.

Solo terminé jadeando y sintiéndome agotada.

Si fuera Samantha, estoy segura de que habría encontrado la manera de salir del asilo sin pestañear.

- ¿Necesitas ayuda para salir? - Martín, el enfermero, preguntó.

Me asusté y la silla se desplomó en el proceso.

Estaba tan atrapada en mis pensamientos que ni siquiera lo había oído abrir la puerta y entrar.

- ¿Me ayudarás? - le pregunté a pesar de que Martín era la última persona de quien quería ayuda.

Se sabía que Martín era un mujeriego, y estaba el hecho de que era popular entre las damas por todas las razones equivocadas.

Había escuchado rumores entre compañeros que a veces entraba en la habitación de algún paciente para un buen polvo.

Recientemente, lo había visto en más de una ocasión y eso hizo que mi piel se arrastrara.

Él sonrió, el tipo de sonrisa que me hizo querer darle un puñetazo en la cara. - ¿Qué obtengo a cambio? -

- ¿Qué deseas? - yo pregunté.

Me miró de arriba abajo. - A ver. Sacarte del asilo sin ser visto tendría un precio alto. Si pudiera abrir tu blusa y dejarme chuparte las tetas, lo consideraré -

- Estás bromeando - dije. - Tengo algo de dinero; puedo darte todo eso -

Ni siquiera estaba escuchando.

- O podrías dejarme follarte y te sacaré de aquí de una manera agradable y fácil - sus ojos me miraron con avidez.

- ¿O qué tal si sales de mi habitación y te vas al carajo? - yo pregunté. - Creo que eso sería aún mejor -

°Asilo Mental° || Adaptación Rivari ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora