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Aldo estaba parado en la puerta, vestido con bata, y me lanzó una mirada extraña. - ¿Qué estás haciendo de pie allí tan... rara? -

Tuve que mantener la calma.

- Solo estaba haciendo el desayuno - dije, y luego un poco más fuerte. - ALDO, si ibas a volver a casa temprano, ¿Por qué no me llamaste? ¡Habría preparado el desayuno! -

- ¿Por qué gritas a todo pulmón? Estoy aquí y puedo oírte bien - dijo, obviamente irritado por un turno de veinte horas.

- Bueno, pensé que ibas a quedarte dormido en cualquier momento. Solo estoy asegurándome de que estás  despierto - dije.

Miró el plato de huevos a medio terminar sobre la mesa. - A veces actúas realmente extraño, Abril, ¿Lo sabías? -

Traté de no ofenderme por eso.

- ¿Cómo quieres tus huevos? -

- Revuelto, si puedes. Y gracias. Primero iré a bañarme. Huelo como una maldita granja de animales - dijo, quitándose el abrigo y luego quitándose la camiseta del uniforme azul.

Él comenzó a caminar hacia el baño, cuando lo llamé en voz alta. - ALDO, tómate el tiempo que desees EN LA DUCHA. Quédate allí durante treinta minutos o una hora. ¡No te apresures! -

- Estoy seguro de que podría haberte escuchado si estuviera a cuatro cuadras de distancia -

Dicho esto, la puerta se cerró detrás de él. Lo siguiente, escuché el sonido de la ducha.

Suspiré y preparé apresuradamente los huevos revueltos, como Aldo siempre prefería, y puse el desayuno en la mesa, después llevé el plato de desayuno de Samantha mi habitación.

Samantha estaba parada detrás de la puerta, en caso de que Aldo entrara a mi habitación.

Mantuve la puerta entreabierta.

Quería ser consciente en caso de que Aldo decidiera terminar su ducha rápidamente. Aldo duraba mucho tiempo en la ducha, especialmente cuando tenía un turno largo.

Samantha me estaba dando una de sus dulces sonrisas.

Le di un puñetazo juguetonamente en las costillas.

- ¿De qué te estás riendo? -

- Me pregunto cómo tuve tanta suerte de encontrarte - dijo, tocándome el pelo. - Eres como una mamá osa para él. Es realmente lindo de una manera materna -

- Solo nos tuvimos que cuidar el uno del otro después de que murieron mis padres. Aldo cree que es su deber cuidarme, pero termino cuidándolo mucho la mayor del tiempo y eso lo irrita -

- Me gusta esa cualidad sobre ti, Abi. Siempre estás dando y nunca esperas nada a cambio -

Me reí. - Me haces sonar como una santa que no soy -

- ¿No es así? -

- ¡No! -

- ¿Tienes pensamientos pervertidos sobre mí? - preguntó descaradamente.

- Todo el maldito tiempo - yo confesé.

- Hmm, me encantaría escuchar sobre esos pensamientos algún día - Samantha dijo y terminó de comer su desayuno.

- ¿Y cómo son tus pensamientos? - yo pregunté.

- También tengo pensamientos pervertidos sobre ti, pero los míos probablemente requieren más censura en comparación con los tuyos -

Se me puso la piel de gallina en la nuca. Me rasqué la espalda sintiendo que el rubor se arrastraba por mis mejillas.

- ¿En serio? Explícamelo en detalle -

°Asilo Mental° || Adaptación Rivari ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora