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- Estas son las reglas del juego - declaró Verónica. - Voy a dejar que corras y te escondas. Puedes intentar y escapar del hospital si quieres. Si desciendes a la planta baja y le dices a alguien, se terminarán los juegos y cortaré la garganta de Ama -

- ¡No! ¡Por favor! - grité.

- Si logras salir del hospital, ganas. Si te encuentro, bien, pierdes. Y harás exactamente lo que yo te diga. Creo que es un juego justo -

- Podemos conseguirte la ayuda que necesitas, Verónica - le dije. - Por favor, no lastimes a nadie -

- Corre lo más rápido que puedas, Abril - dijo Verónica. - Te daré una ventaja de dos minutos -

Estaba parada en el pasillo de una manera relajada.

La cadena estaba colgando en el suelo.

Sangre goteaba por su brazo.

Las luces de arriba casi se habían apagado, dejando solo una luz tenue, haciendo una sombra en su rostro.

Era una imagen aterradora.

Me puse de pie y salí en dirección opuesta, corrí hasta el final del piso.

Los aullidos y vítores de la otros pacientes sonaron cuando presioné los botones del ascensor.

Decidiendo no tomar el ascensor, empujé las puertas hacia las escaleras de la salida de emergencia.

Podía escuchar a Verónica gritando burlonamente. - Tres... dos... uno. ¡Aquí voy! -

Escuché el extraño sonido de las cadenas que se arrastraban contra el piso.

Verónica seguramente no sabía nada de la vieja ala abandonada que solo usaba el personal.

Corrí hasta el otro extremo más alejado del piso, entré a una habitación y cerré la puerta detrás de mí.

Escuché el sonido de las cadenas que se arrastraban.

El miedo me penetró profundamente como una navaja afilada.

No había experimentado el miedo de esa manera.

Samantha nunca había grabado el miedo dentro de mí como lo estaba haciendo Verónica.

Con Samy, yo sabía qué esperar, con Verónica no.

Podría morir aquí y nadie lo sabría hasta que me vieran colgada en algún lugar como un trozo de carne en una granja.

Me estremecí al pensarlo.

No dejaría que eso pasara.

Tenía que luchar hasta que respirara por última vez.

Saqué mi teléfono de mi bolsillo y presioné el número de Juan.

Sonó por una eternidad.

Intenté un par de veces más, pero él no respondió.

Llamé a la agente Palami, y la llamada fue directamente al correo de voz.

Vicky Palami. Deja un mensaje después del pitido...

- ¡Agente Palami! Por favor ayúdeme... es Verónica. Yo... creo que me matará y culpará a Samantha por eso - dije por teléfono.

Me temblaban las manos cuando llamé al nueve-uno-uno, pero mi teléfono se quedó sin batería.

Podría sentarme aquí en el ala abandonada por una eternidad y esperar, hasta que alguien se diera cuenta de que faltaba y que no contestaba mi teléfono.

La posibilidad de que Verónica me encontrara antes de que la policía o el personal del hospital eran más altas.

Abrí la puerta y salí a la oscuridad.

°Asilo Mental° || Adaptación Rivari ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora