𝐒𝐞𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬ᡣ𐭩

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König, que estaba en su habitación tratando de encontrar algo de paz después de la agotadora jornada anterior, escuchó los gritos desde la distancia

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König, que estaba en su habitación tratando de encontrar algo de paz después de la agotadora jornada anterior, escuchó los gritos desde la distancia

Algo en su interior se encogió de preocupación. Corrió hacia la habitación de Iris, con la esperanza de encontrarla allí, pero cuando vio que estaba vacía, un sentimiento de pánico lo invadió

No podía ser... no podría haber ido allí sola

Sin perder un segundo más, corrió hacia la oficina de Price. Su respiración era pesada, y su mente estaba llena de imágenes horribles de lo que podría estar sucediendo

—¡Iris no está en su habitación! —exclamó apenas llegó—. Creo que está en la celda de Roman, pero no puedo estar seguro. Los gritos... los gritos vienen de allí

Price, al escuchar esto, no dudó en tomar acción. Inmediatamente ordenó a un grupo de soldados que se dirigieran a la sección de las celdas. Sabía que la situación podía ser peligrosa, y no había tiempo que perder

Al llegar a la sección de las celdas, se dieron cuenta de algo alarmante: todo estaba perfectamente cerrado, sellado de una manera que no era habitual. Iris, en su desesperación, había decidido encerrarse con Roman, aislándolos del resto de la base. Los gritos continuaban, cada vez más fuertes, y los soldados no lograban abrir las puertas

König, desesperado, comenzó a golpear la puerta blindada con toda la fuerza que tenía, pero era inútil. La puerta estaba diseñada para resistir cualquier intento de entrada forzada.

—¡Maldita sea! —rugió mientras continuaba golpeando—¡Abran esto ahora!

Price, viendo la situación, corrió hacia su oficina para buscar las llaves. Sabía que cada segundo contaba. Sin embargo, mientras corría, un sonido sordo resonó por los pasillos, seguido por un chillido femenino que heló la sangre de todos los presentes. El disparo, que había comenzado como un eco distante, fue seguido por un silencio sepulcral

Cuando finalmente lograron abrir la puerta y avanzar por los pasillos hacia la celda de Roman, lo que encontraron fue una escena desconcertante. Allí, en el centro de la celda, estaba Iris, arrodillada frente a Roman. Ambos estaban llorando desconsoladamente, un llanto que parecía surgir de un lugar profundo de dolor compartido. Pero lo que más sorprendió a todos fue ver a Julia, la mujer que había acompañado a Klaus, tirada en el suelo con un disparo en el pecho

El arma en la mano de Roman todavía humeaba, y los ojos de ambos estaban fijos en el cuerpo inerte de la mujer. Todo indicaba que ella había interrumpido la confrontación de alguna manera y, en un arrebato de desesperación, Roman le había disparado

König y los demás soldados se quedaron en la entrada, sin saber cómo reaccionar. El hombre que habían tratado de quebrar ahora estaba roto de una manera que nadie había previsto, y la mujer a la que habían intentado proteger estaba arrodillada junto a él, compartiendo un dolor que ninguno de ellos podía entender

Quiet| königDonde viven las historias. Descúbrelo ahora