𝐍𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐟𝐫𝐚𝐧𝐜𝐨𝐭𝐢𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚ᡣ𐭩

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-señor!-corrió el francés con rapidez hacia soap, soap le sonrió calidamente.

-que pasa?-pregunto este mientras abría su oficina y dejaba pasar al pelirrojo.

-Iris vidal, francotiradora,piloto, experta en lucha cuerpo a cuerpo y con armas de fuego, será trasladada la próxima semana señor, necesitamos su permiso para concluir su traslado de irlanda a nuestra base.-soap asintió

-claro,permiteme firmar.

Caminaba lentamente por el extenso pasillo,observando mis alrededores, rodeada por una soledad abrumadora y un frío que parecía impregnarse en mis huesos

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Caminaba lentamente por el extenso pasillo,observando mis alrededores, rodeada por una soledad abrumadora y un frío que parecía impregnarse en mis huesos. Cada rincón de la base me hacía temblar; desde temprano había sentido esta mezcla de misterio y serenidad que me mantenía en vilo. Mis pasos me llevaron al comedor, donde algunos soldados recién regresados de una misión conversaban en voz baja. Les dediqué una sonrisa amable mientras me acercaba

—Buenas tardes —dije con tono cortante, dirigiéndome al director de tiro, que comía solo apartado del resto—Quería discutir algunas cosas con usted

El anciano levantó la vista, intrigado, y me devolvió una cálida sonrisa

—Bienvenida, espero que estés lista para tu entrenamiento de mañana —dijo, asintiendo con aprobación—¿Qué pasa?

Lo observé durante unos segundos, un leve asco asomando en mi expresión al ver las migajas de comida que caían en su pequeña barba descuidada

—No estoy segura de mi posición en la misión de la próxima semana —dije finalmente. El director frunció el ceño, confundido—La estrategia está mal. Es imposible hacer un tiro preciso desde ese edificio —gruñí, frustrada

No quería parecer la experta que lo sabía todo, para nada, pero me habían reclutado desde mi base en Irlanda como francotiradora de apoyo. Lo mínimo que esperaba era que escucharan mis recomendaciones, ¿o no? ¿Quién demonios hacía esos planes? Un niño pequeño lo haría mejor, pensé para mis adentros, mientras miraba al director fijamente. Él soltó una risa ronca

—Por Dios, niña, yo no me encargo de eso —suspiré al oírlo—El coronel y su equipo se ocupan de esos detalles

Lo miré con curiosidad, intrigada

—¿Quién es el coronel? —pregunté, frunciendo el ceño

El viejo señaló hacia la puerta que daba al patio de entrenamiento. Me acerqué, intentando ver a través del cristal, pero no había nadie

—¿Quién? —insistí, volviéndome hacia él

El anciano suspiró, encogiéndose de hombros

—No sé, niña. Siempre está por ahí, pero ahora parece que no —dijo, levantándose de la mesa—. No te preocupes, es fácil reconocer al grandulón —añadió, burlón, sacudiéndose las migajas de la camisa—Ya averiguarás quién es.

Quiet| königDonde viven las historias. Descúbrelo ahora