iii. George Weasley

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Advertencia: escenas leves de 16+

Emily siempre había sido una persona que no le tenía miedo a nada. Y tal vez por eso, George Weasley la admiraba bastante. Y además de admirarla, también tenía cierto enamoramiento por la chica desde el tercer año. Justo ahora se encontraban en la sala común de Gryffindor; había un montón de adolescentes jugando nada más ni nada menos que siete minutos en el cielo.

—¡Vamos a jugar! — exclamó Emily más que emocionada. Angelina, a su lado, tenía un plan junto con Fred Weasley... Unir a Emily y George de una vez por todas.

—¡Genial! — respondió George, sonriendo. — ¿Sabes las reglas?

—No, ¿cuáles son? — preguntó Emily.

—Bueno, el objetivo es entrar en un armario durante 7 minutos sin que nadie te interrumpa, pero antes giras la botella para elegir a la persona que entrará contigo. — explicó Lee Jordan.

Emily se sonrojó un poco al oír las reglas, pero estaba decidida a jugar. Le gusta el drama y lo picante.

—¡Inicio, yo! —se aventuró a avisar la chica.

Tomo la botella de vidrio y la giro. Fue la oportunidad perfecta para angelina para manipular la botella y que justo diera con cierto pelirrojo.
George sonrió sin poder evitarlo y empezó el cronómetro. Los dos entraron en el gran armario convocado con magia.

—Ahora que lo pienso, esto es un poco aburrido, ¿no crees? —Habló por primera vez la chica.

—Tienes razón... Eso de estar siete minutos en un armario... No me concuerda. —Era mentira, su corazón estaba a nada de salirse, porque estaba con la chica que le gustaba.

La chica tarareó, sin saber qué hacer. Hacía un inmenso calor ahí adentro. Era algo extraño porque estaban en invierno. Suspiró sintiendo sus mejillas quemar y pudo ver que a George le pasaba lo mismo.

—Hace calor, ¿no? —murmuró. Pronto se dio cuenta de que el Weasley no llevaba camiseta y que este la tenía en la mano.

—Así es. —Contestó con el sudor cayendo por su pecho.

La chica Slytherin fijó su vista allí, al ver el cuerpo levemente ejercitado del Weasley.

—¿Disfrutas de la vista, Nott? —preguntó George, olvidando de la nada su timidez.

Y Emily pensó: Al diablo con todo.

—Como no te imaginas, Georgie. —Soltó antes de empinarse y besarlo.

Al principio, el beso fue suave y tímido, pero pronto se volvió más... Intenso. El aire estaba cargado de tensión. Los cuerpos de Emily y George se tocaban, separados solo por un susurro, debido a que se habían separado.

—No sabes lo mucho que me encantas, preciosa. —murmuró George con voz ronca.

—Demuéstramelo, Weasley. —Correspondió la chica coqueta.

De repente, George se inclinó hacia adelante, su boca buscando la de Emily con un deseo desesperado. Sus labios se encontraron en un beso apasionado, la lengua de George explorando la boca de Emily con una intensidad que la dejó sin aliento. El mundo exterior desapareció, y solo quedaron ellos dos, perdidos en la pasión y el deseo que los consumía. El beso era como una explosión de emociones, un torrente de sentimientos que los arrastraba hacia un abismo de placer y deseo.

Dentro del armario sonaban jadeos e incluso gemidos apasionados. Las manos del gemelo, pelirrojo, bajaron sin vergüenza hasta la cadera de la chica y la alzó. La chica enredó sus piernas en su cintura, mientras abrazaba con una mano el cuello de George, mientras que la otra mano acariciaba su cabello de una manera que el propio Weasley no podía describir.

Los besos de George bajaron al cuello de Emily, explorando tal terreno desconocido con el que había soñado hartas noches. Dejó un camino de besos húmedos, asegurándose de dejar un par de recordatorios.

—George... —Jadeó la chica.

—Cómo me encantaría tenerte, Emy. —Murmuró ronco el pelirrojo, separándose para ver la gran obra de arte que había hecho.

—Estoy aquí contigo, Weasley. —Murmuró también la chica sin separar la vista de los ojos llenos de lujuria de George.

—Saldrás conmigo, mañana.

—¿Ah, sí? ¿Cuándo he aceptado yo eso? —preguntó divertida.

No esperó que, de la nada, George Weasley apretara su trasero entre sus manos, haciéndola soltar un gemido.

—Eres muy malo, Weasley.

—Tú me haces serlo, Emy.

Entonces la puerta del armario se abrió.

— ¡Eh, George! — gritó Ron. — ¿Qué estás haciendo?

George y Emily se separaron rápidamente, sonrojados y jadeantes. Emily volvió a tener sus pies en el suelo.

— ¡Nada, Ron! — respondió George. — Solo besaba a mi novia, ¿no puedo?

Emily lo miró divertida.

—¿Cuándo he aceptado yo eso? —preguntó divertida la italiana. —No, no, no. Ma proponimelo bene, Weasley, come si deve.

George sintió el calor subirle nuevamente al escuchar a la chica hablar italiano. Ron miró a Emily y sonrió.

—¡Eh, Ron! — gritó Ginny, entrando a la sala. — ¿Qué pasa?

— ¡Nada, Ginny! — respondió Ron. — Solo George y Emily aceptando por fin sus sentimientos.

Ginny miró a George y a Emily y sonrió.

— ¡Ah, "7 Minutos en el Cielo"! — dijo. —Eh, Georgie, como que te pasaste con los besos.

La pelirroja señaló el cuello de la slytherin y Emily abrió la boca sorprendida.

—¿Me dejaste marcas, maldito? —preguntó ofendida.

—No quejaste, para que quede claro. De hecho, estabas muy contenta. —Añadió el pelirrojo.

—Oh, púdrete Weasley. —La chica iba a irse, pero George la tomó de la cintura y la regresó.

Ginny se acercó a ellos y les dio una palmadita en la espalda a cada uno.

— ¡No se preocupen! —interrumpió con intención la pelirroja. — No los interrumpiré. Sigan jugando.

George y Emily se miraron el uno al otro y sonrieron.

— ¡Vamos a seguir! — dijo George, inclinándose hacia Emily.

—Oh, no. Alto ahí, tigre. Muchos besos por hoy. 

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 | 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora