v. Neville Longbottom

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23 de octubre, 1994

El llanto de las mandrágoras apenas y le hacía cosquillas en los oídos. Violet había aprendido a soportar el llanto de las mandrágoras desde el momento uno que comenzó a estudiarlas. Su directora de casa, Pomona Sprout, le había pasado todos sus conocimientos sobre plantas y cualquiera en su lugar pensaría que era una perdida de tiempo, pero la verdad es que Violet amaba las plantas con todo su ser.

Tanto las plantas muggles, como las mágicas.

Acaricio la hoja de una sus flores de acónito. El color de aquella planta siempre le había llamado la atención, sin importar lo letal que fuera para las especies. A su lado había una maceta con un arbusto plantado allí.

Lo toqueteo por un momento haciendo que las hojas de dicho arbusto, revolotearan cuan mariposas. Ella rio levemente al ser acariciada por una de las flores.

A lo lejos, Neville Longbottom la observaba con una pequeña sonrisa. Ella era tan tierna y gentil... Es manera en la que sus mejillas se sonrojaban cada vez que la profesora Sprout la llamaba cada vez que necesitaba ayuda o cada vez que alguien le dirigía la palabra... Era jodidamente tierna.

Todo empezó en primer año, cuando Trevor —su sapo— se extravió, ella con toda la timidez del mudo le ayudo a buscar su animalito de compañía. Desde allí su dulzura y amabilidad lo dejaron atónito. Ahora se encontraban en cuarto año y desde entonces, ha deseado tanto ser su amigo...

Ella, al igual que él, sufre ciertas molestias de Snape y los slytherin al ser estudiantes "débiles y patéticos". Más ella que él, debido a que padece de poca valentía. Él había sido capas un par de veces de enfrentarlos a todos y defenderse, ella, en cambio, no.

Y eso le molestaba

A ella no le quedaba más opción que dejar ser pisoteada, por el grupo de Slytherin.

Respiró profundo ingresando al invernadero en silencio, agradeciendo que ella no se diera cuenta de su presencia. Se posicionó a su lado y acomodo la maceta del cactus y carraspeo sobresaltado a la chica.

—L-lo siento. —Se disculpó torpemente. La chica le sonrió tímidamente, sin usar palabras.

La chica se dio la vuelta palabra irse, pero Neville, en un acto desesperado para no dejarla ir, la tomo del brazo. Ambos se sonrojaron al mismo tiempo y Neville respiro profundamente de nuevo, tomando valentía.

—Puedes quedarte, no me incomoda. El invernadero es muy grande. —Aclaró deshaciéndose del agarre que mantenía sobre la chica.

—Gracias. —Habló por primera vez.

Neville nunca en sus años de Hogwarts la había escuchado decir una sola palabra. Ni siquiera en clase. Suspiro enamoradizo, inconscientemente y soltó una risita nerviosa, ganándose una mirada curiosa de la chica.

Ambos comenzaron a trabajar en sus respectivas plantas. Neville encargándose de sus cactus y Violet de sus arbustos en un completo silencio cómodo.

Ambos sosteniendo las respectivas macetas de sus plantas se giraron al mismo tiempo, con ganas de hablar con el otro, chocando, entre ellos.

Las plantas, cayeron al suelo haciendo un desastre de tierra y hojas, pero en el momento que ambos cayeron al suelo, sentados, Neville temió lo peor: ¿Se enojaría? Apuesto que la chica ya no lo querría ni ver. ¡Había arruinado su arbusto! Se giró a verla con miedo de ver una expresión triste o enojada, pero, en cambio, en cuanto cruzaron miradas, ella rompió en risas.

Neville la miro encantado, su risa era encantadora, risueña. Y tan contagiosa, que por ello empezó a reír con ella. Una vez que su risa seso, ella extendió su mano.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 | 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora