Luego del suceso tan peculiar que presenció en la mañana, y haber desayunado. Se encontraba preparándose para ir a la biblioteca del pueblo, que en realidad no era tan pequeño como pensaba, solo estaba acostumbrado a la grandeza de la ciudad.
Su madre no había salido de la cocina, así que decidió ir por su cuenta. Para su fortuna, Göndul le había proporcionado la dirección de la biblioteca ya que no memorizo el camino cuando iban en el auto. No era bueno con las direcciones así que probablemente se perdería, pero buscaría la manera de llegar a su destino.
Lo único que lleva a su aventura era el cuaderno. No iba a correr el riesgo de dejarlo y que su madre lo encontrara y tirara.
— ¡Volveré pronto! ¡No pienso tardar mucho!
Grito hacia el corto pasillo que daba a la sala, donde Göndul estaba tranquilamente leyendo.
—Con cuidado —Escucho antes de cerrar la puerta.
Con un suspiro, comenzó a caminar a donde le habían indicado que era la biblioteca.
Mientras caminaba, decidió abrir el cuaderno y leer otro texto de pensamientos de alguien que no conoce.Para su sorpresa y desconcierto, no hay un gran parrafo que ocupa toda la hoja, es algo simple y corto, confirmando que el autor de aquellos escritos seguía vivo. Sus palabras empezaban de manera que hizo que su alma casi saliera de su cuerpo.
¿19-20? de marzo 1960
Iba a hacerlo.
Juro que iba a hacerlo.
La noche del 19 de marzo a la madrugada del 20 iba a ser el momento de mi muerte.
¡Ese hombre llega en los momentos más inesperados arruinando mis planes!
Nikola Tesla arruina mis planes de muerte. No se que sentir al respecto.
¿Que sientes cuando alguien evita tu muerte?Te enojas cuando alguien evita que obtengas algo que quieres, pero te alegras cuando alguien te salva en una situación de vida o muerte. Yo generalmente quiero morir, por raro que parezca, ahora mismo no tengo ese sentimiento.
Beelzebú Blackwell
Edgar quiere creer que es una coincidencia, no hay manera de que lo sea, pero se aferra a esa posibilidad y se obliga a tranquilizarse.Detiene su marcha frente a la biblioteca. Sube las escaleras hacia la entrada.
Hay grandes estantes con miles de libros, y el techo es bastante alto. Una anciana con lentes, le sonríe con amabilidad, devuelve el gesto antes de adentrarse a los pasillos con estantes de libros viejos.Camina pasando de pasillo en pasillo, hasta que encuentra un área de lectura con unos sillones, se sienta en uno, acomodándose. No eligió ningún libro de las estanterías, no llamaban su atención en ese momento. Abrió con cuidado el cuaderno que traía consigo, interesado en lo que encontraría esta vez.
22 de marzo, 1961
Planeaba que hoy fuera un día normal. No salí de mi casa en dos días, tampoco es que lo necesitará. Mi tía me miró con preocupación pero no comento nada al respecto, cosa que agradezco.
Así que hoy seria el día que en saldría luego de mi fallo. Necesitaba libros para mi investigación, así que ir a la biblioteca seria un buen comienzo luego de intentar tirarme a un lago.
Y por supuesto, el mundo me odia así que no está de mi lado.
La última persona que quería encontrarme estaba ahí.Mientras Edgar lee, su cuerpo experimenta una sensación de cambio, levanta la vista de la página, nada pareció fuera de lugar.
— ¡Beelzebú! —dijo una voz que creía conocer.
Ahí estaban el cambio.
En cuento se volteo pudo apreciar a las personas que vio en la mañana. Aunque se sentía como si los hubiera visto hace una eternidad.
Beelzebú estaba parado, congelado en su lugar con dos libros en sus manos, mientras Nikola se acercaba apresuradamente, sonriendo de oreja a oreja.
Edgar nota el pánico del pelinegro, no es muy visible, pero sus ojos lo delatan.Quizás esta alucinando, pero todo se siente tan real como lo del lago, solo que lo unico que parece no ser real es él.
—Tesla...—el castaño frunce el ceño y infla ligeramente sus mejillas.
— Nikola. Te dije que me llamaras Nikola.
Edgar lo recuerda, porque sucedió aquella mañana. Beelzebú no se corrige, solo continua;
— ...no imagine verte por aquí
— Estaba buscando nueva información que pudiera ayudarme con mi investigación.
— ¿Investigación?
— ¡Una investigación científica que ayudará al avance de la humanidad!, ¿Tú que haces aquí?
Edgar ladeo la cabeza, interesado. Al parecer, Beelzebú no era el único que estaba en busca de información.
— Lo mismo. Vine a ver si un libro contenía algún dato que pudiera servir para mi idea. Pero como dije la otra vez, es imposible.
— No creo que lo sea.
—Da igual, ¿De qué es tu investigación? —pregunto desviando el tema. Los ojos aguamarina brillaron.
— Estoy intentando crear comunicación directa —susurro, como si fuera un niño que estuviera haciendo algo malo a escondida de sus padre.
— ¿Comunicación directa? ¿Entre qué?
— ¡Ordenadores! — podía verlo brillas de emoción— Escucha, entre 1943 y 1945 en la escuela Moore, de la universidad de Pensilvania, se diseño y construyó el proyecto ENIAC.
— Se sobre eso, solo un tonto no lo sabría.
Edgar se cruzo de brazos, recargandose en un estantes, orgulloso por seguir más o menos la conversación, ¿qué podía decir? Era un adicto a la tecnología
— ¡Estoy viendo si es posible una comunicación directa para comunicar diferentes bases de investigación!
"Están viendo muy a futuro" murmura Edgar.
— Suena tan imposible como mi idea, lo sabes ¿No?
Nikola asintió, aun así su emoción no desapareció.
El sonido de unas pisadas hizo que los tres miraran en la dirección, Edgar cree aver divisado a una mujer ligeramente parecida a Nikola muy a lo lejos.— ¡Vamos! —jalo a Beelzebú del brazo, adentrandose entre las grandes estanterías y perdiéndose.
Edgar los siguió, no quería perderse ni un minuto, aunque a lo lejos pudo escuchar a alguien llamar: "¿Nikola? ¿Estas ahí?"
El castaño mantuvo su característica sonrisa en todo momento, el pelinegro intentaba que ningún libro resbalaba de sus manos, ocasionara gran ruido y los descubrieran en lo que sea que estuvieran haciendo.— ¿Qué estamos haciendo?
— Huir
—¿Huir? ¿De quien?
—De mi madre. Últimamente esta muy insistente con cierto asunto, así que venir aquí es un gran refugio.
Beelzebú no pregunto más y solo se dejó arrastrar, Nikola hablaba y hablaba, con una energía que era de envidiar. Edgar los sigue, mientras el castaño soltaba datos curiosos sobre ciencia, el pelinegro solo escuchaba, incluso mantuvo una ligera sonrisa en su rostro.
En un momento, el cuaderno que Edgar llevaba en sus manos, se cerró de golpe, sin que nadie lo tocara. Con el estruendo del golpe, Beelzebú y Nikola se esfumaron, como polvo, solo quedo un eco de la risa del científico.
Confundido, miro a ambos lados, continuo avanzando por los pasillos, nuevamente intentando obtener una explicación.
Lo único que encontró, fue una plataforma sobre la que estaba un piano.¿Un piano en una biblioteca?
Extraño, pero no lo suficientemente como para tomarle importancia.

ESTÁS LEYENDO
Cartas
FanfictionEdgar va al pueblo donde su madre creció. Ahí se encuentra con Göndul, quien le entrega un cuaderno que contiene escritos de un tal Beelzebú, donde menciona mucho a un tal Nikola. ¿Qué se supone que haga con esta información?