Edgar esperaba, de la manera más paciente que puede a su madre y Göndul. Iban a ir a comprar algunas cosas para la comida, pero su madre se estaba tardando, así que decidió esperarlas afuera.
Pateo una piedra con aburrimiento, hasta que al fin ambas mujeres salieron.
—Vamos Edgar. Apresuremos el paso —murmuro su madre. Él se contuvo en contestarle, se limito a seguirlas en silencio— Tenemos que conseguir varios ingredientes para la comida que prepararé.
— Anna, no hace falta que te esfuerces tanto.
— ¡Es necesario, tía Göndul! —refunfuño.
Llegaron a un área verde con bancas, rodeado de varias tiendas. Su madre se quedó pensando unos momentos antes de dirigirse a una tienda, cruzando la calle sin fijarse a ambos lados.
— Edgar, ¿Por qué no vas a sentarte?, yo me encargo de tu madre —dijo Göndul, mientras caminaba con tranquilidad, tras los pasos de Anna.
— Si, no tengo problema.
El adolescente se dirigió a la banca más cercana. Había pocos árboles, al otro lado, pudo observar a una anciana alimentando a unas palomas, una pareja paseando a su perro, unos niños pasaron a su lado corriendo. Un día normal.
Sus ojos se comenzaron a sentir pesados, los cerro un momento para descansar su vista.
Experimento un frío aire que choco con cara, noto la sensación de estar sentado de rodillas. Frunció el ceño, sus manos tocaron a tientas el lugar, ya no estaba en una banca, palmeo el pasto sobre el que estaba.
Sus ojos se abrieron, confundido.Esta sentado sobre pasto, frente suyo hay un lago, que muestra el reflejo de la luna. El cambio de escenario es tan brutal, se levanta de golpe, su respiración se acelera por la confusión, quiere gritar o decir algo, su voz parece no funcionar.
En su pánico volte a su derecha, hay un muelle sobre la que están dos personas, más especifico, dos hombres. Él más alto sostiene al otro, como si temiera lo peor.
— Estar tan cerca de la orilla puede ser peligroso, ¿Qué haces aquí a estas horas, Beelzebú?
Lentamente, Edgar se acerca, olvida su miedo de hace unos instantes.
— Pregunto lo mismo, Tesla.
— Llamame Nikola— una gran sonrisa se extendien por su rostro. Se aparto y avanzo un poco, jalando del brazo a el pelinegro— Vamos, es muy peligroso estar aquí solo.
Beelzebú lo siguio en silencio. Edgar parpadeo un par de veces, camino hasta posicionarse a la par del dúo, intento llamar la atención de ambos con varios gestos, simplemente era como si no existiera.
Hubo un largo silencio durante la caminata, Edgar siendo la persona que era, decidió concentrarse en el piso, pensando que ese sueño en especial era muy raro.
— ¿Por qué querías tirarte al agua? —Nikola rompió el silencio. El agarre sobre el brazo de Beelzebú se apretó ligeramente.
—Era solo un paseo nocturno. Me incline de más a observar el lago y parecio que me queria tirar. Solo fue un mal entendido.
"Mentiroso" murmuro Edgar, ninguno volteo a verlo, era un fantasma, aunque en el fondo espera no estar muerto.
Nikola analiza a su acompañante, no le cree, tampoco menciona nada al respecto.
— Dime, Beelzebú —su nombre en los labios del desconocido le estremece— ¿Cuál era el fin de tu paseo nocturno? Después de todo, las cosas no se hacen solo porque si.
— Meditaba sobre un proyecto en el que estoy trabajando.
— ¿Proyecto? —los ojos aguamarina brillan con interés.
— Un intento de prótesis para los soldados que han perdido alguna extremidad en la guerra, o en general, para la gente que tenga problemas con eso. Aunque la idea ahora solo se ve como un adorno y no una ayuda para facilitar la vida de alguien.
Revela con facilidad, como si no pudiera ocultarle algo a ese hombre.
Nikola no puede contener la emoción que refleja al escuchar eso.
—Tenía pensado que tuviera las mismas posibilidades de movilidad, haciendo que la perdida de la articulacion no fuera notoria. Sin embargo, parece un sueño imposible.
—¡Para nada! —la enérgica exclamación sobresalta a ambos— Es una excelente idea y seria un gran avance de manera médica, ¡ayudaras a mucha gente Beelzebú!
La afirmación, como si fuera un hecho escrito, hace que Beelzebú lo mire con incredulidad, quizás porque es la primera vez que alguien confía en él de manera tan honesta.
No se conocen. Saben el nombre uno del otro, pero eso no significa que se conozcan. Aun así, Beelzebú siente su corazón latir freneticamente, como si fuera a salirse, espera que sea un ataque cardíaco y no tenga nada que ver con el ligero rubor que aparece en sus mejillas.
"Espera..." Edgar, mira a Beelzebú antes de que mirada viaje a la Nikola y la gran sonrisa que tiene, la acción se repite unas cuantas veces más "¡Oh por dios!" dice con diversión.
Ni Beelzebú, ni Edgar notaron el momento en que llegaron a una ilera de casas, justamente, estaban parados fuera del hogar del pelinegro.
— Está...es mi casa —suspira, mientras se aleja unos cuantos pasos de Nikola, que a invadido el espacio personal ageno— Fue un gusto verte de nuevo Tesla.
—Nikola —interviene apresuradamente tropezando con suavidad propias palabras un poco— Dime Nikola, por favor. Nos estaremos viendo luego, Beel. Descansa
Dijo a forma de despedida.
—Adiós —es lo último que dice antes de cerrar su puerta. Edgar, que a empezado a aprovechar la ventaja de ser un fantasma, entra en la casa, siguiendo a Beelzebú qué a subido hasta su cuarto.
En la habitación cuadrada, llena de libros, tinta y otras cosas regadas por el piso, hay una mesa sobre la que está una radio y una vela encendida, derretida hasta la mitad. Beelzebú busca freneticamente su libreta, cuando la encuentra, los papeles y bocetos que hay son tirados al suelo para hacer espacio. Toma una pluma que sumerge sobre tinta y empieza a escribir sobre una hoja.
Edgar, se asoma sobre su hombro, leyendo a la par que Beelzebú plasma su experiencia en papel.
¿19-20? de marzo 1960
Iba a hacerlo.
Juro que iba a hacerlo.
La noche del 19 de marzo a la madrugada del 20 iba a ser el momento de mi muerte.
¡Ese hombre llega en los momentos más inesperados arruinando mis planes!
Edgar que sigue el movimiento de la pluma hasta esa declaración, se aparta. Finge patear algunos papeles del suelo, ya que no puede tocarlos, de una vuelta en círculos por el espacio permitido en esas cuatro paredes, mientras Beelzebú continúa escribiendo. No quiere acercarse a leer, ya que probablemente esto sea solo un sueño muy realista, nada de lo que a visto hasta ese momento sucedió en verdad, así que la carta tampoco debe de serlo.
Si sienta al borde de la cama, con un poco de cansancio. Se pregunto por su madre y Göndul, fue un pensamiento veloz qué vino y se fue. La iluminación del fuego de la vela le daba directamente a su cara, aun así no se molesto en moverse.
Nuevamente, iniciando el proceso por el que llego, cierra los ojos, otra brisa fresca, aunque esta en un lugar cerrado. Esta vez, reconoce que ya no esta sentado sobre algo suave como un colchón, sus manos recorren la banca de madera, que es una textura más dura y firme.
Tiene que acostumbrarse a la luz del sol que lo deslumbra al entreabrir los ojos. Los chillidos de los niños que corrían de un lado a otro por el parque terminaron por despertarlo de su ensoñación.
No hubo ningún cambio a cuando se quedo dormido, es como si solo hubiera sido un parpadeo, la pareja, la anciana, las palomas, todo esta casi igual.
Tiene una sensación extraña. Se levanta tambaleando se, y emprende marcha hacia la tienda a la entraron su madre y Göndul.
Al menos, dejando de lado toda esa locura, las compras para el desayuno y la cena fueron un éxito.

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Cartas
Fiksi PenggemarEdgar va al pueblo donde su madre creció. Ahí se encuentra con Göndul, quien le entrega un cuaderno que contiene escritos de un tal Beelzebú, donde menciona mucho a un tal Nikola. ¿Qué se supone que haga con esta información?