- 13 -

189 14 14
                                    

Tal parece que yo, me acostumbré a ti en un solo día

Que te ando extrañando

Como si hace años que te conocía.

—En un solo Día, Morat.

Viernes 17 de septiembre de 2021 - Guadalajara, México

Horas más tarde Richard estaba en la habitación recuperándose, debía pasar la noche en el hospital para estar atentos a cualquier cosa de la recuperación, estaba un poco cansado por la anestesia y no tenía muchas ganas de hablar. Acariciaba su cabeza mientras detallaba cada reacción en él, me miraba adormilado.

—¿Te está doliendo cierto? —mi voz era un susurro. El asintió. Su pierna estaba inmovilizada y completamente vendada —Rich, necesitas comer algo, al menos unas cucharadas de sopa para tener algo en el estómago.

—No quiero, no tengo hambre —arrastraba las palabras. El efecto de la anestesia se estaba pasando.

—Dependiendo de cómo evoluciones vas a poder salir de aquí más rápido.

Al final accedió y se tomó la sopa que le habían llevado, la verdad se veía poco apetecible, pero era lo que necesitaba comer. Me quedé a su lado también comiendo algo. Una enfermera venía cada cierto tiempo asegurándose de que todo iba bien.

—¿No estás cansada en esa silla?

—Estoy bien aquí.

—Hacete acá un rato —pidió palpando un lugar a su lado, la oferta era tentadora pero no era prudente.

—Por más cómodo que se vea te acaban de operar y no puedes mover la pierna, ya tendremos un momento para estar más cerca.

Me había quedado con él en el hospital mientras doña Sandra iba al apartamento.

—¿Y tus sesiones?

—Ahora más tarde tengo dos, por ahora no me pienso mover de aquí —dije sonriéndole, él correspondió a pesar del cansancio —lo estas haciendo muy bien —añadí volviendo a acariciar su cabeza.

Richard tomó mi mano libre para jugar con mis dedos.

—Lau, ¿Cómo fue tu cirugía? —me miraba con interés, pero no me tomó desprevenida, supuse que haría esa pregunta en algún momento.

—Tenía doce años, y estaba muy asustada, habían muchos riesgos en esa cirugía y éramos conscientes de eso; me acuerdo que en ese momento estaba atravesando una depresión por lo de mi mamá y en algún punto creí que iba a ser en ese quirófano donde iba a reencontrarme con ella, lo anhelaba. Y era injusto, injusto con mi papá que le faltó nomás subir al mismísimo cielo para buscar un milagro. Pero, tres días antes me levanté en la noche y ví que Daniel estaba despierto sentado en el balcón, y lo escuché llorar y suplicarle a Dios que pudiera salir de esa cirugía, que no me llevara, tengo grabado ese momento en el que lo oí decir "ya te llevaste a mi mamá, por favor no me quites a mi hermana", y eso fue tal vez lo último que necesité para ver las cosas de una manera distinta. Esa cirugía duró varias horas y me demoré un despertar de la anestesia, me levanté mareada, confundida, completamente vendada y sentía una presión en el pecho. Y mi papá no se movió de ahí para nada, durmió en un mueble por varios días y eso, porque dormía nomás cinco minutos y se levantaba para asegurarse de que yo seguía respirando.

Inconscientemente llevé mi mano a mi pecho, donde cruzaba la cicatriz. Y él miraba atento cada uno de mis movimientos.

—La recuperación fue otra historia, me dolía el pecho y cuando me ví la cicatriz y los puntos casi me da algo del susto, me tenía que tomar quince pastillas al día.

APRENDER A QUERERTE - Richard RiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora